Profesores y el Rector del ITESO reflexionan sobre cómo debe ser la educación jurídica para construir una sociedad más justa e incluyente.
Como parte del tercer evento del Quinto Encuentro de Innovación Jurídica, se llevó a cabo el pasado viernes 30 de noviembre la conferencia “Los retos de la educación jurídica en las universidades jesuitas” en la que participaron el Dr. Luis Arriaga Valenzuela, SJ, Rector del ITESO; la Mtra. Ana Sofía Torres Menchaca, coordinadora de la Unidad Académica Básica de Justicia, Derecho e Instituciones Públicas; el Dr. Guillermo Gatt Corona, profesor del ITESO y el Mtro. Roberto Becerra Zavala, coordinador de la carrera de Derecho y que fungió como moderador del panel.
Becerra Zavala abrió la conferencia hablando sobre la crisis que enfrenta el sistema educativo y cómo se ha replanteado la educación jurídica para hacerla más creativo y más dinámica para llegarle a las alumnas y alumnos.
Acto seguido, Luis Arriaga Valenzuela, SJ, cuestionó cómo se debería enseñar el Derecho. Desde su experiencia de vida como jesuita, entendió cómo se enseña y cómo se ejerce el derecho en países con espacios desfavorecidos y cómo la educación jesuita marca una diferencia en la enseñanza de esta licenciatura.
“Las universidades jesuitas están llamadas a la promoción de la justicia. Todo jesuita está llamado a defenderla e involucrarse, apoyar a los más desfavorecidos, apartarse de las prácticas deshonestas de la profesión legal”, afirmó.
El Rector del ITESO explicó que existen seis aspectos que deben tomarse en cuenta en la enseñanza del derecho en las universidades jesuitas: ofrecer una visión de derecho más centrada en la justicia que en la legalidad, enfatizar la relación entre las brechas del marco jurídico y las realidades fácticas de la región, transversalizar el enfoque de los derechos humanos, promover la perspectiva de género, dotar a las y los estudiantes experiencias vivenciales de justicia y transversalizar la ética y la resistencia a la corrupción.
El derecho construye una sociedad más justa
En su intervención, Ana Sofía Menchaca, dijo que es a través de la educación jurídica que puede construirse un estado de derecho anhelado y que pueden fortalecerse sus instituciones y las prácticas de las profesiones legales para construir una sociedad más justa y más incluyente.
“Un descubrimiento muy valioso para mí fue conocer el modelo educativo (…), me di cuenta que este modelo propone poner en el centro a las personas. Además, el modelo educativo del ITESO promueve el aprendizaje a partir de la experiencia. Una experiencia crítica, en el que se reflexione”.
En su opinión, el reto para las asignaturas de derecho es reflexionar cómo hacerle para que se cuele por los poros el aprendizaje en los estudiantes desde la mirada crítica y reflexiva.
La profesora finalizó su intervención con una pregunta: “¿cuál es el sentido de la transformación de las personas y comunidades que podemos ofrecer desde la educación jurídica en las universidades jesuitas? Si no (se tiene) la respuesta, quizá la pregunta es la que pueda ir orientando nuestros esfuerzos cotidianos”.
Lo que Ignacio hubiera planteado
En su intervención, Guillermo Gatt habló sobre la enorme responsabilidad que tienen los estudiantes y profesionistas del derecho. “Tenemos que ser profundamente conscientes del compromiso que significa nuestro desempeño profesional. Formar juristas tiene que ser en lo técnico y en lo ético”, aseguró.
Las preguntas que los juristas se deben de plantear, dijo, son sencillas: ¿qué derechos se quieren enseñar? ¿Qué juristas se quieren formar? ¿Qué tipo de enseñanza requieren este tipo de modelo? En las universidades jesuitas la respuesta debe tener como centro la dignidad de la persona humana, sin dejar a ninguna persona de lado.
En su opinión, aunque las universidades jesuitas van por buen camino, hace falta fortalecer el rigor académico. “La exigencia académica debe ser relevante, porque no pedir a los alumnos un esfuerzo conforme a sus capacidades es faltarles el respeto y promover la mediocridad”.
Finalmente, Guillermo Gatt invitó a no olvidar quiénes somos y que la educación jurídica sea congruente con lo que Ignacio hubiera planteado.