El campus celebró el día de la universidad el miércoles 2 de noviembre. Se bailó, se cantó y se recordó a los que ya no están entre nosotros.
POR MARCELA GUTIÉRREZ Y ENRIQUE GONZÁLEZ
El ITESO ya llevaba varios años funcionando, 11 para ser exactos, pero en noviembre de 1968, un año que en muchos sentidos cambió la historia de las universidad y del México moderno, la Universidad Nacional Autónoma de México le otorgaba, un 11 de noviembre, la incorporación a la Universidad Jesuita de Guadalajara, brindando legalidad a los estudios de aquellos que empezaban a cursar sus carreras.
Fue también el año en que se completaba definitivamente la mudanza del ITESO desde el centro de Guadalajara al campus de Las Fuentes, unas cuantas hectáreas y unas cuantas carreras que a lo largo de casi seis décadas hoy ya suman más hectáreas, 33 licenciaturas y una veintena de posgrados entre doctorados y maestrías.
El Día del ITESO nacería cinco años después del 68. Las autoridades decidieron establecer esta simbólica fecha precisamente el 11 de noviembre, el día que los planes de estudio de la institución se incorporaron a la UNAM.
A 43 años de aquella decisión, hoy es el primer miércoles de cada noviembre cuando la universidad celebra su día, que este año coincidió con otro par de fechas significativas: la clausura del Festival Cultural Universitario y el Día de Muertos.
El miércoles 2 de noviembre, entre altares de muertos y catrinas, los combos musicales Leiden, Pumcayó y Costa de Ámbar cantaron para festejar el Día del ITESO y rematar el triple festejo con una mezcla de tradiciones y celebraciones que cobraron vida en varios rincones del campus.
Las flores de cempasúchil, las velas, el papel picado y los rostros pintados de calavera se dejaron ver en los pasillos, jardines y edificios del campus, algunos de ellos adornados con los altares que honraban a diferentes personajes que fueron parte de la historia de México o el mundo (incluido David Bowie).
Para apreciarlos y conocer la descripción de cada altar la cantante Leiden guio un recorrido por cada uno al son de su guitarra y voz, acompañada por acordeón y una segunda guitarra que incitaron a los transeúntes a unirse a la caminata.
Este desfile inició al atardecer en el cubo del edificio Q, justo en el momento en que la artista interpretaba una melodía para recordar a los muertos entre los vivos. Con esta señal, las catrinas y otras personas maquilladas como calaveras se reunieron para ser parte de él.
Diferentes historias se contaron: las de artistas que hicieron aportes destacables a nuestra sociedad; las de las vidas perdidas de las víctimas de un México inseguro; las de las mujeres que ya no están por causa de una enfermedad; las de mujeres y hombres que, al defender su libertad sexual fueron atacadas o asesinadas…
Algunos altares con motivos tradicionales y categorías libres concursaron por el primer lugar. En la categoría “Libre”, el ganador fue el altar “Miguel de Cervantes y Shakespeare”, realizado por el Centro de Lenguas, mientras que en la categoría “Tradicional” el primer lugar se lo llevó “Juegos y juguetes”, de la oficina de Servicios Escolares.
De nueva cuenta la cubano-mexicana Leiden, disfrazada de catrina, se apoderó del escenario para hacer bailar y cantar al público que en un momento sería partícipe con sus palmas en diferentes momentos de la canción “Turbio el corazón”.
El día concluyó con la participación de Pumcayó, banda tapatía que se esmera por producir texturas de rock progresivo y folk con un toque psicodélico y que soltó canciones como “Luciérnagas”, “Caldo de navajas” o “Pámpanos de río”, entre otras.
Honrar a los que se adelantaron
A la sombra de los árboles y con la mirada puesta en lo que esta universidad quiere ser en los próximos años, la misa dedicada al Día del ITESO que ofició el jesuita Pepe Martín del Campo se centró en recordar a los presentes que los que quedamos en este mundo debemos tomar la estafeta de aquellos que trabajaron para que la universidad fuera lo que es hoy.
“Que estos jardines sean reflejo de nuestros jardines internos”, pidió Martín del Campo, quien en el espacio de la Galería Jardín, frente a la biblioteca, deseó que el ITESO empiece a tener cada día “más maestros y menos profesores”, porque los maestros no solo dictan lecciones, sino que guían los procesos formativos de los estudiantes y así aspirar a construir alternativas de justicia y paz para una sociedad a la que le urgen. Foto Roberto Ornelas