El Centro Universitario Ignaciano oferta un programa de formación para quienes trabajan en una universidad como el ITESO, consideran que la espiritualidad ignaciana no es solo un factor de identidad, sino un camino que impulsa el desarrollo personal y el mejor servicio hacia las y los demás.

POR FRANCISCO JAVIER CIBRIÁN Y GERARDO VALENZUELA, SJ

Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, el Peregrino, vivió una doble peregrinación. Una externa, que consistió en recorrer diversos caminos de la España y Europa a finales del medievo, además de un viaje a Tierra Santa. La otra, interna, que le llevó a tomar conciencia de los diversos movimientos íntimos (“diversos espíritus”), de conciencia de sí mismo, de sus deseos más profundos, de búsqueda y encuentro con Dios.

San Ignacio fue guiado por un itinerario espiritual durante toda su vida. Este peregrinar espiritual no es algo reservado para aquellas mujeres y hombres que han vivido experiencias místicas, sino que toda persona está llamada a desarrollar su dimensión espiritual, a ser consciente de su itinerario espiritual y a impulsarlo para vivir su vida con un sentido más profundo, en paz, serenidad y felicidad interior.

Para las y los colaboradores del ITESO, vivir la espiritualidad a la manera de San Ignacio no es solo un factor de identidad, es también un camino que impulsa el desarrollo de la persona desde la dimensión espiritual y un modo de proceder en el día a día para dar lo mejor de sí al servicio de los demás, a partir del autoconocimiento, la interioridad y el discernimiento.

La formación en términos espirituales y el acompañamiento en este peregrinar interno, de quienes trabajan en las distintas áreas universitarias, son parte de las labores que atiende el Centro Universitario Ignaciano (CUI), y para este fin ha generado la Ruta Ignaciana para colaboradores.

“Esta ruta retoma la experiencia de todos los procesos formativos que ha brindado el CUI, con el apoyo del equipo de jesuitas y de distintos especialistas del ITESO”, comenta Paulina Quintero, académica del CUI que coordina la formación ignaciana de colaboradores, “su objetivo es proporcionar, desde las bases, un marco de referencia sobre la espiritualidad de San Ignacio, así como la preparación para el cultivo interior y la adopción del discernimiento para su aplicación en diversas circunstancias de la vida.”

Son cuatro módulos los que integran la propuesta de la ruta. Cada uno consta de 10 sesiones acompañadas durante el semestre por sacerdotes jesuitas y académicos. El primer módulo inicia con conceptos sobre espiritualidad en general y después el conocimiento de la espiritualidad cristiana, la vida de San Ignacio, historia de la Compañía de Jesús y elementos clave de la espiritualidad ignaciana. Después de este módulo se incorporará el viaje del Legado Jesuita, recorrido por sitios históricos de la Compañía en Guadalajara y el centro del país, para vivir de manera experiencial lo expuesto en la primera fase, señala Quintero.

El segundo módulo aborda el tema de la autoconciencia, que consiste en un estudio de la historia personal, la conciencia corporal, el sentido de vida y el trabajo del principio y fundamento. Después de este módulo, agrega la académica del CUI, se invitará a los participantes a que realicen los Ejercicios Espirituales.

“Con los módulos iniciales la persona obtiene las bases para abordar el discernimiento […] El tercer módulo se centra en el discernimiento personal y el cuarto en el discernimiento con enfoque en la acción política”, que consiste en aplicar la metodología en problemas o situaciones con impacto social.

Este semestre se abrirá el primer módulo los miércoles de 16:00 a 18:00 horas (inicio el 11 de septiembre) y el segundo módulo los jueves de 9:00 a 11:00 horas (inicio el 12 de septiembre). Para ingresar al segundo se solicita contar con los conocimientos básicos mencionados del primer módulo.