Luis Ignacio López, jefe del Departamento de Matemáticas y Física del ITESO, asume el reto que implica formar alumnos en áreas en las que México tiene sus peores estadísticas: las ciencias exactas.
“Quiero ser físico-matemático”. Luis Ignacio López pronunció estas palabras a modo de promesa junto a su pequeño grupo de amigos de secundaria un día en el que se toparon con un ejercicio de orientación vocacional. Años después, el ahora doctor y jefe del Departamento de Matemáticas y Física del ITESO (MAF), la cumpliría.
Llegó al cargo hace algunos meses, después de ejercer varios años como profesor en la universidad –a la que ingresó en 1992–, y desde donde ha sabido transmitirles a cientos de alumnos sus conocimientos, además haber esparcido en las aulas y en un diplomado su principal pasión: la astronomía.
Entusiasta divulgador de la ciencia, López lidera un departamento que tiene dos responsabilidades principales: 1) Coordinar las carreras de Ingeniería en Nanotecnología e Ingeniería Financiera, y 2) Enseñar a otras licenciaturas lógica, cálculo avanzado, cálculo diferencial, álgebra lineal, matemáticas discretas, estática, dinámica y demás ramas del gran árbol matemático.
En un país como México, donde apenas uno de cada 10 alumnos de educación básica tiene un nivel aceptable en matemáticas y el 80% está por debajo del nivel de suficiencia –según instituciones como SEP o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE)–, López reconoce que al ITESO sí le llega a afectar esta situación. Los primeros semestres resultan fundamentales para que los estudiantes se pongan en sintonía con los estándares que demanda el desarrollo económico del país.
Por lo menos hay una buena noticia: los alumnos que eligen estudiar en el ITESO carreras como Química, Nanotecnología, Sistemas, Electrónica o Financiera, traen un muy buen nivel.
“Sucede mucho en nuestras carreras por la exigencia que tienen, y casi no tienes que hacer nada; el alumno está fascinado per se, tiene esa tendencia y desde chico apunta sus pilas para allá”, cuenta López.
“Lo que sigue es el trabajo y el reto en la preparación de nuestros profesores para mostrarles lo bonito, lo bello, lo armonioso, lo profundo, lo útil que pueden ser las ciencias y las matemáticas, de tal manera que la gente se maraville con la aplicación, con el poder, con lo que te puede dar un sistema físico concreto, un sistema de finanzas, un sistema económico-social. Las matemáticas están en todos lados”.
“La computadora es tu servidora”
Dos de sus ídolos son Albert Einstein y Stephen Hawking, y precisamente López recuerda con orgullo que hace algunos años, en un encuentro científico en Israel, el mismísimo Hawking conoció un trabajo de investigación grupal en el que había participado el académico itesiano.
Y así como la tecnología le permite a Hawking comunicarse con el mundo a través de avanzados programas que traducen sus ideas a una pantalla, López confía en que el ITESO sepa transmitirle a sus alumnos el innegable valor de las nuevas tecnologías, pero sin quitarles su capacidad de imaginación.
“Podemos darle un levantón con las tecnologías de la información a la capacidad del alumno de resolver problemas, pero sin caer en la trampa de que ‘la máquina me va a resolver todo y ya no voy a tener que hacer el esfuerzo que hacían las generaciones pasadas’ cuando se trata de aprender matemáticas o lógica”, afirma López. “La computadora es solamente una herramienta, tu servidora, pero tú dominas todo lo demás”.
Asiduo televidente de canales como History Channel, National Geographic o Discovery Channel y estudioso de la energía oscura en el Universo o los agujeros negros (dice que tienen propiedades súper extrañas para nuestros estándares terrestres, un deleite para los físicos), López se declara satisfecho por los logros del Diplomado en Astronomía y el resto de cursos y grupos de trabajo que él, junto a otros académicos, han impulsado en la universidad.
¿Su planeta favorito? No duda ni un segundo: Saturno. ¿Por qué? Por esos espectaculares anillos, el sello inconfundible del segundo planeta más grande de nuestro sistema solar. Texto Enrique González Foto Luis Ponciano