Después de recibir un reconocimiento por parte del ITESO en su primera visita a Guadalajara, el catalán Miquel de Moragas i Spà, pionero de la investigación iberoamericana en comunicación, tejió una profusa reflexión en torno al papel contemporáneo de los académicos, Internet, los estados, los medios y demás instituciones sociales. Cuando despegue mi vuelo rumbo a casa (Barcelona), “estaré reviviendo qué me pasó aquella tarde magnífica en Guadalajara”.
Moragas hablaba de la tarde del miércoles 26 de junio de 2013, en la Casa ITESO Clavigero, donde recibió el reconocimiento a «su trabajo de más de cuatro décadas en pro de la institucionalización de los estudios sobre la comunicación y la cooperación académica entre la Europa Latina y Latinoamérica”.
El acto, una oportunidad “largamente esperada… Un homenaje a quien es y ha sido un importante interlocutor, inspirador y provocador de lo que hoy somos en este Departamento [el de Estudios Socioculturales del ITESO]”, según palabras de Rossana Reguillo, académica e investigadora de esta Casa de estudios, sería redondeado con la conferencia “La investigación en comunicación; responsabilidades y retos actuales”, impartida por el investigador y profesor catalán, quien un par de semanas antes cumplió sus 70 años en Guadalajara, rodeado de varios de los colegas mexicanos con los que ha construido gran parte de los textos y reflexiones que han dado forma, cuerpo y contenido a las teorías y los estudios de la comunicación en Iberoamérica.
Después de recibir su reconocimiento de manos de Susana Herrera, coordinadora del Programa Formal de Investigación en Estudios Socioculturales, y de ser presentado por su amigo, el doctor e investigador itesiano Raúl Fuentes Navarro, De Moragas inició una amplia disección de lo que a lo largo de 40 años de trabajo ha aprendido y reflexionado (sus libros Teorías de la comunicación, Semiótica y comunicación de masas o Sociología de la comunicación de masas son todo un referente en este campo) en torno a la importancia de la comunicación y la información en la conformación del mundo en que vivimos.
“El poder de la comunicación se desplaza de la emisión a la producción de contenidos, de la era broadcasting se pasa a la era de la comunicación en red. Los medios, aunque se resistan, son desplazados en parte por las redes sociales. Todo esto afecta a las políticas de comunicación al exigir un nuevo planteamiento de algo tan importante para nuestras democracias como es el espacio público, en el que se hace posible la participación, se produce el consenso y se construyen las hegemonías”.
Al enumerar los retos éticos y epistemológicos de los investigadores de la comunicación, este académico y exdecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, resaltó la importancia de que ámbitos como las políticas de comunicación, la economía de la comunicación, los estudios culturales y el análisis del impacto del mundo digital, sean capaces de converger en pos de un mejor entendimiento de los complejos “fenómenos sociales” contemporáneos, desde el próximo Mundial de Futbol en Brasil hasta la imbricada relación entre comunicación y cultura.
“La investigación latinoamericana ha sido pionera en advertirnos la primera de estas confluencias. No es posible interpretar la cultura contemporánea al margen de la comunicación y viceversa; así lo hemos leído en las obras básicas de [Jesús] Martín Barbero, [Néstor] García Canclini, Raúl Fuentes, Rossana Reguillo, etcétera, para citar a los autores y autoras que más me han influido”, aseguró.
El mundo pasa por una pantalla
Atento a los cambiantes procesos de la comunicación en las sociedades contemporáneas, sean virtuales o no –de hecho después de la conferencia mencionó que cada vez le interesan menos la ficción televisiva o cinematográfica, y que prefiere analizar lo que sucede en las calles con la gente de carne y hueso–, De Moragas habló del concepto de pantallización, es decir, del inmenso número de pantallas que tenemos en nuestra cotidianidad.
“La pantalla ya no es únicamente el vehículo de entretenimiento de la información televisiva, es también el medio de la educación, el vehículo de la documentación, del diagnóstico médico, de la señalética urbana, de las ceremonias y rituales en cualquier estadio, de los museos, etcétera, etcétera. Difícilmente en el futuro podremos explicar ninguna actividad que no tenga un referente en la pantallización. En terminología de Bauman [Zygmunt, autor polaco de libros como Tiempos líquidos] diríamos que la frontera medios/no medios se ha licuado”.
Recalcó la importancia en el Siglo XXI de la investigación teórica de la comunicación. “Lo que han hecho autores como Raymond Williams, Jürgen Habermas, Edgar Morin, Jesús Martín Barbero y tantos otros… Es hoy más necesario que nunca, cuando la comunicación es reconocida como factor central de la sociedad de nuestro tiempo, definida incluso como ‘sociedad de la información’”.
El fundador de proyectos como el Centro de Estudios Olímpicos, el Instituto de la Comunicación (InCom) o el sitio web Portal de la Comunicación, advirtió de los riesgos que corren las ciencias de la comunicación si se aíslan del resto de las ciencias sociales.
“Cuando los estudios de comunicación se apartan y desconsideran estas bases fundamentales, especialmente en las tareas formativas, generan su propia degradación, según mi interpretación. Por el contrario, cuando se apoyan en ellas se convierten en paradigmas de las nuevas formas de enfocar transversalmente las ciencias sociales [semiótica, psicología, antropología, historia, economía, sociología, etnografía…]. La investigación en comunicación debe contribuir, en definitiva, a hacer posible el empoderamiento y la construcción de procesos de comunicación para el desarrollo y el cambio social”.
«¿Para qué servimos los investigadores?»
Al hacerse la pregunta de: ¿Para qué servimos los investigadores de la comunicación?, De Moragas la respondió de muy distintas maneras, subrayando por ejemplo que, además de desvelar las estructuras del poder de la comunicación mediática, es indispensable convertirse en observadores críticos de los medios, diseccionarlos y descubrir sus intereses, sin olvidar poner el ojo en “los grandes temas que ocupan la agenda de la sociedad moderna”, y citó la migración, la globalización, las reivindicaciones de género, las nuevas formas de educación, el ecologismo y el medio ambiente y la construcción de ciudades más justas e incluyentes, así como el permanente impulso a la producción de contenidos de calidad e interés social. Los medios y las redes sociales ahí están, multiplicándose día con día, ya que si bien es cierto que solamente la tercera parte de la población mundial tiene acceso a Internet, en 2012 se calcularon alrededor de 100 millones de blogueros activos.
“[Hay que] evitar la comunicación sin comunicación, como la calle sin calle o las ciudades sin ciudad”, aseveró el doctor en filosofía, quien ha seguido atentamente las manifestaciones multitudinarias que se organizan en la red y luego salen a las calles (Egipto, España, Catalunya, Brasil…), aplicando ideas como las de su colega Manuel Castells, quien habla de la “autocomunicación de masas y la organización en red de movimientos sociales “que pugnan por encontrar nuevas formas de apropiación que superen las viejas estructuras partitocráticas que consideran anquilosadas”.
Sea el sistema de medios, el movimiento de los indignados, un acontecimiento deportivo o el valor económico y político de los símbolos lo que se vaya a investigar, De Moragas dejó muy clara su postura: los académicos tienen que cooperar, hacer redes, aprovechar Internet, generar proyectos comparativos y cooperativos, olvidarse de ser estrellas individualistas.
“Las múltiples investigaciones que vienen desarrollándose y que implican un gran esfuerzo, podrían ser mucho más fructíferas si se plantean en forma de red, formando parte de análisis comparados. La fácil divulgación de investigaciones en Internet ha facilitado el conocimiento de multitud de estudios parciales aplicados a las mencionadas temáticas de interés social. Esto nos ha hecho descubrir la existencia de una gran masa atomizada y descoordinada de estudios sobre los temas más diversos”.
Los aplausos no se hicieron esperar en la Clavigero cuando el catalán terminó su conferencia, lo cual dio paso a una breve serie de preguntas y respuestas y un brindis para culminar la magnífica tarde-noche que había descrito Miquel de Moragas i Spà. Texto Enrique González Foto Roberto Ornelas