En el segundo diálogo del ciclo Pensamiento Jesuita sobre la Actualidad, dos sacerdotes exploraron el aporte de las tradiciones religiosas a la construcción de la paz.
José Alfredo Martín del Campo, SJ, coordinador de pastoral del Centro Universitario Ignaciano, está seguro de que si Jesús, Mahoma y Moisés se juntaran hoy a conversar, podrían entenderse a la perfección.

José Martín del Campo, SJ, el moderador Luis Marrufo, jefe del Centro de Formación Humana del ITESO y Alexander Zatyrka, SJ

José Martín del Campo, SJ, el moderador Luis Marrufo, jefe del Centro de Formación Humana del ITESO y Alexander Zatyrka, SJ

¿Por qué? Porque, más allá de las interpretaciones que hacen de la religión los grupos extremistas que tienen a Medio Oriente en llamas, ciertos legisladores del Congreso de Estados Unidos que debaten, basándose en la Biblia, sobre si los homosexuales tienen derechos civiles o no, o aquellos ciudadanos indios que dudan, por sus creencias religiosas, si una mujer tiene autonomía sexual, existe algo llamado mistagogía.

Alexander Zatyrka, SJ, el segundo integrante del tándem que conformó la segunda sesión de los diálogos Pensamiento Jesuita sobre la Actualidad, la tarde del jueves 19 de marzo en la biblioteca, la explicó así: es una pedagogía espiritual que capacita a la persona a acercarse al misterio como una experiencia vital, “a descubrir una armonía y que todos somos parte de una misma realidad, que somos hermanos y responsables unos de otros”.

Los jesuitas y académicos discutieron sobre el papel de las religiones ante la violencia, y cuál es el aporte de las tradiciones religiosas en la construcción de paz.

Zatyrka, del Departamento de Filosofía y Humanidades, empezó por cuestionar lo que se entiende por religión y la trivialización que en ocasiones se hace de ella.

“Nosotros, siempre que hablamos de religión decimos puras tontadas”, opinó Martín del Campo. “Nunca hablamos de la experiencia mística, que es realmente el asunto más importante. Si todas las religiones regresaran a vivir como vivieron los grandes místicos, podrían dialogar perfectamente”.

Todas las religiones fueron fundadas por místicos que tuvieron una experiencia profunda de Dios y se preocuparon por transmitir esa experiencia, recordó Zatyrka, razón por la cual la mayoría de esos fundadores no escribió ningún libro.

“Su preocupación no era dejar una serie de reglas y doctrinas o referentes de ese tipo— que a veces es lo que desvirtúa el camino religioso—, sino asegurarse de facilitarle a quienes los seguían la experiencia de trascendencia, es decir, toparse cara a cara con Dios”.

Zatyrka agregó que, históricamente, el ser humano ha necesitado encontrarle sentido a su vida, y la religión puede dársela, aunque a veces, en su desesperación, le incorpore elementos que lo deshumanizan. “[Al ser humano] se le convence, es manipulable; tenemos esta proliferación de ofertas de sentido, lo que solemos llamar sectas”.

¿Cómo dialogar desde nuestras diferencias?
En un diálogo constructivo nadie se puede apropiar de la verdad, subrayó Martín del Campo. “La verdad nos apropia. Jesús no dejó un manual, dejó su espíritu para que inventen un nuevo futuro. No necesito adoctrinar al otro, sino vivir congruentemente en un testimonio de que mi vida aporta algo a la historia y al problema de la paz”.

En este planeta siempre ha habido una persona que ve el mundo de tal manera y un vecino que lo ve de otra, por lo que “es probable que tengamos pautas de conducta distintas”, mencionó Zatyrka, quien deslizó la idea de que la respuesta puede estar en el mundo de la mística, en comprender que el ser humano es relacional y que Dios es relacional.

“Si quiero saber quién soy yo o cuál es mi identidad, no hay otro camino que entrar en relación con los demás”. Por ahí se empieza a construir la paz. “Si una tradición religiosa no transmite eso —si no capacita a la persona para ver en el otro a un ser humano con elementos similares, con inquietudes, con posibilidades, si no hace que se dé cuenta que nadie le sobra en su proyecto de vida—, estaríamos en el mundo de las ideologías, de las visiones espurias de sentido que no necesariamente tiene referencia a lo auténticamente religioso”. Foto Luis Ponciano