La colombiana Ariana Vargas y el argentino Lucas Alberto trasladaron sus vidas a México para estudiar en ITESO la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables gracias a la beca de movilidad académica AUIP; conoce sus historias aquí

Si hace un año le hubiésemos preguntado a estos dos jóvenes donde se imaginaban en un futuro próximo, probablemente ninguno se habría pensado como estudiante del ITESO a miles de kilómetros de sus ciudades natales.

Lucas Alberto Henquín es originario de Formosa, población ubicada al norte de Argentina y donde vivió hasta cumplir los 18 años para después mudarse a Santa Fe, ciudad en la que estudió Arquitectura en la Universidad Nacional del Litoral.

En 2015 cambió su residencia a Medellín, Colombia, donde trabajó por casi siete años para reconocidos despachos de arquitectura como proyectista y desarrollador. Fue en este periodo en el que comenzaron sus inquietudes por pensar la arquitectura más allá del diseño y funcionalidad, y donde tuvo la oportunidad de desarrollar su primer proyecto sustentable. «Después de esta experiencia me di cuenta de que esto era lo que quería hacer y comencé a buscar programas y becas en sustentabilidad», cuenta el joven de 36 años.

Más al norte del continente, Ariana Vargas Guerra nació en Neiva, Colombia, donde se formó como Ingeniera Civil. En 2018, durante su etapa universitaria, vivió en Guadalajara durante un semestre gracias a un intercambio que realizó en el Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías de la Universidad de Guadalajara. Al terminar su intercambio volvió a su país para graduarse y buscar nuevos horizontes para su formación.

Unidos por el destino

Muy distinto a la realidad de hace un año donde todas las reuniones y entrevistas se daban a través de la pantalla con cámaras web y micrófonos encendidos, esta vez tuvimos la oportunidad de quedar y conversar en persona. Mientras Ariana y Lucas bebían agua mineral, platicamos de sus ciudades natales y la historia de cómo llegaron aquí.

Ambos arribaron a Guadalajara en otoño del 2021 como beneficiarios de una beca de movilidad académica de la Asociación Universitaria Iberoamericana de Posgrado (AUIP) y cursan el segundo semestre de la Maestría en Proyectos y Edificación Sustentables como miembros de una pequeña generación de siete estudiantes.

Originalmente Lucas había aplicado a la convocatoria de 2020, la cual fue pospuesta debido a la pandemia y que retrasó un año su mudanza a México. «Esta era la maestría que más me gustaba, así que apliqué y me olvidé de ella. Fue como hablarle a la más linda del baile pensando que no iba a pasar, pero cuando sucedió no lo podía creer», narra.

Se dice agradecido por la oportunidad de estar aquí y como parte de su Trabajo de Obtención de Grado (TOG), Lucas desarrolla sistemas estructurales de bambú para cubiertas de grandes luces, es decir, estructuras de techos para grandes áreas de terreno, específicamente invernaderos.

Encuentra el potencial de este proyecto desde el cultivo mismo del bambú, su absorción de carbono, costos y las propiedades físico-mecánicas de la planta, muy comparables con las del acero.

Señala que la intención de su investigación es que se aplique en proyectos sociales. Actualmente está en pláticas de colaborar con otras iniciativas al interior de la universidad, una de ellas es el proyecto Bosque Escuela, cuyo objetivo es la restauración ecológica del Área Natural Protegida Bosque La Primavera a partir de la identificación y reproducción de plantas nativas.

Por su parte, Ariana escogió a Guadalajara por su experiencia previa, conocía la ciudad y se había familiarizado con ella y su gente. «Tenía claro que la maestría que yo buscaba no estaba en mi ciudad y me tocaba desplazarme quisiera o no», apunta. La alumna de 23 años confiesa que sí se paga un sacrificio al dejar su hogar y a su familia, pero sabe que es parte de cumplir su sueño. «Esta experiencia me ha llenado no solo profesionalmente, sino como persona», afirma.

Para su TOG, Ariana trabaja sobre una propuesta de un centro comercial sustentable con potencial de certificación LED bajo un esquema de títulos inmobiliarios. «Yo propongo a la ciudad de Neiva incorporar un edificio sustentable, ya que hasta hoy no cuenta con ningún edificio con certificación internacional». Detalla que su proyecto se basa en el principio que la sustentabilidad no debe ser para grupos de élite y con el objetivo que la propuesta funcione tanto en su natal Neiva como en otra ciudad de Colombia y del mundo.

Un campus, un hogar

Para ambos la experiencia en la universidad ha sido buena, «conmovedora», de acuerdo a sus propias palabras.

«Lo que hacen en el ITESO es conmovedor. Me doy cuenta del enorme esfuerzo por mantener la excelencia desde lo administrativo a lo académico, de comprometerse con las ideas que promulga. Hay una voluntad no de parecer sino de ser», afirma Lucas.

Para Ariana, el ambiente cálido del campus, el cobijo de los árboles y el acompañamiento de profesores y compañeros la han hecho sentirse como en casa. «Yo vengo de una metodología de aprendizaje de mucho estrés, trabajar bajo presión y con una sobresaturación de información. Acá la experiencia ha sido más organizada y con tiempos mejor medidos», destaca.

Al hablar de sus clases, ambos mencionan el esfuerzo de sus profesores por incorporar información sobre sus respectivos países y hacerlos sentir más integrados. «Se abre el diálogo a compartir problemáticas, experiencias y soluciones. Aprendes a ver tu propia cultura en perspectiva», subraya Lucas.

Hacia el final de nuestra charla, minutos antes de que ellos vayan a clase, les pregunto sobre los choques culturales que han vivido tras su mudanza.

Para ella ha sido la comida picante, le fascina la cocina mexicana, pero confiesa que hasta el Tajín la enchila y que ya aprendió la lección de cuando alguien dice «no pica», en realidad sí pica y más vale alejarse de toda salsa roja. Mientras que, para él, como ciclista urbano el choque ha sido encontrar una ciudad carente de una cultura e infraestructura ciclista suficientemente segura.

Destino, casualidad o quizá suerte, cualquiera de ellas pero siempre sumada al talento y capacidades de estos dos estudiantes que hoy forman parte de una generación de profesionales que se forman desde un nuevo esquema de sustentabilidad proponiendo soluciones que contribuyan, impulsen y cuiden el espacio común en cualquier latitud.

FOTOS: Yoana Rodríguez