Empresas que proveen energía, tecnología o agua a comunidades apartadas, otras que promueven la educación, la agricultura o la salud… Poco a poco, las empresas sociales se abren camino en Jalisco.
POR GABRIEL ORIHUELA
Jalisco tiene poco más de 313 mil empresas (“unidades económicas”, les llama el Instituto Nacional de Estadística y Geografía), que equivalen al 7.4% de las que hay en el país.
Algunas son gigantes y obtienen grandes volúmenes de ganancias, aunque la gran mayoría son micro y pequeños negocios y buscan obtener lo suficiente para operar un día más; en conjunto dan empleo a casi un millón 600 mil personas.
En medio de este ecosistema, hay un pequeño grupo que tiene algo adicional en mente: no ven la obtención de ganancias como el fin último, sino como un medio para solucionar problemas de la comunidad y de ahí su nombre: empresas sociales.
“Hay un movimiento mundial con otro nivel de conciencia de los negocios que no aspira a concretar la riqueza obsesivamente”, explica José de la Cerda, director de la Escuela de Negocios del ITESO.
“Esas personas, empresarios, profesionales e inversionistas realizan sus iniciativas empresariales pensando fundamentalmente en beneficiar el mundo y cambiar el paradigma de los negocios”.
Experiencias locales
En la entidad está, por ejemplo, la Ecotienda (www.ecotiendagdl.com), que promueve el comercio justo de productos locales y orgánicos. También opera Capeltic (www.capeltic.org), una empresa de economía social solidaria formada por familias indígenas tseltales de Chiapas. Ahí está el proyecto Incuba Social (facebook.com/incubasocial), una incubadora y centro de diseño para proyectos ambientales y culturales que nació como un programa del Ayuntamiento de Zapopan y desde esta administración opera como una asociación sin fines de lucro. El movimiento se expande.
En el Centro Universidad Empresa del ITESO no es extraño que varias iniciativas surjan con el fin de apoyar a muy diversas comunidades, entre ellas emprendedores que solo contratan madres solteras o firmas que se dedican a comercializar productos de índole cultural. Estas empresas nacen con la finalidad no solo de obtener ganancias, sino de contribuir a una sociedad más justa, afirma Laura Carrillo, directora del Centro.
Una encrucijada
Pero (siempre hay un pero), lo cierto es que, por esperanzadoras que sean estas iniciativas, son mínimas con respecto a lo que permiten las condiciones económicas de México.
A pesar de que las experiencias positivas en naciones europeas, algunas asiáticas y en Estados Unidos han mostrado que hay un mercado muy interesante para los bienes y servicios de las empresas sociales, en América Latina, la historia no es la misma, señala De la Cerda.
“No hay para nada un movimiento y mucho menos un ecosistema que tenga una consistencia en sus avances y resultados”, dice.
“La principal forma de apoyo no es ofreciéndoles recursos, sino impidiendo que la competencia monopólica los destroce o les impida cualquier posibilidad de salida”
Luis Ignacio Román, Doctor en Economía y profesor del ITESO
Cuando este tipo de empresarios se enfrenta a realidades mexicanas –como las obligaciones fiscales o las complicaciones para contratar a cierto número de personas– se ven obligados a “ajustar sus sueños”, añade Castillo. “Es una encrucijada en la que se enfrentan a lo ético y a lo justo que es contratar con todas las de la ley, pero eso trae consecuencias financieras, sobre todo impositivas”.
Más allá de eso, señala Luis Ignacio Román, profesor del Departamento de Economía, Administración y Mercadología del ITESO, el aspecto que más desincentiva a los emprendedores sociales tiene que ver con un mercado dominado por grandes empresas a las que no les gusta mucho la competencia.
“Si tenemos mercados fuertemente monopolizados, el espíritu emprendedor pierde enormes posibilidades de insertarse en una economía competitiva”, apunta.
Entre el silicio y la crisis
Con todo, hay diversas razones por las que es fundamental contagiar el espíritu del emprendedor social en el estado.
Una de ellas es muy básica: Jalisco tiene varios problemas que podrían solucionarse con el talento de las personas que viven en él, perfiles altamente preparados que trabajan en sectores como el de la electrónica en el llamado Silicon Valley mexicano, recuerda Gustavo Acosta, fundador de Incuba Social…
“De alguna manera, hay un espíritu como el de California, que promueve las startups [nuevas compañías, sobre todo con tintes tecnológicos] que es como la nueva mina de oro”, afirma.
Además, de esta manera la ciudad de protege de una realidad muy común: si los grandes corporativos migran en búsqueda de costos más bajos, parte de esa tecnología y conocimiento se habrá sembrado en Guadalajara, señala Acosta.
Pero hay otra razón aún más urgente: simplemente, el sistema que busca la ganancia por sobre todo y todos es insostenible y hasta quienes lo defendían han comenzado a aceptarlo, explica José Guillermo Díaz, director de Integración Comunitaria del ITESO.
“El sistema capitalista está creando severos problemas en los países desarrollados, no solamente en los países subdesarrollados, sectores que estaban siendo beneficiados por los estados de bienestar han visto afectados las condiciones de sus sistemas de pensiones, de sus trabajadores, con condiciones más precarias, con la pérdida de sus sus salarios, etcétera”.
Oxfam, una confederación internacional formada por 17 organizaciones no gubernamentales nacionales que realizan labores humanitarias en 90 países, anunció a principios de año que el Credit Suisse reconoció lo que ella había adelantado un año antes: el 1% más rico de la población mundial acumula más riqueza que el 99% restante.
“Quienes defienden el statu quo afirman que la preocupación por la desigualdad está impulsada por una ‘política de la envidia’, y suelen mencionar la reducción del número de personas en situación de pobreza extrema como prueba de que la desigualdad no es un problema tan grave. Están equivocados”, señala el organismo.
De hecho, recuerda Díaz, el mismo Fondo Monetario Internacional, uno de los principales impulsores del neoliberalismo, lanzó una crítica en contra de algunos resultados del sistema económico predominante, en un día que la BBC calificó como “histórico”.
«En vez de llevar al crecimiento, algunas políticas neoliberales han aumentado la desigualdad, a la vez que ponen en peligro la expansión duradera”, expuso en esa ocasión el organismo internacional.
El modelo neoliberal fundamentalmente está centrado en la búsqueda del beneficio individual y no está resolviendo los problemas sociales, indica Díaz Muñoz.
“Estas desigualdades son ya tan evidentes que, obviamente, el discurso del Fondo Monetario Internacional tiene que matizar un poco lo que se pretendía y creo que saben ya que es tan inviable que va en contra de los propios intereses de los grandes corporativos”, expone.
Entonces, ¿qué hacer?
En un escenario como ese parece que no queda de otra que apoyar la generación de empresas sociales.
Pero la pregunta es cómo.
Para Román Morales, es urgente que el gobierno encuentre y apoye figuras que permitan proteger a esas pequeñas empresas (de hecho, sean o no sociales) de una competencia con grandes corporativos en la que seguramente no sobrevivirán.
“La principal forma de apoyo no es ofreciéndoles recursos, sino es impidiendo que la competencia monopólica los destroce o les impida cualquier posibilidad de salida”, expone.
“El papel más importante que debería tener el Estado para apoyar al emprendedor pequeño, al social, al comunitario, al sustentable, sería justamente impedir que las grandes firmas sean las que se lleven todo el pastel”.
Desde su experiencia en la asesoría a empresas y la incubación de proyectos, Carrillo cree que la solución incluye una responsabilidad gubernamental de ajustar y flexibilizar algunas obligaciones fiscales.
Sin embargo, es igual de importante comenzar a cambiar la mentalidad del empresario, a fin de que entienda que sus iniciativas darán frutos en el mediado y largo plazos, a fin de que no pretenden enriquecerse de manera inmediata, sin pensar en las consecuencias de esto.
Por su parte, Acosta, de Incuba Social, ve avances en la creación de organismos que apoyan con fondos a estas iniciativas, como el Instituto Nacional del Emprendedor (www.inadem.gob.mx) y el Instituto Jalisciense del Emprendedor (http://ijaldem.com); la mejora regulatoria que facilita la apertura de empresas, y el compromiso de funcionarios como Jaime Reyes Robles, secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología.
httpv://www.youtube.com/watch?v=Y5AHvrlVdAo
Aunque insiste en que hay que presionar a las próximas administraciones para que sigan con esas políticas, cree que el verdadero cambio va a llegar a través de la participación ciudadana.
Menos optimista, Díaz cree que es necesaria una cirugía mayor a sistemas como el impositivo, con el fin de crear uno que realmente permita la justicia fiscal y distributiva, es decir, que los corporativos que deben pagar una enorme cantidad de impuestos lo hagan y no aprovechen exenciones y paraísos fiscales, como los dados a conocer este año a través de la investigación de los Papeles de Panamá.
“Se requiere una mayor ciudadanía, mucho más activa: ciudadanía empresarial; laboral, de los propios trabajadores; ciudadanía social, que pueda empujar cambios en otro sentido”, dice; sin embargo, no alberga muchas esperanzas.
“Veo muy complicado que (las autoridades) se quieran aventar el trompo a la uña para modificar realmente los sistemas y modelos fiscales”.
Más alcanzable parece la propuesta de De la Cerda-Gastélum. Primero, crear conciencia entre los próximos empresarios una cultura de racionalidad, que les permita aspirar algo más que la ganancia por sí misma.
“No hay que predicar, hay que concientizar, hay que elevar el nivel de conciencia en las universidades de tal manera que no aspires a meterte a la élite extraordinariamente millonaria, que no sea una aspiración de vida”, afirma.
“No hemos logrado hacer esa transformación en las mentes de mucha gente, que ya llega aquí contaminada por la ambición materialista, supercapitalista, de llegar a ser extraordinariamente ricos y poderosos. Son ambiciones, simple y sencillamente, que no logramos quitar en la universidad”.
Pero, sobre todo, si es prácticamente imposible modificar el entorno al que se enfrentarán esas empresas, lo que sí es factible es prepararlas mejor para que encaren esa competencia.
“Tenemos que crear estrategias de empresas y modelos de negocios realmente muy bien pensados, muy afinados”, dice.
“Tenemos que dar una solución competitiva a esto porque tú no puedes regular el mercado, yo soy de los que piensa que el mercado no puede ser regulado de manera excesiva porque lo destruyes o acabas creando externalidades; imagínate que a todas las empresas de beneficio social les voy a dar un incentivo fiscal: se presta a una corrupción terrible”.
Con todo, apenas hace unos días, Emprendimiento Social México (www.emprendimientosocial.mx), una organización dedicada a impulsar el diseño de soluciones a problemas sociales a través del emprendimiento social, acaba de egresar a 100 universitarios jaliscienses y 20 proyectos de un taller sobre este tema. Para inicios de 2017 buscarán impulsar 10 de estos proyectos que sean una realidad.
Parece que emprender con un impacto más allá de la utilidad sigue siendo un sueño. Pero es uno que cada vez más gente quiere tener. Fotos Luis Ponciano/Archivo