En su mesa número 12, el Seminario Permanente sobre Desigualdades encendió cámaras y micrófonos para, a través de una videoconferencia, conocer el proyecto Procesos de Soberanía Audiovisual, en el que académicos de las universidades Javeriana, de Tulaine y de Concepción han trabajado con el pueblo wiwa en la Sierra nevada de Santa Marta, Colombia

 

Uno de los clichés más populares relacionados con la industria audiovisual tiene que ver con las instrucciones previas a comenzar a filmar: “Luces, cámaras… ¡acción!”, dice el lugar común. Y cuando se grita acción, todo debe estar en su lugar. Y cuando algo no lo está o aparece un ruido no programado, es necesario parar y volver a empezar. Pero ¿qué pasa cuando lo no planeado tiene importancia, cuando lo que ocurre fuera de la escena es tan importante como lo que está frente a las cámaras? ¿Cómo se hace visible lo invisible e intangible? Esa es una de las preguntas creativas que se hace el colectivo audiovisual Bunkuyaneyuman, del pueblo wiwa en Colombia, y es el eje de la investigación “Procesos de soberanía audiovisual: escuela para hacer escuela”, encabezada por la Universidad Javeriana. Ambos actores, el colectivo y el equipo académico, fueron protagonistas de la mesa 12 del Seminario Permanente sobre Desigualdades del ITESO, que a través de una videoconferencia permitió conocer cómo se han desarrollado las búsquedas creativas y de generación de conocimiento. 

La sesión convocó a Ana Teresa Arciniegas, Claudia Salamanca y Mauricio Durán, integrantes del Departamento de Artes Visuales de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, y a Gregorio Mójica, wiwa, integrante de Bunkuyaneyuman y docente de la Institución Etnoeducativa Distrital Zalemaku Sertuga, en la sierra nevada de Santa Marta, Colombia. 

Claudia Salamanca comenzó explicando que la investigación se trata de un proyecto multidisciplinar “con una apuesta pedagógica y artística en la que el arte entra a un proceso de diálogo con diferentes disciplinas y generaciones”. La intención del proyecto era investigar las producciones wiwa y su relación con el lenguaje audiovisual, desde la convicción de que “entregar la cámara a los pueblos indígenas no es algo inocente. Al entregárselas se les entregan también códigos, lenguajes, una construcción del tiempo, y la apropiación que hacen ellos, tampoco es inocente”. 

Uno de los aspectos más relevantes que descubrió el equipo de personas investigadoras fue la importancia que da el colectivo audiovisual Bunkuyaneyuman a las cosas que están fuera de cuadro. Puso como ejemplo una anécdota, en la que una filmación se detuvo por el cato de los pájaros: las personas de la producción trataban de entender qué querían decir las aves y cómo incorporarlo a la cinta. Situaciones como esta, dijo, “abren un proceso de diálogo con una diversidad muy amplia”, dijo Salamanca y añadió que esto permite “darle codazos a la estructura audiovisual para experimentar con nuevos lenguajes”. 

Anta Teresa Arciniegas señaló que en la investigación también pudieron explorar procesos de enseñanza-aprendizaje desde una relación horizontal. Esto es importante, dijo, porque permite ver que “los procesos de escritura y otros oficios audiovisuales, como el sonido, están permeados por una lógica de la industria y son vicios que se replican en la escuela. Por eso hablamos de ‘escuela para hacer escuela’, porque nos preguntamos como desligar los vicios del proceso de enseñanza aprendizaje”. Para ejemplificar, también usó como referencia la búsqueda wiwa por “darle prelación al mundo invisible, a lo intangible, al diálogo con la naturaleza, a los sueños. Es un reto asimilar lo intangible y meterlo al guion y a la historia”. Por su parte, Mauricio Durán dijo que las y los académicos “íbamos a aprender, con avidez por conocer el mundo wiwa y cómo se representaban a sí mismos”. 

Al tomar la palabra, Gregorio Mójica explicó que el wiwa es uno de cuatro pueblos indígenas que son “hermanos de origen y de cosmovisión; compartimos la espiritualidad y el cuidado del medio ambiente”. Expuso que el objetivo del colectivo Bunkuyaneyuman es crear un lenguaje “para darse a entender en el mundo humano y en el espiritual”, tarea en la que lo audiovisual “también tiene relación con lo espiritual”. 

El docente dijo que el trabajo que realizan con sus producciones busca tener dos alcances: uno, hacia el exterior, “para mostrar lo que somos”, pero también funciona como un espejo “para mirarnos a nosotros mismos y ver cómo estamos cultural e identitariamente. En esta línea, dijo que para muchas personas resulta extraño ver que algunos niños no van a la escuela y, en cambio, comienzan a trabajar desde pequeños, pero para los wiwas esto es natural porque ellos “están desempeñando tareas de cuidado ambiental, están cuidando el futuro del pueblo, cuidando el medio ambiente, cuidando los sueños”. 

Los resultados de la investigación académica están explicados en un capítulo del libro La educación como acto de creación (ite.so/educacrea) Para conocer más sobre el proyecto del colectivo Bunkuyaneyuman —que ha cambiado de nombre para facilitar su trabajo en la comunidad, explicó Gregorio Mójica—, se puede visitar el el sitio soberaniaaudiovisual.com/ 

 

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