Desde su ingreso como profesor al ITESO fue un motor fundamental en la enseñanza de temas de derechos humanos

Formado desde muy joven en el Instituto de Ciencias (IdeC), el Colegio Jesuita de Guadalajara; uno de los fundadores del Programa Institucional de Derechos Humanos y Paz del ITESO, e impulsor de la creación del Centro Educativo Regional de Atotonilco (CERA), una preparatoria del ITESO con formación humana e ignaciana, Carlos Francisco Castañeda de la Rosa es recordado por amigos docentes como un hombre «leal, muy honesto, responsable, alegre y activo».

“Realmente se le va a extrañar mucho, y cuando tengamos oportunidad de regresar al ITESO, se va a sentir incompleto el Departamento de Formación Humana (DFH)”, señala Mauricio Maldonado, académico que conoció a Carlos desde hace más de 40 años, al coincidir como estudiantes de secundaria en el Instituto de Ciencias y descubrir que vivían a dos cuadras uno del otro, en la misma colonia.

Jorge Narro, también profesor del ITESO y compañero del DFH durante los últimos 14 años, destaca su capacidad para expresar sus opiniones con claridad aún si éstas eran polémicas.

“Era notablemente institucional, que salía en defensa del ITESO casi en automático si la crítica era infundada. Pero cuando criticaba a la universidad, lo hacía con los pelos de la burra en la mano, con datos y argumentos”, manifiesta. “Era bondadoso, de buena madera, con calidad humana”.

Compromiso jesuita en Jalisco

Carlos Castañeda de la Rosa tuvo una sólida formación jesuita desde su adolescencia, cuando era estudiantes del Instituto de Ciencias (IdeC), y su implicación llegó a tal punto que formó parte del Club Alpino de esa escuela (CAIC).

En este grupo, creado por Luis Hernández Prieto, SJ, (también fundador del ITESO), estudiantes y otros interesados se inscriben a excursiones de montañismo, escalada y paseos en la naturaleza, con el objetivo indirecto de imbuir los valores espirituales ignacianos.

“Había un enorme sentido de colectividad, de comunidad, se fomentaba eso en el CAIC. Había grandes expresiones de fe, misas, y Carlos era senderista de corazón”, recuerda Jorge Narro.

Aunque Castañeda de la Rosa aspiró a ser sacerdote de la Compañía de Jesús (llegó a ser novicio), finalmente optó por formar una familia y ejercer una vida académica. Las preocupaciones sociales y espirituales derivadas de su formación ignaciana influyeron tanto sus investigaciones como sus enseñanzas, especialmente durante su trayectoria en el ITESO.

“Reconocía y estaba de acuerdo con que el ITESO quisiera imprimir un sello en los estudiantes, que adoptaran los valores de las Orientaciones Fundamentales como el compromiso social o la inspiración cristiana”, señala Narro. “Pero al mismo tiempo, era defensor acérrimo de la autonomía de los estudiantes, es decir, no se les puede imponer la filosofía itesiana, y respetar esa autonomía como si fuera sagrada”.

Castañeda de la Rosa también será recordado por impulsar la fundación en 2001 del CERA, del cual fue su primer director. “Fue a solicitud de la comunidad para atender un rezago educativo, y Carlos la dotó de una currícula formativa humana e integral”, menciona Mauricio Maldonado.

Hasta su inesperado fallecimiento, Carlos era el titular de la asignatura “Contexto histórico-social” del DFH.

Cultura de paz y desapariciones en Jalisco

Desde su ingreso como profesor al ITESO en 1997, Carlos Castañeda de la Rosa fue un motor fundamental en la enseñanza de temas de derechos humanos y la resolución pacífica de conflictos. Ambas inquietudes entrelazadas llevaron a la creación del Programa Institucional de Derechos Humanos y Paz en 2006, y ese esfuerzo ahora es uno de los fundamentos educativos de la universidad para formar a sus estudiantes.

Castañeda defendió y luchó toda su vida por trabajar y aplicar la cultura de paz para que las personas mejoraran en la defensa de la dignidad humana. “Por lo general, las vulneraciones a derechos humanos se suelen abordar de manera punitiva, como meter una Fiscalía de Desaparecidos. Pero del otro lado debe venir la construcción de la paz para que la sociedad y las instituciones aprendan, no solo desde lo punitivo o ejecutivo, a que no haya crimen y a cómo disminuir la violencia, las desapariciones o las muchas omisiones en derechos humanos”, explica Maldonado.

Un tema relacionado con los derechos humanos en el que luchó con empeño para esclarecer y poner en la discusión pública fue el de las desapariciones en Jalisco. En 2013, Castañeda publicó una investigación, retomada en el “Informe sobre la situación de los derechos humanos en Jalisco” del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), en el que escudriñó una base de datos filtrada por la Procuraduría General de la República (PGR) al final del sexenio de Felipe Calderón (2006-2012).

“Se dio a la tarea de revisar esa base de datos para identificar a las y los desaparecidos de Jalisco, y se percató (fue pionero en eso) de que tenían un perfil, un rostro, chicas entre 16 y 20 años, de origen humilde, y elaboró la tesis de que era trata de personas”, recuerda Jorge Narro. «Carlos fue terco y obstinado, porque una vez que vio que ese tema era importante, no descansó hasta que logró lo que quería”.

Ambos profesores y cercanos a Carlos Castañeda no solo lo recordarán por sus reuniones semanales de dominó con sus amigos más cercanos, sus polémicas filosóficas o políticas, sino por el legado que deja al ITESO en la enseñanza de temas de derechos humanos.

“Que haya un programa que gusta a los alumnos, está perfectamente articulado en la enseñanza del ITESO y va a seguir mejorando, es una manera de homenajear y reconocer su legado”, sentencia Mauricio Maldonado.

Hitos de su trayectoria profesional

– Maestro en Educación y Procesos Cognoscitivos por el ITESO y Licenciado en Historia por la Universidad de Guadalajara.

– Fundador e integrante del Programa Institucional de Derechos Humanos y Paz del ITESO.

– Fundador del Centro Educativo Regional de Atotonilco (CERA), una preparatoria perteneciente al ITESO.

– Profesor del Departamento de Formación Humana.