El ITESO reconoció la labor de sus docentes y entregó las constancias a 21 nuevos profesores titulares.  Equiparados con experimentados, pacientes y diestros artesanos, aquellos capaces de aplicar a su cotidiana labor“el rigor, el sentido de la colaboración, la obstinación por alcanzar la excelencia […] de aportar a las sociedades valores distintos y complementarios”, tal como les dijera en su mensaje el doctor Alfonso Alfaro, los profesores del ITESO fueron reconocidos en el Día del Maestro por las autoridades y los colegas de la institución.
A partir de las 6 de la tarde, el miércoles 15 de mayo poco a poco se fue llenando el Auditorio Pedro Arrupe, SJ, testigo al principio de una eucaristía a cargo de los jesuitas David Velasco, Jorge Dávalos y Pepe Martín del Campo, quienes recordaron el papel de maestro que desempeñó Jesús con sus discípulos y pidieron por los maestros mexicanos que exigen en las calles sus derechos en distintos estados del sur del país y, mencionó Velasco, están siendo estigmatizados por algunos medios y sectores de la población.
El festejo del Día del Maestro sirvió también para hacer oficiales las promociones académicas 2013, las cuales, por decisión del Consejo Académico del ITESO, dieron paso al nombramiento de 21 nuevos profesores titulares en esta Casa de estudios adscritos a distintos departamentos y centros de la universidad, quienes no solamente recibieron como regalos los aplausos de amigos, colegas y familiares, sino además una artesanía hecha por maestros alfareros de Tonalá, las cuales estuvieron expuestas en uno de los costados del recinto.
Antes de subir al estrado (integrado por Gisel Hernández, directora general académica del ITESO –en representación del Rector Juan Luis Orozco, SJ, de viaje en El Salvador–, así como por los académicos Victoria Torres, Felipe Alatorre y María Guadalupe Valdés, miembros del Consejo Académico) para recibir el documento que los acreditaba como profesores titulares, los asistentes escucharon el texto “Filón secreto”, una reflexión hecha ex profeso para la ocasión por Alfaro, historiador mexicano y Doctor Honoris Causa del Sistema Universitario Jesuita de México.
“Entre un arte con mayúsculas, voluntarioso y prometeico, y el objeto industrial, anodino, deletéreo y fugaz […] se encuentran los objetos construidos a escala del hombre. Sus formas son capaces de conjugar a un tiempo el uso y el estilo, la memoria y la innovación. Su territorio es el de las artes aplicadas y la artesanía”, leyó Alfaro, quien puso especial énfasis a la necesidad de que el país se reencuentre con su pasado y con los valores que han aprovechado otros países para forjar su grandeza e identidad.
“Ha habido en la historia pueblos cuya grandeza y poderío, y cuyo máximo esplendor, fueron logrados precisamente gracias al aprovechamiento de un capital humano cuidadosamente adiestrado a lo largo de siglos para esos menesteres de la dedicación exigente y de la paciencia creativa, sociedades que convirtieron a las manufacturas de lujo en una verdadera carta maestra de su fuerza y su predominio: Francia, Italia, China, Japón…”
Si se pretende aspirar a estos logros, manifestó Alfaro en su discurso (el cual fue repartido impreso a todos los que llegaron al auditorio), la educación deberá jugar un papel central.
“Los proyectos educativos orientados al estímulo de las artes aplicadas pueden ser instrumentos sumamente eficaces para recordarle a este país el papel singular que las destrezas y actitudes de los grandes artesanos pueden estar llamadas a desempeñar en el actual horizonte de nuestro desarrollo, en el nuevo pacto social que necesitamos con urgencia: un pacto capaz de contribuir a integrar a poblaciones que hoy parecen alejarse aceleradamente, cada una por su propio rumbo, de eso que alguna vez fue el proyecto común de la nación”.
No todo producto surgido del intelecto y la mano del ser humano puede llegar a ser una sinfonía de Beethoven, pero tampoco tiene que ser un objeto desechable y chatarra, expuso Alfaro, quien inició su disertación dedicada a los maestros del ITESO con un pensamiento de Octavio Paz, unas líneas en las que se puede rastrear esa conexión existente entre la labor artesanal y el universo educativo.
“La artesanía es el latido del tiempo humano. Es un objeto útil pero que también es hermoso. La artesanía nos enseña a morir y así nos enseña a vivir”. Texto Enrique González Foto Luis Ponciano