Cuando era niña, Ana Paula Salcedo, Ana Pau, quería ser una “científica loca”. Pero no una de esas científicas locas con los cabellos erizos, la bata sucia y las matraces destruidas por explosiones: quería ser una concentrada en el microscopio tratando de entender el origen de las enfermedades. Ana Pau creció, estudió Biotecnología en el ITESO y ha venido cumpliendo sus sueños: ahora tiene una maestría en Biología Molecular y actualmente participa en una investigación que busca comprobar los efectos dañinos que tienen los agentes tóxicos, como los agroquímicos, en el nacimiento y crecimiento de las neuronas, efectos que pueden propiciar la aparición de demencias como el Parkinson. El origen de su investigación y los avances fueron el tema de la charla “Modelos neurodegenerativos: del laboratorio a la sociedad”, con el que la egresada participó en las actividades para celebrar los diez años de la Ingeniería en Biotecnología.
Ana Pau compartió con las y los asistentes reunidos en el auditorio D1 del ITESO que tuvo su primer acercamiento con los modelos patológicos justo en los laboratorios de la universidad, en un Proyecto de Aplicación Profesional. Ese primer paso la llevó a trabajar, durante el primer año de la maestría, en un proyecto que buscaba reconstruir hueso de manera natural. “Ahí aprendí mucho y eso me llevó al siguiente reto”, dijo la egresada, a quien el siguiente paso la llevó al Instituto Nacional de Perinatología (INPer), en donde dejó de trabajar con tejidos para verse cara a cara con el que es considerado el segundo trastorno neurodegenerativo, que afecta a 8.5 millones de personas en el mundo (OMS, 2022): el Parkinson. Así, comenzó a investigar con un objetivo en mente: rastrear lo más posible el origen de esta demencia y “encontrar un punto de incidencia para desarrollar un fármaco o una terapia que permita frenarlo”.
Para comenzar a explicar el camino de su investigación, Ana Pau regresó la origen de todo: las células troncales. “Saquen sus apuntes”, dijo y dijo bien: comenzaron a aparecer términos células pluripotentes, disfunción mitocondrial, progenitores neuronales, neurogénesis, neurotóxicos, bioética. La hipótesis que busca comprobar, dijo, es que la exposición temprana de las células a elementos neurotóxicos, como pueden ser los pesticidas, puede interferir en el desarrollo celular a afectar la red neuronal. Una constante que han detectado, dijo, es que hay una importante incidencia de Parkinson en regiones agrícolas.
La biotecnóloga explicó que toda la investigación se ha desarrollado con células de embriones de descarte, ya que se busca trabajar con células que no tengan daño previo, además de que trabajar con células cerebrales tiene limitantes éticas, y hacerlo con muestras de pacientes específicos introduce variables que complican la investigación. Así, todo el desarrollo ha sido in vitro. “Investigar con células embrionarias ofrece más libertad para trabajar”, dijo Salcedo.
Como ya había dicho un poco antes, lo que busca con su investigación es ir más allá. “Entender cómo mueren las neuronas es de ciencia básica”, dijo para luego invitar a las y los estudiantes a “ver el problema como ingenieros: más que sólo analizar el comportamiento celular, hay que encontrar los puntos de inflexión para administrar fármacos o intervenir con alguna terapia. Entender qué pasa antes de que las neuronas mueran”. Por eso, añadió, sigue trabajando para comprobar su hipótesis medioambiental: “Las toxinas del ambiente están dañando la mitocondria de las células incluso antes del nacimiento de las personas”.
Para cerrar, Ana Pau Salcedo dijo que al mirar en retrospectiva es posible ver “un hilo que conecta todos los proyectos en los que he trabajado”, y ligando todo lo expuesto con el título de la charla, mencionó que “la ciencia no puede quedarse en los laboratorios: tiene que salir para ayudar a las personas”.
