Este artículo fue escrito en casa, atendiendo las indicaciones sobre el autocuidado y el cuidado para las y los demás. No todas las personas tienen ese privilegio. ¿La economía solidaria puede ser alternativa para reducir las enormes diferencias sociales? Expertos afirman que sí.

POR LUIS FERNANDO GONZÁLEZ

El aumento de las medidas de seguridad y aislamiento que nos ha impuesto la pandemia del Covid-19 ha causado múltiples repercusiones en muchos sectores de la población, los que, por distintas condiciones, no tienen la facilidad de parar sus actividades de manera total.

Frente este panorama, surgen alternativas para reducir estas consecuencias, una de ellas es replantearnos las lógicas de economía tradicional basadas en el modelo capitalista-neoliberal. Es aquí donde el concepto de economía solidaria juega un papel importante y Gaby Muñoz, Josefina Robles y Luis Macías, expertos en el tema y profesores del programa PAP “Economía solidaria” del ITESO, nos comparten su opinión al respecto.

En el PAP, como en todas las áreas de la universidad, se han reorientado las actividades con los estudiantes para poder seguir con el proyecto de manera efectiva durante esta contingencia. Para Gaby Muñoz es una oportunidad que “incita también a la reflexión sobre cómo la economía solidaria puede ser un desafío ante la contingencia actual y la necesaria reactivación de la economía”.

En algunos escenarios del proyecto ya se había previsto la llegada de una potencial cuarentena, por lo que semanas antes se trazó un plan de acción alternativo para eficientar el trabajo del PAP. Para ello, profesoras, profesores y estudiantes acudieron directamente a los escenarios y acordaron con las y los productores cómo dar el seguimiento correcto a distancia, determinando qué objetivos eran alcanzables y cuáles no, además de jerarquizar las prioridades a atender.

Señalan que han visto una gran participación por parte de los estudiantes, incluso hubo iniciativas para donar al fondo de apoyo que la universidad está reuniendo para aquellos estudiantes que tienen más dificultades para pagar su colegiatura. “Se trata de ver la economía solidaria como un estilo de vida, cambiar el paradigma desde lo que consumo, por qué lo consumo, en qué se basa mi modelo de negocio”. Gaby Muñoz explica que debemos cuestionarnos “desde lo que estamos viviendo, cómo lo podemos poner en práctica en nuestra vida cotidiana”.

Una economía que genera más equidad que privilegios

“La crisis va a permanecer más allá del virus, el proceso de recuperación de la economía va a ser más largo de lo que dure la cuarentena. Se suele decir que cuando hay una crisis fuerte, surgen las oportunidades” explica Josefina Robles. Para ella “cuando hay una destrucción, aceleramos nuestros procesos de creación” por lo que invita a reflexionar cómo hemos adaptado nuestros estilos de vida, y a darnos cuenta de que el estilo de vida de antes no era el adecuado.

La economía social y solidaria pone a las personas en el centro de las decisiones, los proyectos que siguen esta lógica parten de lo local y buscan fortalecer el tejido social de su comunidad. La mano de obra no es un insumo de la producción, sino el objetivo principal del proyecto. Se busca generar una solidaridad donde las decisiones se tomen en pro de todos los involucrados, optando incluso, si es necesario, por “sacrificar” otros aspectos con el fin de que nadie se quede afuera o sea afectado durante una crisis.

Asimismo, se privilegia el acceso al trabajo para todas las personas y se distribuye según las capacidades de cada quién para asegurar su participación. La división del trabajo aquí no prioriza la eficiencia de la producción, sino la inclusión y una retribución digna por el trabajo realizado.

Generalmente, la idea que se tiene de la economía solidaria está asociada a comunidades lejanas, chicas y de bajos recursos. “Una de las reflexiones principales en el PAP es la de invitar a estudiantes a reconstruir el concepto que tienen y empezar a verlo como una alternativa que genera sustentabilidad para la población en general”. añade Gaby. “Entenderla como una economía que genera más equidad y distribución de la riqueza”.

Comparte que lo significativo es la experiencia propia y ponerla en juego en la comunidad para apoyarnos mutuamente. Con ideas que han surgido como consumir local y comprar en los negocios de nuestras colonias, es que nos percatamos de lo importante que es la solidaridad ante problemas como este.

Para expandir este modelo es fundamental visibilizar los procesos de economía solidaria y sus beneficios. “No podemos llegar a unos cuantos, tenemos que llegar a todos”, declara Luis Macías. La expansión implica un cambio de actitud y toda una serie de procesos de sensibilización para ser más empáticos con las demás personas, viéndolas no como oportunidades de negocio sino como compañeras y compañeros de trabajo solidario. “Es importante saber qué tan conscientes somos de las implicaciones que tienen nuestras decisiones”, añade, “qué tan solidarios queremos ser, y qué tanto nos hacemos responsables de nuestro cuidado y del cuidado del otro.”

“En estos tiempos, es importante pensar qué me toca a mí hacer diferente. Tal vez dar algo que no me sobra, pero le falta a alguien más”, señala Josefina, “Nos toca ver qué aprendizaje sacamos de esto, no esperar a que pase otra crisis para ver al de al lado. Reflexionar qué nos toca hacer en el consumo consciente y responsable”.

Para Luis “quien consume no es blanco o negro, responsable o irresponsable, hay varios matices en los que podemos ser muy responsables en el consumo de un producto, pero no tanto en otro.” Agrega que estas crisis nos obligan a pensar en soluciones más creativas, plurales e innovadoras y nos retan a resolverlas con los recursos disponibles.

“Estas situaciones nos llevan a buscar satisfacer primero las necesidades y no los deseos, a diferencia de como estábamos acostumbrados” finaliza Josefina. “El consumo es un acto político, habla de los modelos de negocios a los que estamos apostando”. ¿A cuál le apuestas tu?