Luis Ángel Oseguera Farías es estudiante de la Licenciatura en Gestión Pública y Políticas Globales, fue nombrado como uno de los Delegados Juveniles Indígenas para representar a México en las Naciones Unidas
Son pocas las personas que pueden presumir haber representado a México en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU); aún menos los jóvenes universitarios que lo logran. Afromexicanos, solo uno.
Luis Ángel Oseguera Farías es oriundo de El Paso, comunidad con menos de 500 habitantes ubicada en el municipio de Cotija, Michoacán. Es hijo de campesinos y el mayor de tres hermanos. De madre afrodescendiente, él se reconoce como afromexicano.
Desde 2016 es estudiante del ITESO becado al 100 por ciento por el programa Universidad Solidaria, que apoya a estudiantes indígenas o de sectores marginados.
“Entrar al ITESO ha sido extraordinario. Ha sido un tiempo de mucho crecimiento personal; estar aquí me ha hecho reflexionar sobre mi identidad, mi familia y todo el bagaje que traigo detrás de mí”.
Actualmente Luis Ángel estudiante de séptimo semestre de la Licenciatura en Gestión Pública y Políticas Globales, y es ávido participante en actividades extracurriculares. Coordinó durante varios semestres el grupo estudiantil Unisol, fungió como consejero electoral y cursó un semestre de intercambio en Colombia, es también el presidente de la sociedad de alumnos de su carrera.
Su más reciente logro fue ser seleccionado por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) para ser Delegado Juvenil Indígena y unirse a la Delegación de México durante el 74° periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.
Del 26 de septiembre al 19 de octubre, colaboró con el equipo mexicano ante la Comisión de Desarme y Seguridad Internacional y dio un discurso en materia de política macroeconómica y cooperación para el desarrollo.
“Quería conocer cómo es que se trabajaba en la ONU. Es un espacio donde tienen que estar representadas todas las poblaciones y representar a la población campesina, indígena y afrodescendiente mexicana fue una de mis grandes motivaciones”, afirma.
A partir de esta experiencia, Luis Ángel regresó convencido de trabajar en el servicio público, para contribuir a mejorar la vida de las personas. “Aprendí mucho de cómo podemos lograr una sociedad en la que convivamos todos, respetando las culturas de cada uno y también entendiendo que hay muchas desigualdades”, dice.
“Al estar en estos espacios no puedes estar desconectado de nuestra realidad; yo siempre estuve muy consciente de dónde vengo y de lo que significaba para mí y mi familia que estuviera ahí. Pude reafirmar mi identidad, mi origen y las razones por las que quiero luchar”, añade.
Visibilizar
Su trabajo como integrante de Universidad Solidaria se enfoca en visibilizar a los estudiantes provenientes de comunidades indígenas y rurales en el ITESO. Sin embargo, confiesa que el más beneficiado ha sido él, puesto que gracias a la convivencia con los estudiantes que integran este grupo, ha podido conocerse a sí mismo.
“Yo estoy aquí por suerte, pero hay muchos que no pudieron estudiar la universidad, no por decisión, sino porque hay problemas estructurales de fondo que se tienen que atender. Eso impide que muchos jóvenes, sobre todo de contextos indígenas y rurales, puedan llegar a la educación superior”, comenta.
Agradecido por el apoyo recibido, sabe que aún falta mucho por hacer de su alma mater una universidad realmente incluyente “que permita que todos los estudiantes puedan potenciar sus talentos y realizar sus sueños dentro y luego fuera del ITESO”.
Pide a la comunidad universitaria que estén abiertos a conocer las realidades de otros estudiantes y que se sumen a la lucha por lograr una universidad, una ciudad y un país realmente pluricultural “en el que podamos abatir desigualdades no solo en el discurso, sino en los hechos”.