Cafeterías del campus deberán tener popotes compostables o biodegradables en, al menos, 40 por ciento de su composición a fin de atender la Norma Ambiental Estatal 010 (NAE010) y la propia política ambiental del ITESO que entró en vigor en 2022.
Mariana Cecilia Carrillo Andalón, supervisora de Sustentabilidad Operativa del ITESO explicó que esta disposición de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) fue creada para el manejo de popotes y bolsas de plástico, y su último indicador entró en vigor a finales de 2023, por lo que se cuenta con un año a partir de su publicación para el cumplimiento.
“Los popotes fueron creados para personas que tienen problemas de movilidad motriz, que no pueden sostener un vaso y hacer el movimiento para beber, así que, per se, su utilidad está muy delimitada”, señala.
“No podemos eliminar todos los popotes del ITESO porque sabemos que tenemos población con estas condiciones, pero desde 2012 se empezaron campañas desde varios colectivos para tratar de evitar tener tantos popotes en las cafeterías”.
En 2016, desde la Oficina de Servicios Generales se pidió a las cafeterías que redujeran 10 por ciento de los popotes que tenían, ya que, según el último dato registrado entonces por parte del colectivo RedUC, en el campus se consumían más de 184 mil popotes al semestre, que en promedio se utilizaban solamente 15 minutos.
“Este dato se redujo bastante, pero, tristemente, después de pandemia volvió a aumentar, porque la gente tenía mucho miedo de contagiarse con cualquier cosa; no sé cómo surgió la idea de que tener un popote era menos riesgoso que utilizar un vaso. Se logró reducir de 2016 a 2019; sin embargo, después de pandemia volvió a aumentar, y creo que estamos alrededor de las mismas cifras que ese año”, lamenta Carrillo.
Desde el ITESO se están buscando nuevos proveedores de este tipo de popotes, pues otros intentos en el pasado, como los popotes fabricados a partir de hueso de aguacate, no han resultado suficientes, dada la alta demanda de una universidad como ésta.
«Ya veníamos manejando en las cafeterías algunos popotes que tuvieran ciertos grados de degradabilidad, pero eran grados muy bajos. Entonces lo que hicimos fue darles un tiempo límite a las concesionarias, para deshacerse de su stock”, explica.
Es conocido que el uso de popotes resulta de gran daño para la fauna marina, luego de que muchos de los desperdicios llegan a los océanos; además, dado que están hechos de plástico (normalmente polipropileno) y aunque podría llegar a ser reciclado, por ser tan delgado y elástico al momento del reciclaje se estira y traba las máquinas, por lo que no hay recicladora que reciba los popotes y terminan en la basura. Incluso la descomposición al momento de verterlos a los rellenos sanitarios genera emisiones de gases de efecto invernadero, que se traducen en CO2 equivalente 0.02 toneladas por cada tonelada.
Los popotes de menor impacto ecológico permitirán que sean parte de la composta que se genera en el ITESO, y aun cuando esta composta sí genera emisiones, con su uso en tierras de cultivo y jardinería se cierra el ciclo, retribuyendo al suelo y generando más vida.
En 2024, otra de las acciones de protección al medio ambiente que se han realizado en el ITESO tuvo que ver con la sustitución de una parte de las ensaladeras de cartón plastificado y/ encerado por vajilla reutilizable, lo que ha significado, de enero a agosto, 1,006.18 kilogramos de CO2 evitados, equivalentes a 430.64 litros de gasolina o más de 122 mil cargas de celular, luego del uso de más de 519 mil tazones.
FOTOS: Zyan André