Profesor de Química del ITESO desde hace 20 años, encontró en un Domingo Ignaciano una metodología que llevó a su salón para mejorar el desempeño de sus alumnos.
¿Se puede usar un método para enseñar espiritualidad para enseñar ciencias duras?, la respuesta de Martín García, profesor de Química del ITESO es, sin dudarlo, sí.
Lleva unos 20 años de impartir Química a estudiantes de las carreras de Ingeniería Mecánica, Biotecnología, en Alimentos, Ambiental, Biotecnología, Nanotecnología y, por supuesto, Ingeniería Química. Hasta hace un par de años, cuenta, su apodo era “martirio”, por la razón de que en sus grupos hasta 80 por ciento de los estudiantes llegaron a reprobar.
De hecho, guarda un meme que hicieron alumnos con su rostro en el personaje de Gandalf del Señor de los Anillos diciendo: You shall not pass (tú no pasarás).
Martín García cambió su método de enseñanza, sin bajar el nivel de exigencia, ello a raíz de una idea que le surgió en uno de los Domingos Ignacianos que impartió José Martín del Campus, SJ, donde explicó la lectio divina.
La idea fue aplicar pasos de la lectio en sus clases tales como lectura (contenido), meditación (reflexión), contemplación (admiración) y puesta en común–, Martín García encuentra similitudes entre el método científico y la metodología mencionada.
El profesor señala que cuando propone a los estudiantes llevar su curso bajo los pasos de la lectio divina es con el propósito de que el conocimiento de la química les signifique algo, que se convierta en propósito, determinación y termina siendo una acción. Es, dice, una invitación a que el conocimiento se quede en ellos y se enamoren de su carrera.
Martín García modificó las clases y las prácticas de laboratorio, ahora objetos ordinarios como bombones, barcos de vapor, jeringas o mermeladas se convierten en herramientas para explicar teorías de gases, métodos de propagación de calor o prácticas de soluciones saturadas. Se trata de despertar el asombro y, a la vez, el gusto por su materia.
“Dice Albert Einstein que la ciencia es sencilla y así es como la debemos presentar, no rebuscada como normalmente lo hace todo mi gremio”, dice.
Los resultados son un mayor índice de aprobación y mejores promedios, con el mismo nivel de exigencia, y pocas faltas de estudiantes a la clase. Además de una buena cantidad de “recaditos” que le escriben sus estudiantes al final del semestre con mensajes de agradecimiento, unos toman Química II con él y otros vuelven para asesorías.
“Me toca que ellos descubran si realmente esto es tu carrera, me dice una alumna me voy feliz de haber cursado contigo porque aparte de que sí aprendí mucho ya vi que no soy para esta carrera”.
¿Por qué aplicar esta metodología?
Busco conocimiento que le signifique algo al alumno, que sea actual, que lo pueda aplicar de inmediato y que sea totalmente cotidiano.
Otro por qué de esto es descubrir la magnificencia de la creación de Dios al analizar todos los fenómenos como obra del amor. Luis Pasteur dijo ‘cuanto más estudio la naturaleza más me asombro ante la obra del creador’ y es el padre de la microbiología.
¿Qué es lo más le gusta de estar frente a un grupo de estudiantes?
El trato con ellos, el verlos cómo van creciendo, el escucharlos cómo van aterrizando todo me llena de mucho optimismo.