Dio inicio la vigésima edición de una de las actividades más esperadas por la comunidad universitaria del ITESO. Los encargados de abrir la programación fueron los integrantes de la compañía Circo Eléktrico, quienes cautivaron a los asistentes con el espectáculo «Memoria de gigantes: raíces de nuestros pueblos»
Tlallan camina con pasos lentos. Es un anciano calvo, con barba rala. Es un gigante. Tlallan acaba de despertar y avanza lentamente entre la gente que no puede dejar de mirarlo porque mide más de cuatro metros y camina entre las sillas del Auditorio Pedro Arrupe, SJ, mientras, sobre el escenario, chamanes, nahuales y avatares hipnotizan a la gente con sus movimientos. «Soy la memoria de la tierra, vengo a traerles memoria», dice el gigante para recordarles a las personas que «son hijos de gigantes». Tlallan es una marioneta y los chamanes, nahuales y avatares son los integrantes de la compañía Circo Eléktrico, encargada de abrir las actividades de la vigésima edición del Festival Cultural Universitario (FCU), que arrancó el 26 de octubre con una función del espectáculo Memoria de gigantes: raíces de nuestros pueblos.
En los tiempos que corren, la gente ha perdido la memoria y olvidado la grandeza de su espíritu. Y por eso Tlallan viene a hacerles ver que sus raíces están arraigadas «a un tiempo florido que, si recuerdan, les ayudará a recobrar la fuerza». Pero no es sencillo; por eso, antes de comenzar el espectáculo dentro del auditorio, se realizó en la Plaza Central del ITESO (conocida como «El Ombligo») un ritual para convocar nahualitos. El olor a copal inundó el ambiente y luego avatares y chamán comenzaron las invocaciones usando cuerpo y fuego como herramientas. Al mismo tiempo, en el cubo del Edificio Q, dos personajes surgieron de pronto, casi de la nada, y atrajeron la atención del público que, hipnotizado, comenzó a caminar detrás de ellos en procesión al Auditorio Pedro Arrupe, SJ.
Dicen que el aleteo de una mariposa en Pekín puede provocar un huracán en Nueva York. Así, los movimientos dancísticos de la Plaza Central y del cubo despertaron dos espíritus en uno de los muros laterales del Edificio de Cultura y Arte, donde, desafiando a la gravedad, dos bailarines acróbatas hicieron su parte para despertar a los gigantes. En apenas diez minutos, los tres rituales surtieron efecto: Tlallan estaba a punto de despertar.
Una vez dentro del auditorio, la magia pronto sedujo a los espectadores, que vieron con admiración el paso lento pero firme del gigante y siguieron atentos cada parte ejecutada por los integrantes del Circo Eléktrico, que presentan un espectáculo de artes circenses en los que el color y la música crean la atmósfera perfecta para acompañar las acrobacias pero, sobre todo, para transmitir los mensajes de Tlallan: «La grandeza de las cosas no está en su tamaño; celebremos las diferencias y las similitudes: es tiempo de florecer juntos».
Los integrantes de la compañía demuestran que no hay límites y, si los hay, los estiran a niveles que parecen imposibles. Cuando el piso del escenario no es suficiente, llevan sus acrobacias al aire. Trapecios, arneses, bastones y aros son apenas extensiones del cuerpo de las y los bailarines, que se arrastran y vuelan y se suspenden en el aire ante la mirada expectante de la audiencia, entre la que se encuentra Tlallan, con el corazón encendido. La gente aplaude y se emociona lo mismo con la bailarina que flota sobre el escenario sostenida del cabello, poniendo así en duda la ley de la gravedad, que con la pareja que desafía el vértigo y el equilibro dando giros imposibles en los aros gigantes.
Luego de poco más de una hora, Tlallan lanza su último mensaje. Le recuerda a la audiencia que acaba de vivir «una noche para despertar»; invita, como los zapatistas, a construir «un mundo donde quepan muchos mundos» y sentencia: «Somos los gigantes del mañana: la llama está encendida». La gente no para de aplaudir. La función ha terminado.
Crear, reencontrar, celebrar
Memoria de gigantes: raíces de nuestros pueblos marcó el regreso del FCU a las actividades presenciales luego de dos años de confinamiento sanitario a causa de la Covid-19. Previo a la presentación de Circo Eléktrico, Mayra Kitroser, directora del Centro de Promoción Cultural del ITESO, recordó que la de este año es la vigésima edición de «un festival con experiencia, que teje actividades que enriquecen; pero también es un festival joven, con energía y un largo, largo futuro por delante». Señaló que desde su creación se ha buscado que esta cita anual sea una oportunidad para «conectar con las emociones y vivencias de las personas», y añadió que, luego de dos años de confinamiento, el enfoque de este año de regreso a la presencialidad está puesto en «crear, reencontrarnos y celebrar, vamos a habitar de nuevo el campus para sabernos parte de una colectividad».
Jorge Rocha, director de Integración Comunitaria, señaló que el FCU es una actividad para una universidad como el ITESO, confiada a la Compañía de Jesús, y destacó que a lo largo de sus años de existencia «ha propiciado el diálogo y el encuentro que las actividades artísticas permiten». Además de hacer un recuento breve de algunas de las actividades principales del programa de este año, señaló que, como universidad, «colaborar con el campo de la cultura y las artes nos ayuda a tender puentes para una mejor incidencia».
El Festival Cultural Universitario se realiza del 26 de octubre al 3 de noviembre. El programa de actividades, horarios y sedes puede consultarse en https://ite.so/festivalcultural20.
Me encantó el artículo de Edgar Velasco sobre los Gigantes en el Festival Cultural. Está escrito con mucha calidad y profundo respeto por el espectáculo visto. Hermoso!
¡Gracias por leer!