El director de fotografía norteamericano Dean Cundey, responsable de fotografiar clásicos del cine como Jurassic Park, visitó el ITESO para compartir algo de su trayectoria.

Cuando Dean Cundey era joven, su madre solía llevarlo a él y a sus amigos al cine cerca de su vecindario, en Alhambra, California, a la función de matiné de los sábados.

httpv://www.youtube.com/watch?v=w4hIL91mlmM

El Cundey de 12 años recuerda haber decidido dedicarse al cine tras días enteros de disfrutar las caricaturas y películas que ahí disfrutaba, en la oscuridad de la sala, maravillado.

“Nos encanta que nos cuenten historias. Y para ello, somos capaces de entrar a una sala, sentarnos frente a una pared blanca y contemplar colores y movimiento; personajes en lugares interesantes. El cine se trata de llevar a los espectadores a lugares a los que no pueden acceder en la vida real”, compartió a los asistentes del Auditorio D del ITESO, que asistieron a escuchar sobre su trayectoria.

Antes de ser responsable de las imágenes icónicas de trabajos como Jurassic Park o la trilogía Volver al futuro, se convirtió en director de fotografía de la sala de su casa, filmando con la cámara familiar los cumpleaños, viajes o momentos cotidianos.

Cuenta que cuando le compartió a su madre su intención de dedicarse al cine, pero por si acaso, estudiar arquitectura, vio el alivio en su rostro. “Supongo que se tranquilizó por pensar que quizá, si no era exitoso en el negocio de las películas, podría vivir de reparar los baños de otras personas”.

Al día de hoy, el sitio Internet Movie Database cuenta 92 créditos como director de fotografía, en los que ha trabajado, codo con codo, con gigantes como John Carpenter o Robert Zemeckis.

Ha comido palomitas en la sala de proyecciones privada de Steven Spielberg, mientras rebotan ideas para una nueva película viendo escenas de sus películas favoritas; ha viajado por el mundo y compartido meses enteros con crews de cine que tienen distintas historias de vida y técnicas, pero, como él, “son grupos de personas que tampoco escucharon a sus madres”.

El poder de la imagen

“Dean Cundey diseñó muchas  de las pesadillas de mi generación; películas con las que crecimos que ahora son verdaderos clásicos. A Dean le debemos que haya vuelto realidad nuestras fantasías y deseos más profundos”, menciona Andrés Villa, coordinador de la carrera de Comunicación y Artes Audiovisuales, y una de las instancias por las que fue posible invitar al miembro de la Sociedad Americana de Cinematografía (ASC, por sus siglas en inglés).

En la charla moderada por la académica del ITESO Paola Villa, Cundey narró sus inicios en la industria audiovisual, filmando lo que él denominó “chicas en bikini con armas y explosiones”.

httpv://www.youtube.com/watch?v=LxnR9e7M8Vw

Menciona que en esos comienzos no temía experimentar y arriesgarse en decisiones, aunque fueran películas que no le emocionaban. Gracias a ello, llamó la atención de la productora de John Carpenter, Debra Hill. La contratación como director de fotografía en Halloween, película de terror de culto de 1978, lo catapultó a la fama.

Cuando tuvo el prestigio suficiente como para poder elegir los proyectos en los cuales involucrarse, se inclinó por aquellos que intentaran cosas por primera vez. La animación dentro de un formato live action en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, o la generación de dinosaurios majestuosos por computadora de Jurassic Park, son algunos ejemplos de películas que en su tiempo revolucionaron la industria, y que además fueron afines a sus necesidades de narrativa.

“Vamos al cine a experimentar algo que no queremos necesariamente vivir en carne propia. No queremos ser perseguidos por zombies o dinosaurios, pero queremos experimentar emoción, suspenso; y cuando todo termine, salir a comer pizza y comentarla”.

Las buenas historias en literatura dependen del uso ingenioso de palabras y frases evocadoras; en el cine, el lenguaje es la imagen en movimiento. Él afirma que la fotografía, aliada con una eficaz técnica de edición, es la que puede sacarle jugo a la escenografía, la iluminación, las actuaciones y todo aquello involucrado en la narrativa audiovisual, y la que atrapa la atención de los espectadores para que se enganchen en la historia.

Las muchas manos del cine

Cundey encuentra una responsabilidad hacia la película y su historia; esa es su prioridad, pero sabe que la huella que deja es colectiva.

“El cine es una manera muy creativa de contar historias, e involucra técnicas distintas. Si lo que quieres es hacer una película que se quede (en la mente del espectador) por mucho tiempo, esto solo es posible cuando un grupo de personas con el mismo interés y pasión combina sus habilidades”.

Para trabajar mejor en colectivo, afirma, uno debería ser algo de cineasta, y algo de psiquiatra.

“La mitad de lo que haces en esta industria es manejar las emociones humanas con técnica, tecnología y narrativa. Trabajas con demasiadas personas, tienes que negociar con actores, convencer a directores, procurar la relación con tus productores…”

Sean adolescentes corriendo de asesinos, o científicos reviviendo dinosaurios o viajando al futuro; un Peter Pan adulto regresando al País de Nunca Jamás o alienígenas apoderándose de  seres humanos, macabros, Cundey se arroja a su trabajo detrás de la cámara esperando que sea la mejor película de la historia de la humanidad; aunque no siempre sea así.

Se conforma, dice, con que sea algo que la audiencia recuerde días después de salir de la sala de cine. Y que cuando sean padres, ellos muestren esas películas a sus hijos.

“A donde he ido y sin importar el lenguaje, encuentro que algunas de las películas en las que he trabajado forman parte también de su cultura. Me gusta la idea de dejar algo para cuando yo no esté. Y la gente podrá seguir viendo esas películas en el formato que sea de su tiempo”.

Foto Luis Ponciano