Los sitios más representativos del campus del ITESO constituyen una invitación permanente a integrarnos como una comunidad educativa que hace vida algunos rasgos desde la inspiración cristiana en el devenir cotidiano de la institución

Por Luis Octavio Lozano Hermosillo, SJ

Próximamente celebramos el Día del ITESO. Parece que el origen de esta celebración se sitúa en la Primera Semana Universitaria del ITESO, el siete de mayo de 1973. Este día festivo no corresponde a la fecha de fundación de esta casa de estudios que fue el 31 de julio, con la firma del Acta Constitutiva en 1957 y que coincide con la Fiesta de San Ignacio Fundador de los jesuitas. 

En el semestre de otoño de 1994 recién forme parte de esta institución y me tocó vivir por primera vez la experiencia de celebrar el Día del ITESO. Por las mañanas se iniciaba casi como cualquier otro día de clases y sus actividades normales y las y los alumnos, profesores o personal que deseaban participar en las gestas deportivas como correr, se inscribían por categorías en la carrera del Lobo. Algunos participaban en retas de futbol entre alumnos o empleados y profesores. El equipo representativo de futbol jugaba contra una representación de un equipo profesional de la ciudad. Al mediodía se instalaban puestos de comida y por la tarde, casi noche, algún concierto. En los primeros años en los que participé era un día de convivencia de toda la comunidad universitaria, una kermés. Incluso un año se instaló un ring para lucha libre. Un buen porcentaje de la comunidad participaba generalmente en las actividades por la tarde. 

Actualizando el sentido del Día del ITESO desde una visión ignaciana 

En los documentos inspiradores de la Universidad se refieren a todos los integrantes como una comunidad educativa. La propuesta educativa de la Compañía de Jesús es no ser un centro educativo solamente, sino que podamos ir haciendo vida algunos rasgos desde la inspiración cristiana en la vida cotidiana de las instituciones encomendada a los jesuitas.  

Parto desde nuestra fe, creemos en un Dios Trino, la Santísima Trinidad. Leonardo Boff en su libro sobre San José hace una breve relación sobre la Trinidad como la comunidad perfecta, integrada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas distintas, que se comunican entre sí, en una relación muy estrecha, que se revelan en un solo Dios-vida-relación-comunión-amor. El arquetipo perfecto de la comunidad. 

San Ignacio tiene también una visión de la Trinidad como una comunidad que dialoga e interviene en la historia de la humanidad. En los Ejercicios Espirituales ignacianos, en la segunda semana propone una meditación sobre la Encarnación [EE101ss] las tres personas divinas miran la redondez de la tierra, viendo cómo los hombres descendían al infierno, se determina que la segunda persona se haga hombre para salvar al género humano… Jesús en su caminar recorriendo pueblos y ciudades, proclama la Buena Noticia de que el Reino de Dios ya está presente, pero a la vez se le unen mujeres y hombres como discípulos y como amigos creando el sentido de comunidad. 

Los apóstoles y discípulos después de recibir el impulso del Espíritu Santo salen a comunicar en el pórtico de Salomón lo que vivieron con Jesús. De esta predicación surgen los primeros seguidores de Jesús el Nazareno y se van congregando en comunidades, como lo describen en el libro de los Hechos de los Apóstoles:  

“Los que acogieron la palabra de Pedro se bautizaron, y aquel día se unieron a ellos unas tres mil personas. Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones. …Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno. Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían sus comidas con alegría y con gran sencillez de corazón. Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad…”. Hech 2, 41-47 

Durante su estancia en Manresa, San Ignacio siente la necesidad de comunicar su experiencia, es el principio de compartir con otros. En su peregrinar va haciendo amigos y compañeros. Es en París, en la Universidad, donde va estableciendo relaciones de amistad y se forma el grupo de los primeros compañeros, con fuertes lazos de amistad, compañerismo y solidaridad. 

Con la fundación de los primeros colegios a cargo de la Compañía de Jesús, sus alumnos y entre ellos los escolares jesuitas, preparaban obras de teatro que, en algunas ocasiones, eran abiertas al público y con invitados especiales.  

De alguna forma el Día del ITESO es el día de la comunidad no solo académica, sino la más amplia; es decir, la comunidad universitaria donde participan todos sus integrantes: estudiantes, profesores, personal de apoyo y también los egresados. Es la reunión de la gran familia itesiana. 

La comunidad se construye todos los días. En los salones de clase cuando entre todos sus integrantes participan en su aprendizaje y juntos colaborativamente generan conocimiento y dialogan sus diferentes opiniones; en los talleres y laboratorios el trabajar en equipos y compartir sus habilidades, plasmar las ideas en modelos y poner en prácticas lo que se ve en la teoría. 

También ayuda el contar con un campus donde se posibilita la convivencia informal y es posible convivir con la naturaleza, en medio de los jardines, arboles, ardillas y de vez en cuando un tlacuache; o el compartir un rato de convivencia en las cafeterías mientras se apacigua el apetito.  

Otro lugar privilegiado es el domo deportivo y las canchas de futbol donde se hace realidad el dicho mente sana en cuerpo sano, porque también en la práctica del deporte se forma a la persona, integrando el desarrollo físico con las dimensiones del ser humano, sobre todo el trabajo en equipo. 

No pueden faltar en una institución educativa de la Compañía el arte y las actividades culturales, participar en estas actividades ayudan a desarrollar la sensibilidad para la incrementar la “inteligencia espiritual”.  

Algo que puede pasar desapercibido, pero que es una fuente que nutre muchas de las actividades y funciones de la universidad, es la celebración de la Fe cristiana en las eucaristías diarias o institucionales como son las misas de las graduaciones. Pero también se aborda esta cuestión desde lo que ofrece el Centro Universitario Ignaciano con sus clases, talleres de espiritualidad ignaciana, conocer más a fondo a Ignacio, maestro de oración y de discernimiento. Es uno de tantos acercamientos al conocimiento más profundo de Jesucristo, del Padre, al reconocer y percibir los movimientos que hace el Espíritu. 

Quizá toda esta breve descripción de la comunidad itesiana se plasma con el lema y escudo que aprobaron los que iniciaron con esta enorme tarea de formar una comunidad de vida: “Spiritus rediment materiam, con los elementos del emblema: la cruz y las órbitas electrónicas.  

Bibliografía

Orientaciones fundamentales del Iteso,  

Jesús Gómez Fregoso, SJ, Historia del Iteso, manuscrito 

Leonardo Boff. (2013). San José: Padre de Jesús en una sociedad sin padre, Sal Terrae, España. 

Ignacio de Loyola. (2011). Ejercicios Espirituales. España: Ciudadela Libros 

Eusebio Gil Coria (ed). (2002), La pedagogía de los jesuitas, ayer y hoy, Universidad Pontificia Comillas, España.