Proteger el mar es proteger la vida humana afirmó Octavio Aburto, biólogo marino, que acercó a los asistentes a Café Scientifique a la riqueza submarina de los mares mexicanos
POR ALEJANDRA RUIZ
“¿Por qué si México tiene un territorio marino dos veces más grande que su territorio terrestre (3 millones de km cuadrados), tenemos una percepción tan diminuta del valor de nuestros mares?” se preguntó el biólogo marino Octavio Aburto durante la sesión del Café Scientifique en Casa ITESO Clavigero el martes 4 de junio.
Cuando pensamos en los beneficios que nos dan los mares, lo primero que pensamos la primera idea que viene a nuestra mente es extraer algo de ellos, como en el caso de la pesca. Sin embargo, existe poca conciencia de que “nuestra vida está conectada con el mar” afirmó Octavio Aburto y no por el agua, sino por el resultado de la interacción de los seres que viven en él. Por ejemplo, explicó, el microcosmos de microalgas que viven en el mar produce dos tercios del oxígeno que respiramos. Otro caso son los servicios ambientales que prestan los ecosistemas costeros y marinos como los manglares. «Una hectárea de manglar la hemos tazado en 100 mil dólares anuales en: servicios pesqueros, de secuestro de carbono, de protección de la playa« entre otros.
Este científico comenzó a tomar fotografías subacuáticas por afición hace 25 años. Sus imágenes muestran la riqueza en biodiversidad de los mares mexicanos. Los cuales, lamentablemente enfrentan serios problemas de depredación humana. Las grandes cantidades de plástico, el cambio climático, la acidificación de las aguas, así como la pérdida de carbono en ellas, afectan fuertemente el funcionamiento y la vida marina. Animales como las almejas o los corales están viendo afectados ante la desaparición del carbono del agua.
En opinión de Aburto, quien recibió en 2014 el premio a la conservación de la naturaleza por parte de Semarnat, uno de los problemas más importantes de los mares es la sobre pesca, el cual es también uno de los que se puede cambiar rápidamente.
El científico habló del caso de las sardinas para mostrar qué pasa con el problema de la pesca: Del volumen total de sardinas que se atrapa, se pierde entre el 60 y el 80% en el proceso de reducirlas para usos como la extracción de aceite de pescado o la producción de harina para las croquetas de perros y gatos. Agregó que el volumen completo de sardinas sin procesar alcanzaría para alimentar a más personas que a las que se beneficia luego de estas transformaciones, pero para las pesquerías es más redituable vender a las farmacéuticas que pagan 200 dólares la tonelada, que vender el producto para consumo enlatado donde el pago es de 50 dólares la tonelada.
El biólogo explicó que la sobre pesca de la sardina afecta a especies como los delfines, las ballenas, los lobos marinos, los calamares y los tiburones que ahora compiten con el ser humano por su alimento. “Cada vez vemos más animales flacos, más ballenas flacas, menos tiburones, menos otros recursos conectados con la sardina” agrega.
Para Octavio Aburto es urgente que como país discutamos si deberíamos utilizar los valiosos recursos que tenemos en los mares (como las sardinas) de la manera en que lo estamos haciendo. Y afirmó, que sobre todo, urge tomar conciencia y crear proyectos para proteger los mares.
Como un caso de éxito en la conservación habló de Cabo Pulmo, un pueblo pesquero ubicado en Baja California Sur que en 1995 decidió dejar las redes y pedir al gobierno constituir la zona como parque nacional. Al comparar estudios realizados en 1999 y en 2009 se demostró que en una década el sitio recuperó en casi 500% la biomasa, concepto que se refiere a la cantidad de animales existentes. Ahora es una comunidad que recibe más ingresos por turismo de buceo per capita que lo que obtenían con la pesca. Actividad que se hace de manera controlada y fuera de la zona del arrecife.
Octavio Aburto desea que el caso de Cabo Pulmo inspire la toma de conciencia para alcanzar las metas de conservación que se han fijado a escala mundial. Éstas indican que “para tener océanos funcionales y no acabarnos lo que tenemos en este planeta, deberíamos dejar 10% de los océanos protegidos de pesca para 2020”. Y la meta es que para 2030 tengamos 30% de zonas sin pesca.
Hay que dar un cambio de percepción en toda la sociedad. Todos tenemos que entender que nuestra vida está ligada al mar. Ya sea por el oxígeno que nos provee y por el clima que se regula también por él.
En este sentido, el biólogo tiene un proyecto para generar conciencia con la creación de un Atlas de buceo de México donde se puedan identificar los sitios de gran biodiversidad, y convocar a un millón de buzos, que contribuyan a repetir el experimento que transformó a Cabo Pulmo en una zona de turismo que cuida el medioambiente.
Café Scientifique es el proyecto de divulgación de la ciencia del ITESO. En 2019 cumple 15 años de vida. Sus charlas se realizan el primer martes de cada mes a las 19:30 horas en Casa ITESO Clavigero.