Rossana Reguillo del ITESO y Andrés del Río de la Universidad Federal Fluminense dialogaron sobre el perfil de los líderes populistas y las opciones ciudadanas en la conferencia “¿Qué lleva al poder a líderes como Trump?”

El populismo se ha convertido en un Frankenstein contemporáneo de humanismo precario, anti-estatismo, desprecio por el otro y por las minorías. ¿Qué opciones tenemos ante este azote que se construye desde el poder?, para los académicos Rossana Reguillo del ITESO y Andrés del Río de la Universidad Federal Fluminense está clara la opción: tomar la calle.

“Para mi recuperar la calle es una cuestión fundamental de resistencia”, expresó la profesora emérita de la Universidad Jesuita durante el panel “¿Qué lleva al poder a líderes como Trump?”, que forma parte del ciclo «¿El mundo sin Estados Unidos? Cómo entender el escenario internacional hoy», organizado por la Unidad Académica Básica de Estudios Internacionales del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos (Desoj) del ITESO.

“Una pregunta que me formulo constantemente es por qué hemos perdido tanta calle, veníamos de un ciclo maravilloso de toma de plazas en el 2010 con la Primavera Árabe, o en el 2016, con la huelga laboral francesa, y entró el 2017 y empezó una especie de sopor ante lo que fue creciendo frente a nuestros ojos. Para intentar formular una respuesta, tengo que acudir a la idea del hombre fuerte, es decir, perdimos calle, por la llegada de ciertos liderazgos, como Trump, creímos que su llegada iba a solucionar nuestros problemas”, reflexionó.

En el panel, llevado a cabo de forma virtual, se compartió la caracterización y el perfil de estos liderazgos entre los que se incluyó, además de Trump, a nombres como Javier Milei (Argentina), Jair Bolsonaro (Brasil), Viktor Orbán (Hungría), Nayib Bukele (El Salvador), Recep Tayyip Erdoğan (Turquía) y Andrés Manuel López Obrador (México).

Del Río, quien hizo una primera categorización de liderazgos de ultraderecha, consideró que estos políticos comparten cosas como el desprecio al otro y a la justicia social, el pragmatismo, el nacionalismo discursivo, la demonización del Estado, la crítica a los impuestos y la particularidad de ser gobiernos para elites.

“Son machistas, racistas, misóginos, antifeministas, homofóbicos, discriminadores, anti-LGBT y negacionista climáticos, están en contra la cultura y el arte, son xenofóbicos, políticamente incorrectos y tienen que ver con el discurso del odio y los beneficios que trae la polarización en el tema de movilizar emociones como la rabia y el odio”, explicó.

Además de ser conspiracionistas, también consideró que fomentan las fake news, hay casos en los que son antisemitas: “son extractivistas, utilizan las plataformas para canalizar memes, son farsantes de la libertad de expresión para multiplicar opiniones de frontera y de márgenes. Todos hablan de libertad, igual que hablaban los fascistas. Hay un culto a la violencia, a las milicias armadas, un culto al individualismo, como un espacio público y común y lo colectivo desarmado. Un culto de líder nostálgico, de un pasado que nunca pasó”.

Para Reguillo, una de las características del perfil de líderes como Trump es que se asumen o abrogan el derecho de hablar por esa entidad abstracta que se llama pueblo, pues hablando de “los verdaderos estadounidenses, los brasileños de bien –en el caso de Bolsonaro– o los salvadoreños decentes en el caso del populismo millenial de Bukele”.

Otra es el hecho de que son personajes que rompen con todas las reglas de la política formal y de lo que ellos denominan, la vieja política, en donde engloban, por ejemplo, al Poder judicial, que puede atajar el poder desmedido que van acumulando, pero principalmente a los medios de comunicación que se convierten en sus enemigos jurados. Como tercer rasgo, está la capacidad de movilizar emociones y exacerbar al extremo emociones primarias, como el miedo y la esperanza.

“Han aprendido a darle una habla al malestar, han sabido gestionar el profundo malestar social que se ha instalado en nuestras sociedades. Trump no inventó a sus votantes, sino que les supo hablar a gritos. Es también importante entender que estos liderazgos que emergen no solo son de la extrema derecha, también tenemos líderes de izquierda o de autoritarismo de izquierda”, añadió.

Finalmente, Del Río se sumó a la idea de que es en la calle donde está parte de la solución a este problema, donde además se debe llevar a la discusión dilemas como la concepción del sujeto individualista, en el que las construcciones colectivas no importan. Pero también llamó a pensar que, donde hay crisis civilizatorias, también hay movimientos subterráneos que van creando alternativas y mundos diferentes, “que uno no los escuche no es que no estén aconteciendo”, mencionó.

“No siempre ganan este tipo de liderazgos, perdieron muchas veces, y no sólo han tenido que salir, sino que en general hacen muy malos gobiernos en materia económica y social, entonces ¿qué propuestas tienen los que no están en estas líneas de pensamiento?, ¿cuáles son las alternativas y las utopías?”, añadió.

El ciclo El mundo sin Estados Unidos… tiene el propósito de analizar, desde distintas aristas, la arenas nacional e internacional con la llegada de líderes con un perfil que desafía el orden mundial y a las instituciones y valores que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial, mismas que habían sido guía de los Estados en materia, económica, política, comercial y de derechos humanos.

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