Adriana González, después de formar con posgrados en el extranjero, es ahora la coordinadora de Relaciones Internacionales del ITESO. 

Pedagoga, mexicana con la doble nacionalidad española, seguidora fiel de la Fórmula Uno, cinéfila y amante del jazz. Estas son algunas de las facetas –hay muchas más–- que ayudan a definir a Adriana González, quien desde hace unos meses coordina la Licenciatura en Relaciones Internacionales del ITESO.

La propuesta le llegó cuando regresaba a esta universidad para trabajar como profesora de asignatura en el Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (SOJ), después de estudiar su doctorado en Migración Internacional e Integración Social en la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto Universitario Ortega y Gasset.

Su relación con España tiene raíces profundas. Primero al tener la nacionalidad por ser nieta de refugiados españoles, y luego porque fue en la Universidad de Sevilla donde estudió la maestría en Educación Social y Animación Sociocultural. Y su trabajo en el ITESO también tiene antecedentes. Al egresar de la Licenciatura en Ciencias de la Educación se quedó a trabajar en el Departamento de Educación y Valores del ITESO hasta 2001, para posteriormente, de 2003 a 2008, laborar en el Doctorado de Estudios Científicos Sociales. Ambas pausas tuvieron que ver con la realización de sus estudios de posgrado.

Ahora como coordinadora, y aunque Adriana reconoce que su mayor reto es superar el hecho de no ser internacionalista de formación, está convencida de que su perfil de educóloga le permitirá aportar mucho a la carrera. Admite que debe “empaparse temáticamente” y que la lógica es diferente, pero siempre le han gustado este campo del conocimiento.

“Para mí ha sido un gusto poder llegar al ámbito de internacionalista, porque mi interés profesional e intelectual también va por esa línea”.

El puesto, reconoce, le “llegó con una gran sorpresa”, al coincidir con la reacreditación de la carrera, lo cual le permitió ser testigo de todos los procesos administrativos que eso conllevaba. “Me han quedado muy claras las fallas y los vacíos, ha sido muy interesante”, afirma.

Esta experiencia le dio la oportunidad de formular dos de sus principales intereses. El primero, lograr que los alumnos se involucren en su proceso de aprendizaje “de una manera mucho más participativa, con voluntariados o con trabajo de campo”, comenta. El segundo se centra en que los profesores puedan “realmente hacer academia de sus clases”, que sus grupos sean capaces de reflexionar fuera del aula lo que aprenden.

Más que diplomacia

Adriana añade que desde la coordinación ha tratado que los estudiantes tengan claro cuál será su perfil profesional. Para ello, la carrera ha identificado los cinco grandes escenarios profesionales del internacionalista contemporáneo: la diplomacia, el servicio público en los gobiernos federal y locales, las empresas, las organizaciones no gubernamentales y los organismos de cooperación internacional.

En los últimos años, quienes cursan Relaciones Internacionales han demostrado mayor interés en las ONG y el servicio público, “porque se ha visto que hay más hacia dónde desarrollarse; al principio todo mundo estaba en la diplomacia, y Relaciones Internacionales no es solo diplomacia”, considera.

Aficiones transnacionales

Para empaparse de lo que sucede en México y el mundo, incluye en su rutina diaria la revisión de periódicos en línea como La Jornada, Mural y El País. Sus lazos con la tierra de sus abuelos se extienden a la literatura, ya que el último libro que leyó fue La Catedral del Mar (novela de Ildefonso Falcones que narra los orígenes del célebre inmueble barcelonés), aunque también cita a Milan Kundera y a Arturo Pérez Reverte.

Si se le pregunta sobre música, Adriana recurre a Tracy Chapman, al trompetista y compositor estadounidense Miles Davis o al cantante español Miguel Bosé. Y si toca hablar de cine, el primero que viene a su mente es el cineasta alemán Wim Wenders (Las alas del deseo Paris, Texas). La velocidad de la Fórmula Uno también le apasiona, al ser de las que se levanta de madrugada para seguir las carreras del español Fernando Alonso o el tapatío Sergio Pérez. Texto Claudia Alzaga Foto Luis Ponciano