En un mundo cada vez más conectado y digitalizado, la búsqueda de la espiritualidad y el significado en la vida puede parecer un desafío. Sin embargo, en medio de esta vorágine tecnológica, el Adviento nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el desapego tecnológico y la búsqueda del silencio interior en la era digital

Imagina que estás navegando en un mar virtual, donde las olas de información y las corrientes de redes sociales te arrastran sin cesar. En este océano de conectividad, encontrar un momento de calma y reflexión se siente cada vez más como un reto. Aquí es donde, entre todo el ruido, podemos encontrar en el Adviento un tiempo y espacio de silencio que nos ayude a volver a nuestro centro y a profundizar en aquello que nos conecta con todo.

El Adviento, que significa «llegada» en latín, es un periodo de cuatro semanas que precede a la Navidad en la liturgia de la Iglesia Católica. Es un tiempo de espera, reflexión y preparación espiritual para celebrar el nacimiento de Jesús. El Adviento también es un tiempo de reflexión sobre nuestra relación con las y los otros; sobre el servicio que brindamos, recordando el llamado de Jesús a amar y servir a los más necesitados, principalmente.

En el contexto tecnológico actual, el Adviento adquiere un significado especial. Esta temporada puede ser una oportunidad para desconectarnos de distracciones y encontrar un espacio de silencio en nuestras vidas. Es una llamada a dejar de lado por momentos nuestro smartphone, cerrar las pestañas del navegador y desconectar las notificaciones constantes, para conectar con nosotros mismos y con lo que nos rodea.

Para entender la magnitud del reto, consideremos que en México (Kemp, 2023) alrededor de 100 millones de personas usan internet, lo que es más del 78% de la población. La actividad dominante en línea no es otra que las redes sociales, con WhatsApp, Facebook, TikTok, Instagram y otras plataformas que capturan la atención de la mayoría. Y el tiempo que los usuarios de 16 a 64 años dedican, sumando todos los dispositivos y servicios utilizados (no sólo redes sociales), es de 8 horas en promedio al día.

Francesc Torralba (2012) señala al consumismo y a la hiperproductividad como algunos de los desafíos que la globalización digital presenta para nuestra vida interior. Ante esto, enfatiza en la importancia de desarrollar la inteligencia espiritual, como la habilidad que nos permite trascender lo superficial y ser conscientes de que formamos parte de un todo. Considera a esta inteligencia como una herramienta crucial para superar la división y el maniqueísmo de nuestra era. 

Un camino hacia el desapego tecnológico

En este periodo de preparación espiritual, además de contar con espacios de desconexión de los dispositivos y practicar el silencio tecnológico (https://cruce.iteso.mx/desconectarnos-para-conectarnos-la-practica-del-silencio-tecnologico/), podemos profundizar en el desapego de aquellas tecnologías que usamos día a día.

Cal Newport (2019) propone una reflexión crítica sobre cómo elegimos nuestras herramientas digitales, enfocándonos en las que realmente aportan un valor significativo a nuestras vidas. Holland Haiis (2014), por otro lado, sugiere que busquemos la estimulación y la incertidumbre (generadoras de dopamina) que nos proporcionan las redes sociales y nos mantienen atrapados, en otras actividades como el ejercicio físico y las experiencias al aire libre. 

El cuestionarnos sobre nuestro consumo tecnológico puede ser un buen inicio para aumentar la conciencia de nuestro involucramiento y relación con los productos y tecnologías que nos rodean. Nir Eyal (2014) explica cómo las aplicaciones se diseñan para ser adictivas, utilizando un ciclo que va desde los “detonantes” hasta los recursos que invertimos como usuarios para mantenernos enganchados.

Basados en el modelo Hooked de Eyal, proponemos unas preguntas que nos pueden ayudar a hacer una pausa y reflexionar:

  • ¿Qué estímulos externos o emociones internas me llevan a usar esta tecnología? Esta pregunta nos lleva a cuestionar sobre los desencadenantes externos (notificaciones) o internos (emociones o pensamientos), que inician el ciclo de uso para generar el hábito. Sin duda, los desencadenantes apelan a nuestras necesidades, ¿las podemos identificar?
  • ¿Qué acciones específicas realizo con esta tecnología y con qué frecuencia? Reflexionemos sobre lo que hacemos con las herramientas tecnológicas, cuándo, dónde, cada cuánto, etc.
  • ¿Experimento una sensación de recompensa o satisfacción impredecible al usar esta tecnología? Recompensas variables es como Eyal nombra a aquello que recibimos al realizar una acción con alguna tecnología y que libera dopamina, o la llamada “molécula de la recompensa”, en nuestro cerebro.
  • ¿Cuánto tiempo, esfuerzo o recursos he invertido en esta tecnología, y cómo me afecta eso para a volver a utilizarla? Se refiere a la inversión que, como usuarios, realizamos para usar la tecnología. Este costo es una parte importante para la continuación del ciclo y la creación del hábito.

Reconocer lo que hay detrás del diseño de aquello que usamos como herramienta y su efecto en nosotros, no es tarea fácil. Es un camino por recorrer a la par de las exigencias de la vida contemporánea y que podemos construir haciendo pausas, desconexiones conscientes de aquello tan incorporado en nuestros hábitos. Por esta razón, el Adviento se presenta como un período propicio para esta reflexión y meditación, para considerar cómo nuestra interacción con la tecnología impacta en nuestro bienestar personal y espiritual.

El Adviento, en esencia, nos invita a explorar la vida más allá de la constante avalancha de información. Nos anima a ralentizar, a redescubrir el valor del silencio interior y a reconectar con lo que realmente importa. Es una oportunidad para balancear nuestra vida en sus diversas dimensiones, eligiendo lo que nos acerca más a nuestros valores fundamentales y a una conexión más auténtica con nosotros mismos, con los otros y con lo otro. En un mundo donde estar “en línea” es la norma, el Adviento nos recuerda la importancia de la vinculación humana y de tomar conciencia de la tecnología como medio, y no un fin, para realmente conectarnos.

 

Referencias:

Eyal, N. (2014). Hooked: How to Build Habit-Forming Products. Penguin Random House.

Haiis, H. (2014). Consciously Connecting: A Simple Process to Reconnect in a Disconnected World. Balboa Press.

Kemp, S. (2023). Digital 2023: Mexico. DataReportal – Global Digital Insights. Recuperado de https://datareportal.com/reports/digital-2023-mexico

Newport, C. (2019). Enfócate. Consejos para alcanzar el éxito en un mundo disperso. Wilku.

Torralba, F. (2012). Vida espiritual en la sociedad digital: ¿Cómo desarrollar las vivencias interiores en la era de la globalización? Milenio