Estudiantes y docentes participaron en el segundo conversatorio de Reflexiones 3.0
Por Anna G. Lozano y Carlos Roque

El pasado miércoles 1 de septiembre se llevó a cabo el segundo conversatorio de Reflexiones 3.0, proyecto coordinado por la Dirección de Información Académica (DIA), dedicado a abrir conversaciones sobre preguntas relevantes que plantea la misma comunidad universitaria. El Auditorio M fue la sede para reunir a profesores y estudiantes en un panel para pensar si somos víctimas o cómplices de lo que se ha llamado “posverdad”.

La charla comenzó con la pregunta ¿Qué se entiende por posverdad? De acuerdo con Gabriela Ortiz Michel, profesora de ética, ciencia y tecnología, citando a la RAE y al diccionario de inglés de Oxford, la posverdad se refiere a las circunstancias en las que las personas responden más a las emociones y creencias que a los hechos; es la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y actitudes sociales. Agrega que esta situación es tan antigua como la humanidad, pero “en esta época de los algoritmos y del Big data”, así como los avances en la psicología y computación, adquiere una dimensión mucho más amplificada y una capacidad de manipulación mayor.

Para Luis Fernando González, estudiante de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, la situación provoca también una subjetividad generalizada o la pérdida de la intersubjetividad. Es decir, nos encerramos en lo que creemos y en nuestra verdad o versión de realidad, lo cual hace difícil o imposible el diálogo. Ante esto concuerda también Montserrat Espinosa, estudiante de la misma licenciatura, quien explica que el fenómeno de la posverdad tiene un impacto en la vida cotidiana, ya que estamos presenciando la desaparición de estándares para la realidad compartida entre todas y todos, lo cual es un pilar básico de la sociedad. Incluso se cae en una paradoja, porque si todas las opiniones son válidas, incluso las contradictorias, se eliminan los principios lógicos que articulan el sentido por el cual nos relacionamos.

Carlos Alberto Limón Flores, profesor de Manejo de Información y Datos Numéricos, menciona que el término posverdad existe al menos desde los noventas, en algunos textos acerca del escándalo del Watergate, y menciona que su preocupación por el tema no sólo se da desde el ámbito de la educación, sino como padre. También hace hincapié en la enorme capacidad de las plataformas tecnológicas en las que interactuamos para conocer nuestras emociones y lo que nos mueve.

Sobre la pregunta concreta de si somos víctimas o cómplices de la posverdad, se dijo que hay una dialéctica entre ambas, ya que, por un lado, desde el punto de vista político o desde de los grandes poderes, sí somos víctimas al estar alimentando con nuestra información, los sistemas que explotan nuestros propios miedos, deseos, creencias, prejuicios, etcétera, con todas las consecuencias que esto tiene en lo social e individual. Pero, por otro lado, en las participaciones del público se mencionó que también a nivel personal hacemos uso de las verdades a medias, o hacemos énfasis en ciertos hechos y no en otros para manipular a alguien, y al hacer esto replicamos y alimentamos la misma situación. Incluso acercarnos a un diálogo desde un sesgo cognitivo en el que no estamos verdaderamente dispuestos a escuchar, sino a convencer o adoctrinar al otro, nos hace cómplices.

Durante la charla el público preguntó qué tanto este fenómeno influye, por ejemplo, en las personas que no se quieren vacunar. Ante esta pregunta se discutió que existen distintas situaciones respecto a las posturas a favor o en contra de la vacunación. Es decir, hay personas que no se vacunan por la convicción, con datos y hechos válidos, de que la ciencia no es neutral, o de que el proceso de producción de las vacunas no es el adecuado. También hay quienes se vacunan a pesar de saber todo esto. Igualmente hay quienes no se vacunan por el miedo generado debido a la información falsa, y quienes se vacunan sin ningún tipo de cuestionamiento y desconociendo los argumentos de quienes no se quieren vacunar. Es decir, existen distintos casos y es una situación compleja.

Existen consecuencias más graves sobre el asunto de la posverdad. La UNESCO ha añadido el concepto de “mal información” (malinformation en inglés), la cual se define como aquella información que se basa en la realidad, usada para causar un daño a una persona, grupo social, organización o Estado. (UNESCO, 2019). Y de acuerdo con el reporte sobre las campañas de desinformación, noticias falsas y su impacto en el derecho a la libertad de expresión, elaborado por la CNDH en 2019, nos recuerda que en México la malinformation ha causado linchamiento de personas en estados como Puebla e Hidalgo, cuando las personas fallecidas no estaban implicadas con algún delito. La raíz de esos hechos tiene que ver con algunas noticias y mensajes que circularon a través de grupos de WhatsApp y Facebook que “alertaban” sobre supuestos «robachicos» en 2018.

La charla terminó con la reflexión de que hay una dimensión individual respecto a la alfabetización tecnológica y mediática para entender mejor estos procesos de producción de información y manipulación de emociones y hechos. Se puede también hacer un ejercicio de autoconocimiento y otros esfuerzos desde uno mismo. Sin embargo, hay también posibilidades y necesidad de iniciar una conversación sobre estrategias colectivas para enfrentar esta situación.

Puedes encontrar la charla completa de Reflexiones 3.0 en https://www.facebook.com/BibliotecaIteso.