Diana es de Tepic, Julio César viene desde Oaxaca y Alejandra es tapatía. Ellos han apostado por una ingeniería diseñada para innovar en el inagotable ámbito de las empresas de servicios. 

Están listos para comenzar.

Se les nota desde que se les ve tomar notas en el aula, por la manera en que hablan de lo mucho que les gusta el campus ITESO o de las empresas que desean crear o mejorar en un futuro no muy lejano.

Diana Navarro, Julio César López y Alejandra Benavides tienen procedencias distintas, Tepic, Oaxaca y Guadalajara, y hoy coinciden en esta universidad como integrantes de la primera generación de una nueva carrera que, con sus 36 inscritos, ha empezado con el pie derecho: la Ingeniería en Empresas de Servicios.

Todos, literalmente todos utilizamos uno o decenas de servicios diariamente: nuestro celular, una computadora, el transporte público, el auto, acudimos al doctor… Y es justo en ese vasto mundo donde se desenvolverán Alejandra, Diana y Julio César, buscando mejorar los procesos de empresas, gobiernos, escuelas, ONG, hospitales y cientos de miles de ejemplos más.

Pero, ¿cómo llegaron aquí?

Diana

Diana se topó en Tepic con un folleto del ITESO en una expo universitaria y se emocionó, así que les planteó el plan a sus padres, estos la apoyaron completamente y ya se encuentra viviendo en una casa de residencia y vislumbrando los proyectos que desea construir en su carrera.

“Somos el primer país en obesidad, así que me gustaría abrir centros de nutrición basándome en las necesidades de la sociedad, algo que vaya a necesitar; centros con servicio de nutriólogos, psicólogos, clases, gimnasio, algo completo”.

Alejandra

Ella ni siquiera sabía que existía la Ingeniería en Empresas de Servicios; fue su padre quien le mostró el programa y la animó a informarse un poco más. Con una empresa familiar dedicada a los servicios de copiado, la decisión se tomó pronto. “Quiero aplicar mis conocimientos a esta empresa y que con el tiempo sea más funcional y el cliente se sienta más satisfecho con sus servicios. Todas las materias son muy aplicables a lo que yo quiero trabajar en el futuro”.

Julio César

“El cambio a Guadalajara fue muy, muy difícil”, reconoce este oaxaqueño de 18 años. Inquieto, curioso y notablemente emocionado por vivir la experiencia de vivir y estudiar lejos del hogar, Julio César llegó a contar hasta 15 carreras dentro de su campo de interés. Paso a paso, dialogando y mediante preguntas bien enfocadas, su familia –y en particular su hermano, médico– redujeron las opciones a dos: medicina (de hecho fue aceptado en una universidad de Oaxaca) y la ingeniería en la que ahora está inscrito.

“Lo que a mí me importaba era el plan de estudios y mi papá me perfiló”, cuenta este amante de los deportes, sobre todo de la natación, el atletismo, el voleibol y las artes marciales. Después de pasar un arduo proceso de admisión, de buscar dónde instalarse durante el semestre y de acudir a sus primeras clases mientras intenta descansar del largo viaje en autobús que lo depositó en Guadalajara la noche del lunes que inició el semestre, Julio César se ve feliz en el campus.

“El campus es maravilloso, ufff, es otra onda. Allá en Oaxaca no hay universidades así, de esta magnitud. Me gusta mucho la ciudad; la última vez que vine yo era muy chiquito y no recordaba mucho, ahora es un cambio extremo, la infraestructura impresionante, es grandísima, y los carros, el tráfico… No es muy tranquila, pero es muy bonita”.

Ninguno duda un solo momento al describir el excelente ambiente que han encontrado entre sus compañeros y de la disposición de los profesores para resolver sus dudas e inquietudes.

“El salón tiene muy buena vibra, todos respetan las ideas de los demás; los profesores son muy abiertos, si necesitas algo te escuchan y el campus está padrísimo, es enorme. Llegas aquí y te sientes relajado, con ánimos de venir a estudiar”, cuenta Alejandra, quien ya se fue a inscribir a los equipos de atletismo itesianos.

Y mientras Diana visualiza lo que algún día será su propia empresa o Julio César se apresta para empezar a tomar clases de inglés –tiene toda la intención de irse de intercambio a Canadá–, la Ingeniería en Empresas de Servicios del ITESO y sus otros 33 estudiantes continúan trabajando en la construcción de una carrera que quiere cambiarle la cara al mundo. Texto Enrique González Fotos Luis Ponciano