Necesitas aprender a leer las etiquetas de tu comida. En México no se exige a las empresas información clara sobre el contenido de sus productos para que cualquier persona decida si los incluye o no en su dieta. Este tema será uno de los ejes de las actividades en torno al Día del Nutriólogo que organiza esta semana la carrera de Nutrición y Ciencias de los Alimentos.

¿Cuántas cucharadas de azúcar hay en una bebida deportiva? ¿Es mucha la cantidad de grasas saturadas que hay en seis galletas? ¿Puedo agregarle más sal a una sopa instantánea? En países como Inglaterra o Brasil la información que contienen las etiquetas de los alimentos que se venden en supermercados ayuda a responder algunas de estas preguntas.
En dichos países se usan los colores del semáforo (verde, ámbar y rojo) en las etiquetas frontales de algunos productos para valorar si la sal, las grasas y el azúcar están dentro de lo que se considera como permitido, de acuerdo a las recomendaciones internacionales de consumo diario para un adulto.
Por ejemplo, en el empaque de una pizza congelada en un supermercado inglés, la cantidad de grasas saturadas está marcada en rojo, mientras que en la etiqueta de una galleta de nieve bañada con chocolate encontrarás tres componentes en rojo: azúcar, grasa y grasa saturada.
Este etiquetado todavía no es obligatorio y tampoco ofrece información sobre si el producto es adecuado para los niños, incluso en productos destinados a ellos.
En el caso de México, llegar a entender si el contenido de algún alimento procesado está dentro de lo recomendado implica todo un proceso de aprendizaje.
“La información está ahí, pero no es fácil de interpretar. Necesitas que te enseñen a leerla, cuando debería ser algo mucho más sencillo de descifrar”, señala Laura Arellano, académica de la Licenciatura en Nutrición y Ciencias de los Alimentos en el ITESO.
Una de las dificultades de los etiquetados mexicanos es que únicamente describen el contenido de 30 gramos, aunque el peso del paquete sea mayor. Además, los porcentajes de grasa y azúcar de la dieta de una persona dependen según el sujeto, mientras que el cálculo está hecho sobre dos mil calorías, que no necesariamente son adecuadas para toda la población.
En la etiqueta de una lata de un refresco de 355 mililitros se detalla que tiene 37 gramos de azúcar y que con ello se cubre el 41% de la recomendación diaria. Esto quiere decir que tendrías que ingerir más de dos veces esa cantidad para acercarte a tu 100% (unos 90 gramos), aunque estarías muy por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en 2014 abrió la discusión respecto a que la ingesta de azúcares de un adulto con un índice de masa corporal normal no debería ser mayor a 25 gramos por día, es decir, seis cucharadas cafeteras para mujeres y nueve para varones.
La académica asegura que la Norma Oficial Mexicana necesita mejorar y actualizarse y que en abril de 2014 la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (www.cofepris.gob.mx) propuso en el Diario Oficial de la Federación que, de manera voluntaria, las empresas pusieran un sello distintivo que informara sobre sus contenidos de grasa saturada, sodio y azúcar por porción.
“Aún hace falta mejorar los puntos de corte que proponen para decir si un alimento es saludable o no y los criterios para poderlo hacer en categorías [verde, amarillo y rojo]”.
Arellano, quien imparte en el ITESO un taller de bebidas azucaradas, señala que tanto el gobierno como la industria alimenticia deberían hacer un mayor esfuerzo por informar al consumidor qué es lo que está comiendo.

¿Por dónde comenzar?
Ante la falta de información clara en los alimentos procesados en México, una persona interesada en cuidar su ingesta de azúcar, grasa o sodio tiene la opción de buscar asesoría con un experto en nutrición.
En el ITESO, como parte de la celebración del Día del Nutriólogo, se impartirán tres talleres en los que se analizará la composición de algunos de los productos que se pueden adquirir en el campus; se realizarán el miércoles 28 de enero en el jardín frente a la Cafetería central.
“Por ejemplo, ¿quieres conocer cuánta azúcar tiene un Gatorade? Te lo vamos a dar, vas a leer y vas a calcularlo en el momento con una fórmula sencilla. Te vamos a dar una bolsa de azúcar y esa cantidad de azúcar la vas a poner en un vaso, entonces vas a saber cuánta te estás comiendo al tomar esa bebida. Vamos a calcularlo también con alimentos ricos en sodio y grasas saturadas”, detalla Francisco Vázquez, presidente de la Sociedad de Alumnos de la licenciatura.
Vázquez comenta que además realizarán mediciones antropométricas y, dependiendo de cómo esté tu Índice de Masa Corporal (IMC), informarte si tienes riesgo de alguna enfermedad y darte la asesoría correspondiente, servicios que durante el resto del semestre la carrera les brinda a los universitarios en la clínica nutricional ubicada en el Edificio M.
“Si queremos corregir el problema de raíz [la obesidad] no podemos nada más poner dietas; la mayoría de los problemas alimentarios derivan de una falta de conocimientos”, afirma el estudiante.
El Centro de Educación Física y Salud Integral (EFSI) se sumará al Día del Nutriólogo con un espacio recreativo que busca vincular la alimentación con la actividad física. Además, se impartirá la charla “Nutrición y rendimiento deportivo”, a cargo de Luis Aarón Quiroga, a las 9:00 horas en el Auditorio Q.
Otro aspecto que se abordará el miércoles será la seguridad y la soberanía alimentaria de México, con representaciones gráficas de cómo está el país en los temas de pobreza y el poder adquisitivo de los ciudadanos a la hora de cubrir sus requerimientos nutricionales, actividad en la que el Huerto Agroecológico Universitario presentará su proyecto de producción de alimentos sustentables en un entorno urbano.

 

Hábitos alimenticios en el ITESO

En el semestre Otoño 2014 se hizo un estudio para ver cómo estaban los equipos representativos del ITESO, los alumnos de nutrición y los profesores de tiempo fijo del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad. En esta muestra se encontró que aunque los jóvenes mostraron un correcto peso y un aceptable porcentaje de grasa, sus hábitos alimenticios no eran los más correctos.
“Nos damos cuenta de que los alumnos comen cada dos horas y sus alimentos no son los más saludables [demasiada comida chatarra y bebidas azucaradas]; muchos se brincan el desayuno y hay algunos que tienen prácticas para control de peso poco adecuadas –ayunos prolongados y tomar diuréticos o laxantes–, que son los menos, pero sí encontramos a quienes sí tenían ese tipo de prácticas”, refiere Arellano.

Así se ven dos mil calorías

En casa

El New York Times fotografió una serie de menús que una persona puede comer en el desayuno o en la cena en locales de comida rápida o restaurantes como Olive Garden y cuyo contenido calórico supera las dos mil calorías. Al final, el periódico incluyó imágenes de los alimentos consumidos en casa que juntos alcanzan el mismo contenido calórico. Especialistas como nutriólogos y doctores, chefs y hasta escritores de Estados Unidos –también la misma primera dama, Michelle Obama–, llevan años promoviendo una nueva dieta: la comida preparada en el hogar, por ser más sana y más barata.