Artista visual, cinéfilo, profesor del ITESO. De su mente surgieron las piezas de arte con que el FICG reconoce a las cintas del Premio Maguey y el Premio de la Prensa.

Lápiz y papel han estado en sus manos desde que era niño (Guadalajara, 1975) gracias a su papá. Fue un “Toto” tapatío, un pequeño que se metía a manipular películas en salas como la Greta Garbo, al más puro estilo del inolvidable personaje de Cinema Paradiso, aunque, por distintas razones, hubo una época en la que se hartó del cine: “Lo mandé a la chingada”.

Adrián Guerrero, artista visual egresado del ITESO

Adrián Guerrero, artista visual egresado del ITESO

Cada cierto tiempo, este egresado de Arquitectura y de la Maestría en Filosofía del ITESO se trae “un pedacito de paz de los cerros” al hacer alpinismo; trabaja para el Gobierno de Guadalajara; en la universidad imparte el “Taller de escultura en cerámica” y es el artista detrás de las obras con que el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) reconoce a los filmes del Premio Maguey (diversidad sexual) y la Red Mexicana de Prensa Cinematográfica hace lo propio con un par de cortometrajes documentales mexicanos, a quienes se les da la pieza “El guerrero de la prensa” (en la foto).

 

¿Qué piensas de que tu pieza (el Premio Maguey) la haya ganado este año Gloria Trevi?

Trevi no es un santo de mi devoción, pero me gusta mucho el Premio Maguey, porque promueve una sociedad que, lejos de ser tolerante, entienda, porque no debemos tolerar, debemos entender, que es distinto.

¿Cuál fue tu primer contacto con el arte, con la arcilla, con el lodo?

Fue con el lápiz. Tengo un papá que desde que tengo uso de razón me llevó a un museo y me puso un papel en blanco y un lápiz enfrente (Jesús Guerrero Santos, uno de los artistas jaliscienses más importantes de las últimas décadas, egresado del ITESO). Mi papá dibujaba muy bien… Yo no lo hago igual que él.

¿Qué autores te han devuelto el placer por el cine?

(Krzysztof) Kieślowski me gusta muchísimo, pero me puede partir el hocico. Me puede partir la boca también (Peter) Greenaway; para mí sus cintas es como si hubieran agarrado la plástica y el cine, los hubieran juntado en una licuadora. Me quito el sombrero. (Federico) Fellini es un clásico que también me puede encantar; Bergman a veces sí y a veces no…

¿Qué tal se vive como artista plástico en Guadalajara?

Se vive como cada quién quiere vivir. Es difícil, pero es un placer. La verdad, si no tuviera todos los días retos económicos –como ha sido para mí en ciertas épocas– no continuaría, no tendría chiste.

¿Haces otras cosas además de ser artista visual?  

Tengo desde el 99 de lleno en el arte contemporáneo. Ahora, en los últimos meses (desde octubre) colaboro con el Ayuntamiento de Guadalajara, donde soy el director creativo de Proyectos del espacio público, que es algo que está bien chingón y que me quita tiempo y chamba, pero siempre he sido un crítico del gobierno y estar ahora dentro me hace querer hacer las cosas bien para que caminemos mejor.

¿Cómo preparas tus cursos?

Uso la cerámica como pretexto. En lo que dura un semestre no puedo hacer un ceramista o un artista, pero sí puedo hacerlos que se cuestionen a través de una pieza. Cada individuo es diferente y trabaja distinto, así que me voy acoplando y me voy haciendo un compañero de un proceso de cuestionamientos, no tanto un maestro.

¿Qué ciudades o espacios han significado algo importante en tu formación?

La montaña. Estuve en el Instituto de Ciencias y ahí me topé con el CAIC, así que he practicado el montañismo por más de 25 años; ahí está mi súper hit. No necesito estar en un museo o en una ciudad chingona, a veces no aguanto y simplemente corro al Nevado (de Colima). De la montaña me traigo silencio, que no tiene precio; es como traerte un pedacito de paz del cerro.

Adrián lleva tres sin ir a una montaña, justo la edad de su hija Julieta. “Ya no me puedo andar arriesgando tanto”. Texto Enrique González Foto Luis Ponciano