Luis Figueroa forma parte del área de Migración del Voluntariado Comunidad en Servicio del Centro Universitario Ignaciano del ITESO.

“Desde mi ventana, ver la frontera México-Estados Unidos para mí era normal; desde chico me preguntaba quiénes eran esas personas que estaban en la frontera y les tenía miedo”.

Luis Figueroa, estudiante de Ingeniería Ambiental del ITESO

Luis Figueroa, estudiante de Ingeniería Ambiental del ITESO

Estos recuerdos pertenecen a Luis Figueroa, originario de Tijuana, estudiante del tercer semestre de Ingeniería Ambiental en el ITESO e integrante desde que inició la carrera del Voluntariado Comunidad en Servicio del Centro Universitario Ignaciano, específicamente en el área de Migración.

Egresado del Bachillerato Iberoamericano del Noroeste, Luis empezó desde hace tiempo a tener contacto con la espiritualidad ignaciana.

“Debe haber congruencia entre lo que hablamos y lo que hacemos”, afirma. A lo largo de su vida se ha interesado con los temas del “México profundo”, involucrándose en proyectos sociales con indígenas y jornaleros o metiéndose a laborar en una maquiladora.

Una de sus experiencias lo llevó a participar en el voluntariado jesuita con migrantes en Tierra Blanca, Veracruz. “Para mí vivir esa experiencia fue enfrentar ese miedo que tenía y descubrir quiénes eran esas persona y por qué viajaban… fueron tomando rostro, tienen una historia, orillados por la injusticia y la necesidad de migrar. Hoy, de ser cifras pasaron a ser personas y se generó un amistad”.

“Aceptarlos tal como son”

A Luis le ha costado comprender cómo la necesidad cambia a las personas; los migrantes le exigían mucho y tenía que acompañarles de manera personal, comprender sus problemas, surgidos desde diferentes realidades en Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, ignorar su pasado y aceptarlos tal como son, ayudar en este proceso a gente totalmente ajena para él.

El migrante sale de casa sabiendo que tal vez se pierda o muera en el camino y sin embargo está dispuesto a vivir este riesgo, analiza Luis, hacer el esfuerzo por brindar una vida mejor a su familia. “Cada migrante sale de su casa por necesidad; para nosotros es una opción, para ellos no”.

“¿En dónde encuentran esa fuerza para salir adelante?”, se pregunta Luis. Es lo que más le impresiona de ellos, además de la posibilidad de descubrir cosas que desconocía de su propia persona y hacerle de psicólogo, de médico o lo que sea necesario.

Tener la oportunidad de participar en un voluntariado del Centro Universitario Ignaciano del ITESO le ayudó a descubrir que no podemos evadir esa realidad de México. “Existe, es evidente, la ves y puedes aportar de cierta manera, seguir desarrollando una educación que no te enseñan en ninguna escuela: la educación Ignaciana, el sentido humanista”. Lo quiero seguir desarrollando para que ya que termine mi carrera no me olvide de estas personas, de las realidades indígenas en México, los niños en situación de calle… Tenemos que trabajar con ellos y por ellos, acompañándolos”.

Luis se ve reflejado con esta realidad cuando afirma: “Todos somos migrantes en este mundo con o sin necesidad. Eso te hace ver y comprender algo de lo que está pasando en este momento en México, te permite tener un panorama amplio y poner tus saberes profesionales al servicio de sectores vulnerables, pensar en compartir los conocimientos con estas personas”, señala el estudiante de Ambiental

“Somos iguales. Lo que tú sabes yo no lo sé y lo que yo sé tú no lo sabes; se trata de compartir conocimientos, estar con las personas y no verlas de manera vertical, sino horizontal, y trabajar con ellas”.

Si quieres más información sobre todos los voluntariados con los que cuenta el ITESO, ingresa a la página www.cui.iteso.mx o al Facebook del Centro Universitario Ignaciano. Texto y foto Centro Universitario Ignaciano