En los “Diálogos desde la Diversidad”, integrantes de la comunidad LGBT+ comparten sus relatos de vida y resaltan el valor del diálogo, la inclusión y el apoyo colectivo para superar traumas, abusos y conseguir el autorreconocimiento

Como parte del papel del ITESO como impulsor de espacios de convivencia e intercambio, libres de violencias para las, los y les integrantes de la comunidad universitaria pertenecientes a la población LGBT+, se llevó a cabo uno de los “Diálogos desde la Diversidad: Inclusión, Visibilidad y Comunidad”, organizado por el Centro Universitario Ignaciano (CUI). 

El pasado jueves 29 de junio, en la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padila, SJ, se compartieron experiencias de vida y se hizo la presentación del grupo de acompañamiento, en una dinámica que buscaba centrar la reflexión en una espiritualidad orientada hacia la convivencia igualitaria. 

En la conversación, moderada por José Bernando Cotero Ochoa, director del CUI, participaron Lorena Bárcenas, psicóloga egresada del ITESO, y la estudiante de Psicología Gaby Rivero Ramos, quien encabeza el Colectivo de Diversidad Igualitaria ITESO (CODII); asimismo, tres profesores del Departamento de Economía, Administración y Mercadología (DEAM): Eloísa Delgadillo Rosas, Eduardo Revilla Taracena y Rodrigo de la Torre Lara, y el egresado Francisco Tostado, todos ellos participantes en distintos colectivos. 

El diálogo se desarrolló a través de tres preguntas que fueron respondidas por los panelistas: ¿cómo vives tu orientación e identidad de género en relación con tu espiritualidad?; ¿cómo fue tu salida del clóset?; y ¿cuál es valor que sientes por formar parte de una comunidad? 

“Yo quería respuestas, y tuve que construirlas. Para mí era ver, primero, por qué soy así, porque desde la perspectiva religiosa esto es un castigo divino, pero eso no es una respuesta, eso simplemente es violencia. Entonces decides no ser parte más de un discurso, sino crear tus propias respuestas, pues eres la única persona que al final de su vida entenderá si fue feliz o no, nadie podrá juzgarte”, explicó Rivero Ramos. 

Revilla Taracena, profesor del DEAM, expresó que proviene de una familia católica muy ortodoxa, lo que le complicó dar a conocer su orientación por miedo a no agradar a sus padres. No obstante, reveló cómo, en su acercamiento a la espiritualidad ignaciana, pudo encontrar apoyo espiritual y tener una reconciliación con su sexualidad: “Ahora vivo sin culpa, sin miedo, y siendo congruente con lo que creo y lo que siento”, destacó. 

De formación jesuita desde sus primeros años, pues estudió en el Instituto de Ciencias, Delgadillo Rosas aseguró que intuía su orientación sexual desde muy temprana edad, pero que fue conociéndose al paso de los años, recibiendo un apoyo total de parte de su familia. “La conexión espiritual que yo he tenido ha sido a través de la autoaceptación”, mencionó. “La sexualidad es un espectro muy amplio, e incluso dentro de la homosexualidad hay mucho rechazo, hay mucho todavía por aprender, pero cuando uno se acepta a uno mismo es más capaz de aceptar la sexualidad de los demás”. 

Por su parte, De la Torre consideró su formación religiosa, tanto en casa como dentro del seminario diocesano, como parte de su conflicto de autorreconocimiento: “Hubo una castración emocional muy fuerte cuando estuve ahí, porque hay una persecución a todo lo que suene a afeminado”, dijo. No obstante, entrar al universo jesuita le significó un proceso distinto: “Hoy entiendo que mi espiritualidad tiene que ver con acercarme conmigo mismo y con quien soy”. 

En el caso de Tostado, éste reconoció que su proceso de revelación fue muy tardío, en plena juventud, y que incluso buscó en distintos credos su identidad, desde el judaísmo, el hinduismo, las iglesia anglicana y evangelista, y finalmente la Compañía de Jesús, con la que participó en comunidades de la Sierra Tarahumara, vivencia que lo transformó por completo: “Mi proceso fue de mucha apertura; dejé de creer en la condenación eterna gracias a los jesuitas”, señaló. 

Finalmente, Bárcenas, en su papel de madre de una persona de orientación bisexual, explicó que, para ella, el salir del clóset de parte de su hija fue un entrar al clóset para ella misma, y comenzar a trabajar para salir ahí y así fortalecer su capacidad de amar: “Para mí fue una etapa oscurísima, como mamá, como psicóloga (es terapeuta familiar) y como creyente. Fue pensar qué hice mal, en qué me equivoqué; ver, como creyente, dónde acomodo esto, porque me dicen que no es natural”, recordó quien ahora es una entusiasta de la diversidad y del enfoque espiritual: “Todos soñamos con un mundo en el que no se necesite salir del clóset”. 

Actualmente, todos los participantes de la mesa forman parte de distintos grupos de acompañamiento, como la pastoral de la diversidad, el CODII o la Casa Loyola. 

‘La diversidad es un don de Dios’

Al término de la charla, se llevó a cabo una Celebración Eucarística en la Capilla del ITESO, oficiada por el padre Luis Octavio Lozano, SJ, cuya homilía versó acerca de la apertura hacia otras formas de ver la vida. 

“Vivir en la diversidad es un don de Dios. Nosotros hacemos los espacios sagrados cuando abrimos el corazón al otro. El encuentro de reconocernos diferentes nos hace crecer, estamos invitados a crear una comunidad libre de temores”, dijo el sacerdote. 

 

FOTO: Francisco Cibrián