Se realizó en Casa ITESO Clavigero “Memorias de papel”, Homenaje a Donadores de la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ, en donde se recordó a los donantes de 32 fondos especiales que reúnen a más de 4 mil 550 volúmenes

Es del decir de Juan Diego Castillo Ramírez que el libro es dolor y tiempo, dos componentes indispensables de la condición humana, pero a la vez es imagen y letra, nota musical y fotografía, pero sobre todo relato. 

Con nostalgia, alegorías y elogios al libro como artefacto que mueve conciencias, pero también destacando la generosidad de los donadores de 32 fondos especiales que fueron cedidos a la Biblioteca Dr. Jorge Villalobos Padilla, SJ, desde 1991 hasta el verano de 2024, la Casa ITESO Clavigero acogió la celebración “Memorias de papel”, con la presencia de amigos y familiares de los creadores de estos acervos que están disponibles para profesores, estudiantes y lectores. 

“El libro es un acertijo que invita a buscar nuevos acertijos, es una máquina del tiempo, es un teletransportador que lleva al lector a otros mundos continentes, mares, montañas, valles, ríos, desiertos, ciudades y pueblos (…). Es algo que seduce o enamora, puede aterrorizar o fascinar, también inquietar y despertar la creatividad. Algunos suscitan sabiduría, discernimiento, tolerancia, comprensión, otros provocan fundamentalismo o fanatismo, es vitamina ética para ir más allá de la red de significaciones morales a las que fuimos arrojados al nacer”, expresó Castillo Ramírez, quien inmerso en una efervescencia de emociones habló en nombre de los donadores. 

La directora general académica del ITESO, Catalina Morfín López, agradeció la inmensa generosidad de quienes compartieron sus colecciones individuales, así como a sus compañeros, familias y amigos, que los representaron en este evento, además de sumó en esta gratitud al Fondo Clavigero, que proviene de las distintas casas de formación de la Compañía de Jesús y de las colecciones individuales de 13 jesuitas mexicanos. 

“Muchas bibliotecas particulares se dispersan y con ello, se pierden no solo objetos que pueden ser valiosos, y se difuminan trayectorias vitales, búsquedas personales, y sueños concebidos de los libros y otros documentos. En ese sentido, el ITESO, al conservar estos fondos, no sólo ayuda a evitar lo dicho, sino que edifica algo más que las memorias de papel, ya que procuramos y hacemos florecer memorias personales, tiempos y espacios en los que se desarrollaron las vidas concretas de esas personas y de la comunidad a la que pertenecieron”, mencionó. 

Cabe destacar que estos fondos homenajeados, compuestos por más de 400 mil volúmenes, contribuyen a realizar una pretensión básica de las bibliotecas jesuitas, que es alimentarlas infinitamente, además de que hacen del ITESO un lugar en el que se pueda cumplir lo proclamado por las Orientaciones Fundamentales: “la autotrascendencia personal y colectiva, que buscamos con nuestras labores universitarias, se da con mayor riqueza, cuando todas y todos vamos más allá de nosotros mismos y nos abrimos a los demás”. 

En su intervención, Mónica Márquez Hermosillo, directora de Información Académica de la biblioteca se congratuló ante el hecho de que los dueños de compilaciones privadas hayan elegido al ITESO como su casa, pues esto habla de un acto de generosidad que trasciende el tiempo y el espacio, y se enriquece no solo el acervo actual de más de 800 mil volúmenes, sino que también son una apuesta por el futuro. 

“De libro en libro, y luego de colección en colección, fueron sumando bibliotecas sucesivas en un flujo espontáneo que no para de emanar, de forma que en las estanterías de nuestra biblioteca se producen diálogos infinitos entre los miles de títulos y autores que la conforman, y entre los múltiples pensadores que la han ido enriqueciendo a lo largo del tiempo (…). No son objetos de papel solamente lo que ahora nos han regalado, es una mirada, una historia, una trayectoria, una escuela, una perspectiva, una forma de ver la vida”, declaró, 

Finalmente, Carlos Luna, profesor emérito del ITESO, destacó que en la universidad jesuita se asume que toda biblioteca personal posee un triple valor: el valor intrínseco de cada una de sus obras por su propio contenido; el valor como colección, referido a un campo especializado del conocimiento; pero sobre el valor de vínculo, que es el que dota de profundidad y significado a lo que leemos. 

“En toda biblioteca recibida, como en todo archivo, como en toda colección, podemos descubrir la biografía intelectual de quien la formó, a veces a lo largo de toda una vida, sus temas de interés, sus preguntas, sus miedos, sus esperanzas, sus proyectos, al final, la búsqueda de un sentido. En esa alteridad nos conocemos y nos confrontamos”, dijo. 

FONDOS HOMENAJEADOS 

Alberto García Brito 

Adolfo J. Wriedt Kentzler 

Adrián Castañeda 

Alberto Gómez Barbosa 

Alejandro Gallo Manzano 

Alfonso de Alba Martín 

Alfonso Ibáñez Izquierdo 

Álvarez del Castillo 

Carlos de Obeso Orendain 

Carlos Núñez Hurtado 

Castillo-Martínez 

Cenobio Gómez Villarruel 

Centro de Estudios Educativos 

Colegio Unión – Pedro Arrupe SJ 

Compañía de Jesús 

Cristina Romo Gil 

Efraín González Morfín 

Erich Coufal Kieswetter 

Fátima Fernández Christlieb 

Guadalupe Morfín 

Horst Hartung Franz 

Hugo B. Margáin 

Ignacio Díaz Morales 

Ignacio González Luna Morfín 

Javier Azpeitia García 

Jorge Narro 

Juan Víctor Arauz 

Julio de la Peña 

Luis González de Alba 

Pedro Valtierra 

Reguer Noriega 

Susana Chaurand 

FOTOS: Zyan André