Fue la fiebre del oro y la migración a California en busca del metal, lo que ocasionó que los jesuitas se establecieran en la región con el propósito de impulsar el centro educativo, que es hoy Santa Clara, para los migrantes.
La tarde del pasado jueves 28 de marzo, acompañado del rector del ITESO Luis Arriaga, SJ, el Doctor Michael E. Engh, SJ, rector de la Universidad de Santa Clara de Estados Unidos, trazó un panorama general de la educación jesuita en ese país, desde la fiebre del oro hasta cómo cuidar la tierra y hacer un mundo más justo para todos.
“Hola a todos”, fueron las primeras palabras de Michael Engh, SJ, quien se apresuró a decir que ese era todo el español que sabía, con lo que arrancó las risas de los presentes, que continuaron cuando agradeció la invitación del ITESO, que lo hacía estar alejado de su oficina y sus responsabilidades.
Una de sus primeras responsabilidades recién nombrado rector de la Universidad de Santa Clara, en el 2009, fue el recibir a grupo de estudiantes de Beijing, China, del Partido Comunista, quienes querían aprender sobre la manera en que la universidad enseñaba ética y gobierno. Este, señaló, es un ejemplo de los temas y el enfoque educativo jesuita.
Aunque Santa Clara fue fundada en 1851, la presencia de los jesuitas en Estados Unidos data de 1789, y a partir de esta fecha, se han ido adaptando década a década a los cambios de la sociedad estadounidense, que tiene una larga y antigua tradición de “anticatolicismo”.
La migración de irlandeses a territorio estadounidense fue el detonante para que los jesuitas, así como otras congregaciones católicas, comenzaran a fundar a escuelas para los hijos e hijas de aquellos migrantes irlandeses, que no podían educarse en los colegios existentes por el anticatolicismo presente en estos. Estas escuelas sirvieron, además, como un ambiente que protegió a los jóvenes católicos.
Fue la fiebre del oro y la migración a California en busca del metal, lo que ocasionó que los jesuitas se establecieran en la región con el propósito de impulsar el centro educativo, que es hoy Santa Clara, para los migrantes. Así, dos años después del inicio de la fiebre del oro fue fundada la universidad, en 1851.
Uno de los primeros cambios que enfrentó el sistema educativo jesuita fue en el programa curricular, ya que los padres de los estudiantes demandaban una educación que los preparara para el comercio y los negocios, mientras los jesuitas se apegaban a las materias tradicionales como latín o griego, así que se adaptaron en aras de atraer tanto estudiantes como benefactores. Pronto ofrecieron programas no solo de comercio, sino de geología y minería, entre otros, que le darían a los estudiantes armas para integrarse a su entorno laboral.
Otro hito de adaptaciones de la universidad jesuita fue en 1964, cuando por decreto presidencial las universidades serían mixtas. “Ese fue el fin del mundo: Mujeres en el campus”, bromeó Engh, SJ, antes de mencionar que se tuvieron que construir edificios con baños para mujeres.
En 1982, en la universidad de Santa Clara la preocupación fue qué hacer en tiempos de gran injusticia social. “Contacto directo con los pobres: Conocer a los pobres, caminar con los pobres, entender cómo viven ya qué se enfrentan, y luego reflexionar sobre qué estoy haciendo, qué estamos haciendo en nuestra universidad para cambiar esto”.
A partir del 2001, los planes de estudio se reevaluaron, con el fin de acercar a los alumnos y alumnas a que experimentaran situaciones de justicia social y que emplearan sus conocimientos para mejorarlas.
¿Cuál es la prioridad de la educación jesuita actualmente? A la justicia social se añade la justicia ambiental y el poner los más avanzados conocimientos tecnológicos al servicio de quienes poseen granjas, para combatir uno de los problemas básicos de la humanidad: El hambre.