La fundación Una Segunda Mirada trabaja conjuntamente con el ITESO para facilitar la inserción laboral de personas con ceguera, sordera o ambas.
Zaira Guadalupe Vázquez y Jorge Alberto Neri buscan, por medio de un proyecto que surgió “en papel” hace tres años, una manera de insertar al mundo laboral a personas con discapacidad. En la primera fase trabajarán con individuos que padezcan sordera o sordo-ceguera, y su plan a futuro es apoyar a quienes tengan otras discapacidades.
Se trata de Una Segunda Mirada, proyecto que recientemente se integró a la incubadora del Programa de Formación, Incubación e Impulso de Tecnología Intermedia del Centro Universidad Empresa (CUE) del ITESO. Es una fundación que impulsa un modelo educativo que brinda capacitación en gastronomía a personas con dichas discapacidades, para luego vincularlas con empresas del giro y permitirles obtener un trabajo digno, explica Vázquez.
Entre los productos que ofrecen los beneficiados hay galletas, brownies y pastes de hojaldre (pan con distintos rellenos de origen británico), siendo estos últimos los que han colocado en algunas empresas con las que tienen relación con motivo del “Día del Paste”, realizado una vez al mes y el cual les permite obtener un ingreso, comenta Neri.
“Se les ofrecen talleres y no se busca dejarlos que se vayan a la calle a ver cómo les va, sino que la vinculación con la iniciativa privada, por medio de la adquisición de los productos que hacen, les permite tener un ingreso constante. Hacemos esa capacitación mediante un patrocinador en el ámbito gastronómico que los instruye incluso para ser chefs”, explica Neri.
Alianza entre universidades
Egresados de la Universidad de Guadalajara, los impulsores de esta iniciativa supieron de la incubadora del CUE en unos cursos que impartió la Secretaría de Promoción Económica. En estos momentos ya trabajan en el desarrollo de un plan de negocios para fortalecer lo que han avanzado en materia fiscal, legal, imagen corporativa y, sobre todo, en la búsqueda de recursos por medio de donativos conocidos como “padrinos”, a los que se sumarán recursos de la iniciativa privada.
“[La incubadora del Centro Universidad Empresa] del ITESO ha visto con buenos ojos el proyecto, lo cual es una forma de saber que vamos bien. Son gente experta, consultores los que nos van a asesorar”, afirma Neri.
El lema del proyecto es “Volver a mirar para sentir y actuar”
En cuanto al futuro de las personas que han apoyado con capacitación desde que empezó el la fundación en 2011, Vázquez comenta que la gastronomía “es un pretexto para lograr la inclusión laboral y la capacitación de estas personas. La asociación civil no busca que se conformen preparando pastes, sino que sepan que hay más. ¿Por qué no pensar en capacitarlas para que puedan realizar las actividades que desempeñamos y logren ser licenciados o técnicos en gastronomía, dependiendo de sus habilidades y objetivos en la asociación?”
La inquietud de echar a andar esta iniciativa surgió cuando Vázquez y Neri aprendieron el lenguaje de señas en una comunidad y empezaron a conocer cómo vivían sus integrantes. Si bien la sordera es una “discapacidad invisible, empezamos a ver que muchos no sabían ni leer o escribir; los grados de escolaridad que tenían son bajos”, dicen.
A partir de esa experiencia pensaron en el concepto de Una Segunda Mirada, “porque la primera impresión que teníamos [de ellos] era de personas dependientes, y al momento de adentrarnos en sus vidas vimos a personas capaces de hacer cosas y con ganas de hacerlas; el eslogan de la fundación es ‘Volver a mirar para sentir y actuar’. Toca abrir las oportunidades, los espacios y los medios para desarrollarse como cualquier persona”, agrega Vázquez, cuya tesis de Maestría cimentó el proyecto.
Si desea apoyar a la fundación o tener más información de la labor que lleva a cabo, puede escribir al correo electrónico unasegundamirada@live.com o visitar la página web www.unasegundamirada.org. Texto Gustavo Abarca Foto Luis Ponciano