La ultra eficiencia y maximización de espacios en las ciudades, devela que el proceso de colonización continúa en Guadalajara. El PAP Observatorio en Ruta reflexionó sobre la creatura metropolitana que surge en las sociedades de consumo, como la tapatía.

POR GABRIEL TRUJILLO

Las preocupaciones de los vecinos del Centro Histórico de Guadalajara aumentan cada vez más frente a procesos de despojo y gentrificación (cruce.iteso.mx/tag/gentrificacion/). En sus  barrios avanza una cruzada encabezada por inmobiliarias, inversión de capital privado y obras públicas de los gobiernos metropolitanos, que busca “revivir” los espacios. Frente a esto surge una pregunta ¿Alguna vez han estado muertos?

De ahí partió la discusión en el primer encuentro del Seminario “Vida urbana contra el despojo” (bit.ly/2SNt3dI) de este semestre organizado por el Proyecto de Aplicación Profesional “Observatorio en Ruta” y el colectivo Caracol Urbano, realizado el pasado 5 de febrero en Cuerpos Parlantes en el centro de la ciudad. Se trata de un espacio de formación mutua que reúne a vecinos de los barrios de Mezquitán, Mexicaltzingo, El Refugio y Laffayette, arquitectos, psicólogos y personas interesadas en el tema discutieron el concepto de metrópolis, propuesto por el Consejo Nocturno en el libro Un habitar más fuerte que la Metrópoli (bit.ly/2E6SEGk)

La metrópoli es definida como la organización misma de los espacios y de los tiempos en función del máximo rendimiento y de la máxima eficiencia, que persigue directa o indirectamente, racional e irracionalmente el capital. Es el resultado de un proceso de colonización, que, aunque en la narrativa histórica se dice terminado, continúa presente. Bajo la metrópoli no hay más que el hombre gobernado, produciendo y construyendo lo real, que se apega a la forma de vida mercantil que la misma metrópoli dicta. Quienes no existan bajo esta lógica serán considerados como desperdicios, residuos que se tienen que marchar.

Los asistentes, reflexionaron sobre cómo la naturaleza representa un accesorio inducido al paisaje urbano, que niega la dependenca del hombre con ella, colocándola como un recurso mercantilizado. Es fácil abrir la llave del grifo y tener agua, dejar la basura en la puerta de la cochera sin saber a dónde se va, o abogar siempre por la comodidad, sin pensar en lo que esto implica. Que todo se ponga en su lugar al tiempo que se está ausente.

La publicación plantea que, en las sociedades de consumo, como la nuestra, se forman sujetos desposeídos de vínculos afectivos, creaturas metropolitanas que apelan experiencias de consumo en restaurantes, el gimnasio, vivir en un departamento, buscar entretenimiento.

Para el consumo de esta creatura todo tiene potencial de ser mercantilizado, incluyendo las emociones, las nostalgias y los anhelos.

El seminario organizado por el PAP Observatorio en Ruta planteó que la reciente intervención en el barrio de Mezquitán, tras la ceremonia de encendido del anuncio luminoso del Roxy, en la calle Mezquitán, ilustra este fenómeno de mercantilización.

El inmueble que anteriormente albergó un cine, después un espacio de conciertos y finalmente  quedó abandonado y deteriorándose por años. Luego de que en los años noventa fungió como un foro de cultura alternativa, el Roxy fue adquirido para ser rescatado por Alejandro Serratos, fundador de Taller México, Taller Ciudad y de la inmobiliaria especializada en restauración Perímetro Propiedades. Desde entonces el barrio de Mezquitán pareciera vivir bajo la ilusión de “renacer”.

A finales de 2018, un proyecto llamado Camarada de Taller Ciudad (camarada.mx), se acercó a los vecinos de la calle Mezquitán para ofrecerles la posibilidad de pintar sus fachadas sin ningún costo, con la única condición de que se use la misma paleta de cuatro colores con la que se pintó la fachada del Roxy. Tiempo después, volvieron personas a tocar las puertas de los vecinos, pero esta vez con ofertas para comprar sus fincas (lee más en: bit.ly/2E9Podr).

El ritual de encendido del letrero ocurrió el 26 de enero de 2019, esa noche la calle se transformó en un escenario lleno de focos, colores pasteles y comestibles considerados tradicionales como elotes y churros con el objetivo de traducir la cultura en un espectáculo sensorial.

Esta escenografía apela a las nostalgias de un barrio al mismo tiempo que pregona nuevos aires de desarrollo, inversión y especulación pues se crea un espacio para la roliferación de negocios que ofrecen productos y servicios que no se ajustan al poder adquisitivo de las personas que por largos periodos han habitado la zona, incluso en los años en los que vivieron bajo la sombra del abandono de las autoridades municipales.

Como forma de hacer frente a las dinámicas mercantilizadoras de la metrópoli, que pueden ser consideradas como un fenómeno de blanqueamiento, el Consejo Nocturno propone dos alternativas en un mismo camino: 1) El habitar para tejer vínculos y relaciones autónomas que recuperen el nexo fundamental de las personas con el territorio y; 2) la No-arquitectura, es decir, que los paisajes arquitectónicos no tengan ninguna existencia superior más allá de cómo podamos relacionarnos con ellos: lo que fue históricamente construido puede ser políticamente derribado.