La obra del Premio Nobel de Literatura tiene una importante proximidad con el ideario jesuita, como la promoción de la justicia y la libertad, destacó David Fernández, SJ, Rector de la UIA Ciudad de México.

Las instituciones que integran el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) otorgaron el Doctorado Honoris Causa al Premio Nobel de Literatura 2003, John Maxwell Coetzee, debido a su contribución excepcional en el campo de la filosofía y a que su obra literaria “observa una proximidad importante con los principales lineamientos del Ideario jesuita, entre los que destacan: la promoción de la justicia y la libertad, la formación humanista, la crítica a la exclusión y la violencia y el favorecimiento de una cultura de la paz, equidad y respeto, así como la lucha contra las condiciones de pobreza que aquejan a los más desfavorecidos”, señaló David Fernández, SJ, Rector de la Universidad Iberoamericana (UIA) Ciudad de México.

JM Coetzee recibió Doctorado Honoris Causa de parte de las universidades jesuitas de México

JM Coetzee recibió Doctorado Honoris Causa de parte de las universidades jesuitas de México

En representación de las UIA Ciudad de México, Puebla y Tijuana, el ITESO, el Instituto Superior Intercultural Ayuuk y la Universidad Loyola del Pacífico, Fernández Dávalos destacó que las novelas de Coetzee confrontan al lector con una “realidad brutal, sin maquillajes sociales”, que le han hecho “tomar conciencia sobre el racismo y la segregación, así como de las paradojas de una sociedad que aún no acaba de abandonar las prácticas de un sistema totalitario que ha mantenido a la población controlada y sometida”.

“Doctor John Maxwell Coetzee, recibe esta beca y esta medalla con la leyenda Tradidit deus mundum disputationi (Dios puso al mundo para ser pensado), que representa la tradición educativa de la Compañía de Jesús, para que con ella no solo sobresalgas sobre los demás en dignidad, sino que también estés protegido para la lucha”, dijo el Rector de la UIA, al imponer el 5 de abril esta distinción al nuevo doctor, quien prometió guardar los derechos, los privilegios y el honor de las universidades del SUJ.

El Premio Nobel de Literatura y dos veces ganador del Premio Booker, considerado el más prestigioso de la literatura en lengua inglesa, reflexionó sobre el origen de las universidades y el papel de los profesores, quienes en el pasado fungían como empleados contratados por sus estudiantes y a su vez eran los jueces de sus empleadores.

Sin embargo, destacó que siglos después surgió la idea de la universidad como el hogar de la investigación libre –como un lugar por encima del alboroto del mercado–, donde el aprendizaje podía ser perseguido por sí mismo.

En la ceremonia celebrada en la UIA Ciudad de México, el doctor Pablo Lazo, director del Departamento de Filosofía de esta casa de estudios, quien fungió como padrino de John Maxwell Coetzee, resaltó que en las novelas del autor se encuentran “descripciones de acciones y pasiones crudas, en su estado más elemental de deseo y ternura, o de maldad y traición, pero nunca una intención de elevar estas acciones a un modelo de lo humano”.

Comentó que cuando uno lee alguna obra de Coetzee, lo narrado se extiende a su vida y no le deja escapatoria respecto a la reflexión crítica y un cierto estado emotivo frente a las condiciones sociales que se viven actualmente y que no parecen estar alejadas de los problemas de varios años atrás.

En la ceremonia participaron César Octavio Palacios González, SJ, director del Instituto Superior Intercultural Ayuuk; Enrique Pasta Muñúzuri, rector de la Universidad Loyola del Pacífico; José Morales Orozco, SJ, rector del ITESO; Fernando Fernández Font, SJ, rector de la UIA Puebla, y David Fernández Dávalos, SJ, rector de las UIA Ciudad de México y Tijuana.

A lo largo de su historia, el SUJ ha entregado el Doctorado Honoris Causa a personajes que han aportado a la filosofía, la pedagogía, las humanidades y las ciencias sociales, entre ellos: el Dalai Lama, el sociólogo francés Alain Touraine, y los académicos Jorge Manzano, SJ (+) y Alfonso Alfaro, del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO. Texto y Foto UIA Ciudad de México