Una novela escrita hace diez años nos lleva a reflexionar no solamente acerca de la dimensión social crítica del arte, sino las filas a las que nos sumamos y las que queremos para quienes migran

Por Kevin Campos Valle, estudiante de Filosofía y Ciencias Sociales

 

La fila india es una obra que nos recuerda la dimensión social crítica que tiene el arte. Antonio Ortuño escribió esta novela hace diez años, pero parece que desde entonces estaba relatando el incendio ocurrido en el “albergue” del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez el pasado 27 de marzo donde fallecieron 40 personas de diferentes nacionalidades; centroamericanos de El Salvador, Guatemala y Honduras; y sudamericanos de Colombia y Venezuela:

“Al salir, los del albergue cerraron la puerta con llave.

Las ventanas, enrejadas, cuajadas de carteles que tapaban la vista.

«Amigo migrante», decían todos. «Aquí tienes derechos». «Amigo». […]

Las llamas se extendieron, saltaron de mantas a colchas y de las montañas de papeles a la ropa y a la piel. Humo, llanto, chillidos de socorro.”[1]

 

En 2019 se realizó una adaptación teatral de La fila india. Lo propio de una obra adaptada es ser una relectura de la obra base, por eso me parece importante reconocer aquello que permanece con más fuerza. En palabras de Verónica Bujeiro (guionista), todo el equipo tuvo mucho cuidado de no perder el mensaje y la crítica original, particularmente del actuar del sistema político y social respecto al crimen organizado contra los migrantes centroamericanos. La obra comienza con un comunicado que perfectamente nos recuerda al mensaje presidencial del 28 de marzo (propio del control mediático de las mañaneras mexicanas):

“Señoras y señores de los medios de comunicación. […]

El presidente de la República lamenta profundamente los acontecimiento ocurridos el día de ayer y expresa sus más sentidas condolencias a sus familiares y amigos.

Quiero personalmente sumarme a estas condolencias…”[2]

La fila india en escena

La puesta en escena de La fila india estuvo a cargo de un brillante grupo de mujeres; Karina Hurtado (directora), Verónica Bujeiro (guionista) y Gabriela Sánchez Escatel (actriz y productora). Gabriela protagoniza la historia de Irma, La Negra, una trabajadora del gobierno que llega al pueblo de Santa Rita, según ella “el culo del mundo”, para atender las necesidades de los sobrevivientes a una masacre ocurrida tras un incendio provocado en un albergue para migrantes de la CONAMI y ayudar con la investigación en curso.

¡Tienen que ver esta adaptación! Bujeiro comentaba que fue precisamente a partir de los recursos y la experiencia del equipo que La fila india resultó un teatro unipersonal que reúne armónicamente la experiencia de Hurtado con el teatro de títeres y de objeto, la interpretación de Sánchez Escatel y las adaptaciones escénicas realizadas a partir del discurso original de la novela.

La fila india aquí y ahora

La crítica del arte nos acerca a la realidad de hoy. La fila indica nos acerca a las filas indias de la Guadalajara del 2023; a las caravanas de migrantes que siguen buscando vivir con mejores condiciones, a las filas burocráticas y corruptas del sistema gubernamental y a las hileras de personas desaparecidas y asesinadas por los grupos criminales. Y es que todos y todas tenemos nuestro lugar en esas filas, quizás sigamos creyendo que esas realidades están lejanas a nuestras vidas, pero estaríamos engañándonos.

¿Dónde nos ubicamos? ¿por qué pretendemos (si lo hacemos) que no formamos parte de la fila india? ¿qué hacemos desde nuestras posiciones? Los símbolos de la obra nos recuerdan la crudeza de la travesía migrante por el territorio mexicano; las cajas, papeles y sombras se parecen mucho a las condiciones de fragilidad, inseguridad, discriminación y exclusión bajo las cuales se migra. Santa Rita es Ciudad Juárez, Tapachula, Villahermosa, Coatzacoalcos, Irapuato, Reynosa, Nuevo Laredo, Nogales, Mexicali, Tijuana… pero también es Guadalajara. Como decía Irma en la obra: “Todos somos ilegales en EUA”, y al parecer también lo somos en México.

La fila india que quiero

La fila india me recuerda que lo humano es movernos, que migramos desde siempre porque las sociedades somos migrantes. Me recuerda que un pueblo que se olvida de los migrantes es aquel pueblo no recibe, no acompaña, no integra.

La fila india que quiero es una donde el camino sea seguro, sin muros, sin incendios, sin extorsiones, sin asesinatos, sin desapariciones, sin asaltos, sin torturas… sin riesgos, donde la dignidad de las personas migrantes, como la todo ser humano, sea respetada plenamente.

¿Cuál fila india querés vos?

 

[1] Antonio Ortuño, La fila india, Océano exprés (primera reimpresión), Ciudad de México, 2019, pp. 23-24.

[2] La fila india (adaptación teatral), recuperado de la puesta en escena el 13 de abril del 2023 en el ITESO.

FOTO: Cortesía