En la Sierra huichola hacen falta varios puentes para que sus habitantes y el ganado crucen de manera segura el Río Chapalagana. Aldo López, estudiante de Ingeniería Civil –carrera que esta semana celebra su Simposio– forma parte del proyecto del ITESO para que dichas estructuras sean una realidad. Las aulas del ITESO estaban a cientos de kilómetros. Lo que Aldo tenía frente a sí eran cuatro horas de bajada a pie por las escarpadas laderas de la Sierra huichola.
Son los primeros meses de 2014 y su destino, al igual que el de otros dos estudiantes de Ingeniería Civil y un grupo de comuneros wixaritari, era el Río Chapalagana que corre por el territorio de Santa Catarina, en el corazón de la sierra wixárika jalisciense que hace frontera con Nayarit, Zacatecas y Durango.
Allí, una vez pasados los temblores en las rodillas, el cansancio, el sudor y los tramos a lomo de burro (los wixárika o huicholes llegaron sin problemas), el grupo se dedicó a hacer los estudios topográficos para la futura construcción de cinco puentes colgantes en distintos puntos a lo largo del afluente, que en época de lluvias resulta muy peligroso para las personas y animales que necesitan atravesarlo.
Aldo López estudia el noveno semestre de Ingeniería Civil en el ITESO, licenciatura que del 18 al 21 de febrero tendrá su XVI Simposio, bajo el lema “Con el casco bien puesto” (www.simposiumcivil.iteso.mx).
En unas cuantas semanas, Aldo estará presente en la asamblea general de la comunidad de Santa Catarina para presentar los avances del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Programa intercultural y de comunidades indígenas”, coordinado por Óscar Fernández, del Centro de Investigación y Formación Social y asesorado por el ingeniero Rafael Martín del Campo, especialista en diseño de estructuras del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano.
Pero antes de seguir con la historia de los cinco puentes –en total pretenden hacer 10–, un poco de contexto.
Además de formar parte del citado PAP, Aldo ha laborado en un par de despachos de cálculo, hoy trabaja en Tu Techo Mexicano AC, se da sus vueltas al Colegio de Ingenieros de Jalisco para empaparse de ese universo profesional y ya comenzó a levantar su constructora junto a un amigo, con quien en breve comenzará a construir su primera casa sustentable.
“Construir” es un verbo fundamental para Aldo, su vocación.
“Siento que la construcción tiene que evolucionar mucho, tiene que tomar más en cuenta el medio ambiente y evolucionar hacia allá. Hay que preguntarnos: ¿cómo utilizamos los materiales y en qué medida tenemos conciencia de lo que estamos haciendo con esos materiales?”, considera Aldo.
“Trabajar en comunidad es la respuesta para algunos de los problemas que vivimos ahora”
“A mí me interesa mucho el bambú para utilizarlo estructuralmente, porque es muy resistente; en Colombia ya está reglamentado y se usa como el acero o el concreto; aquí todavía no. A la construcción aquí la siento un poquito rudimentaria, veo edificios que son una piedra tal cual. Tiene que venir algo diferente”.
Nuevas ideas, nuevos materiales y hacer comunidad
Desde que hace tres años visitó algunas poblaciones tzotziles de Chiapas, integrado a una comitiva del Centro Universitario Ignaciano (cui.iteso.mx) –experiencia que le cambió la vida y repitió un año después–, a este tapatío egresado del Centro de Enseñanza Técnica Industrial Colomos (Ceti) le quedó claro que las comunidades, sean indígenas o urbanas, tienen mucho que decir en cuanto a los hogares que merecen.
“Trabajar en comunidad creo que es la respuesta para algunos de los problemas que vivimos ahora, y me doy cuenta por mi trabajo en la sierra huichola. Allá nadie se preocupa por dónde va a vivir, porque al nacer ahí tienes tu terreno asignado: lo pides para vivir, para hacer tu casa, para sembrar y te lo dan, y eso se me hace muy bueno, apoyarte como comunidad”.
Aldo apuesta por el uso de materiales de la región, por mezclarlos, por buscar soluciones innovadoras que eleven la calidad de vida de las personas y las urbes. Incluso contempla la posibilidad de que la gente cultivara bambúes y madera y así obtuviera materiales de calidad para erigir su hogar a un menor costo.
Es idealista, pero mantiene los pies en la tierra.
“Sé que algo así no se puede hacer con todos los habitantes de una ciudad, pero por ejemplo yo lo puedo hacer contigo, tú con tus amigos… Gran parte del problema es que estamos aislados unos de otros, así que como constructor es una de mis metas: que sin tantos recursos yo pueda compartir mis conocimientos con la gente”.
-¿Y qué te ha enseñado la carrera?
A pensar. A pensar cómo abordar los problemas estructuralmente. ¿Cómo van a moverse las estructuras con las cargas, qué finalidad le vamos a dar a cada una? Aprendes a usar el sentido común.
Puentes que unan y trasciendan
Apasionado del futbol, deporte que practicó en la universidad y lo sigue haciendo los fines de semana, a Aldo sus piernas no le respondieron como esperaba en el primer viaje a la sierra, en el que la comitiva itesiana –en el que iban los ahora egresados Sofía Puente y Felipe Pulido– contaron con el franco apoyo de hasta 20 comuneros wixaritari (entre ellos un ingeniero civil, Raúl Hernández, profesor en el bachillerato Tamaatsi Páritsika, con el que también se colabora desde el PAP) que cocinaron, cargaron, les prestaron sus mulas y burros, apoyaron en los levantamientos topográficos y aprendieron sobre balizas y curvas de nivel.
“La gente estaba muy, muy puesta”, recuerda Aldo. “Ellos me decían ‘ya casi llegamos, está a’i abajito’, pero yo no veía para cuándo y uno de ellos, Martín, me dijo ‘¡súbete a mi burro!’, pero me dio miedo por los barrancos. No traía nada de condición, era cuando pasaba ocho horas sentado en el despacho de cálculo. Al final me subí al burro”.
El segundo viaje fue distinto: caminaron más kilómetros (la travesía desde Santa Catarina hasta Cabeza de Víbora duró seis horas, más otras 10 de subida), pero Aldo se había ejercitado.
Los puentes que están ideando conjuntamente las comunidades y el ITESO facilitarán notablemente la vida en la sierra. Evitarán accidentes y muertes de personas y ganado. Unirán poblaciones. Y, ante todo, están congregando a su alrededor el trabajo y las aspiraciones de los wixaritari.
El primer proyecto estructural que se entregará completo, tentativamente en marzo, es el del puente colgante en el punto conocido como Cabeza de Víbora, el cual tendrá unos 57 metros de longitud. Detrás de él vendrán los proyectos para los puentes en Los Huizaches, Chapalagana, Agua Caliente y Paso de la Garza.
“Para calcular a qué altura vamos a elevarlos necesitamos calcular la corriente de agua que va a pasar por ahí en tormentas extraordinarias”, explica Aldo, quien subraya cuál es uno de los principales retos para cualquier puente colgante: el viento.
“Al ser flexibles, los sismos no afectan tanto a los puentes colgantes, pero el viento sí jala todo y ahí [en la sierra] sopla considerablemente”, menciona.
Eso sí, una cosa es pensar los puentes y otra muy distinta construirlos, porque el objetivo final es llegar a 10: nueve construidos y uno rehabilitado. La obtención de recursos será laboriosa y Aldo, quien ahora guía a los nuevos ingenieros que se han inscrito al PAP, planea mantenerse involucrado cuando el proyecto llegue a esta fase, la cual además enfrentará uno de sus principales retos: que la gente se involucre con las obras.
“Queremos que ellos puedan construirlos casi en su totalidad con materiales de ahí. Tienen muchísima madera, muchísimo pino; vamos a hacerles pruebas al pino para saber su resistencia y qué propiedades mecánicas tiene”.
Un puente, a decir de algunos textos, es una estructura que a lo largo de los tiempos le ha permitido a los seres humanos “superar las diferentes barreras con las que se ha encontrado”. Así los entiende también Aldo.
“Cuando fui a Chiapas me cambió la perspectiva de cómo son las comunidades indígenas y cómo son las personas. Vi que podía aprender mucho de ellas y que, más que ayudarlas, se trata de acompañarlas, de compartir. Hay gente muy movida que quiere generar proyectos y ayudar a su comunidad”. Texto Enrique González Fotos Luis Ponciano/Cortesía Aldo López/Google Earth
Con el casco bien puesto
El XVI Simposio Internacional de Ingeniería Civil del ITESO (del 18 al 21 de febrero), cuyo lema es “Con el casco bien puesto”, es organizado por los estudiantes y extiende su invitación a ingenieros civiles, arquitectos, profesionistas y cualquier persona interesada en temas relacionados con la innovación en la construcción.
Además de los talleres y paneles, estarán en el campus conferencistas de España (Daniel Castro, director del Grupo de Investigación de Tecnología de la Construcción de la Universidad de Cantabria); Estados Unidos (Anica Landreneau, directora global de HOK, consultora en temas de sostenibilidad) o Australia (Pete Walker, miembro de la Institución de Ingenieros de ese país).
A ellos se les sumarán, entre otros, Bernardo Baranda (director para América Latina del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo); Juan Andrés Vergara (pionero de la arquitectura bioclimática) y Bernardo Gómez, (director general de la firma CANDE Ingenieros).
Durante el simposio se dictará una docena de conferencias, entre ellas: “Construcción e iluminación en espacios públicos”; “Construcción del Estadio del Monterrey FC” o “Mejores prácticas en proyectos de movilidad urbana sustentable”. Consulta el programa completo y los costos de inscripción en el sitio simposiumcivil.iteso.mx o en facebook.com/SIMPOSIO.ITESO.