Muchas personas hemos incurrido en prácticas poco saludables para perder o no subir de peso.

Era una niña hermosa en el camino de la muerte. Aquel día su cuerpo parecía una arruga bajo la sábana blanca, recibía alimentación a través de una sonda, en el antiguo Hospital Civil de Guadalajara. Dijo que toda la infancia había sido buleada por su sobrepeso. Por eso, en unas vacaciones de Semana Santa se impuso un reto junto con su prima: dejó de comer para perder kilos. Bajó. Bajó muchos kilos, muy rápido. En vez de sospechar, algunos —su mamá, por ejemplo— pensaron que se veía más guapa y se lo dijeron: medicina letal en el sendero de la anorexia. Ahora se estaba muriendo. Escribí una niña en el sentido correcto. Tenía 13 años.

¿Y tú? ¿Estás preocupado o preocupada por tu peso? ¿Sigues una dieta que te prohíbe comer ciertas frutas o verduras? ¿Cuentas las calorías de lo que consumes cada día de manera obsesiva?

Si es así, cuidado. Hay una línea delgada -para algunas personas muy delgada- entre el cuidado saludable del cuerpo y los llamados trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Los más comunes son la bulimia y la anorexia. A veces llegan juntas.

La Guía de Trastornos Alimenticios que la Secretaría de Salud (SS) publicó en 2004, los define como “un conjunto de síntomas, conductas de riesgo y signos que puede presentarse en diferentes entidades clínicas y con distintos niveles de severidad”. Ocurren cuando una persona no consume las calorías que su cuerpo necesita para funcionar, de acuerdo con su edad, estatura y ritmo de vida.

Muchas personas hemos transcurrido por conductas poco saludables para perder peso o mantenernos como estamos, afirma la coordinadora de la carrera de Nutrición y Ciencias de los Alimentos, Laura Arellano Gómez. Eso no significa que tengamos bulimia o anorexia, pues para afirmar que alguien está en estas condiciones de enfermedad se requieren evaluaciones médicas y psicológicas muy precisas. El problema es que en ese transcurso existe un riesgo serio de desarrollar un TCA.

Ya en 2004 la Guía de la SS advertía que la anorexia afectaba a entre 0.5 a 1.5% de la población, y la bulimia a tres por ciento. Las más vulnerables, según este documento, son las mujeres adolescentes y jóvenes. En 2003, advertía que unas 225 chicas habían ingresado por estos males a la Clínica de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente.

El 30 de noviembre de 2017, durante el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos Alimenticios, los números actualizados dieron cuenta del horror que sufren varias personas en la lucha por tener una imagen que es considerada más valiosa: cada año se documentan 20 mil casos nuevos de bulimia y anorexia. Esto quiere decir un aumento de 300 por ciento en los últimos 20 años.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2012, entre 19 y 30 por ciento de las universitarias muestran algunos síntomas de TCA, por su obsesión en su imagen corporal. La situación se agrava en seis de cada diez deportistas, como las gimnastas olímpicas, bailarinas y patinadoras.

La presión para que todas las mujeres tengamos cierta forma es muy fuerte, dice la doctora Laura Patricia Arellano, quien llama la atención sobre la paradoja de que, al mismo tiempo, en México las muertes que desencadena la obesidad son mayores que las que causa la violencia.

La especialista en nutrición explica que cuando existe un diagnóstico de bulimia o anorexia su tratamiento debe ser multidisciplinar, pues la obsesión está más allá de lo estético e implica una pérdida de control sobre estos padecimientos.

Añade que las enfermas —pues la mayoría son mujeres— no siempre son comprendidas por la sociedad ni por su grupo afectivo más cercano. No se trata de personas malcriadas, se trata de víctimas de un padecimiento, que no pueden controlar una situación.

Por esa razón, en los consultorios de la Clínica Nutricia, atendidos por personal y estudiantes de la carrera de Nutrición y Ciencias de los Alimentos es posible comenzar el diagnóstico de los TCA, pero ningún profesional de la nutrición y alimentos puede tratar por sí solo a una paciente. Es indispensable la atención psicológica y, quizá, la psiquiátrica y endocrinóloga.

Un grano de arena en la prevención es la información y el combate a algunos mitos, afirma la coordinadora de la licenciatura en Nutrición Laura Patricia Arellano: en condiciones de salud regulares no son confiables las dietas que prohíben algún alimento. Antes de seguir una tendencia de alimentación es indispensable consultar fuentes apropiadas. Por las regulaciones mexicanas light significa lo mismo que nada; es mejor consultar la información de los alimentos en sus etiquetas. (Entra al blog de la carrera y encuentra más información sobre alimentación saludable blogs.iteso.mx/nutricion).

Lo más importante, insiste la académica, es consultar a un especialista. La carrera de Nutrición y Ciencias de los Alimentos del ITESO ofrece asesoría profesional y un acompañamiento nutricional y deportivo, que permite que incorpores rutinas saludables a tu complicada agenda universitaria, poco a poco. Las citas pueden concertarse en el correo nutricia@iteso.mx.

Ojalá la niña de 13 años y su familia hubiesen tenido información adecuada antes de la pesadilla.