Quien fuera director general Académico del ITESO y rector del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA) fue recordado por familiares y colegas, quienes agradecieron por haber compartido la vida con alguien que fue, antes que todo, amigo
Los murmullos resuenan en el auditorio Pedro Arrupe, SJ. Junto con ellos resuenan también las palmadas en la espalda que acompañan los abrazos. Las personas entran al recinto y se encuentran, se sonríen, se besan y se abrazan. Desde el centro del auditorio, el retrato de Francisco Morfín Otero —o Paco nomás, porque así se le recuerda— es testigo de los reencuentros que ocurren en su honor: familiares y colegas van ocupando las cerca de 200 sillas dispuestas para la misa en memoria de quien fuera titular de la Dirección General Académica del ITESO y que falleció el pasado 8 de junio.
Los saludos van disminuyendo en cantidad e intensidad y los murmullos se convierten en silencio, hasta que las 14 voces del coro comienzan a cantar. La disposición de las sillas, el altar y el atril propician que las y los asistentes puedan verse unos a otras y, en todo momento, ver también el retrato de Paco.
Alexander Zatyrka, SJ, rector del ITESO y encargado de presidir la misa, recibe a las y los asistentes a la que describe como una “acción de gracias por la vida de nuestro hermano, Paco”, y dice que se trata de alguien que “tocó la vida de muchas y muchos de nosotros. Se volvió parte de nuestra historia, de nuestra identidad, y cada uno de nosotros vive en su corazón, que está en el corazón de Dios”. La misa se transmite para que pueda ser seguida a distancia y el rector saluda a la comunidad del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA), en Oaxaca, del que Paco fue rector.
En su homilía, Alexander Zatyrka, SJ, retoma la idea de la acción de gracias y dice que no se trata de una idea abstracta, sino del agradecimiento por “el paso de una vida por nuestra vida, por los dones, los regalos, la esperanza, las sanaciones, el contacto con Paco al caminar a nuestro lado”. Para poner el ejemplo de a qué se refiere, el rector del ITESO comparte una anécdota: previo a una visita al ISIA, le preguntó a Paco “qué debía ver, con debía relacionarme. Él vino, a pesar de que ya estaba en recuperación, y pude ver que con aparato o sin aparato seguía siendo el mismo Paco, que transmitía intensidad. Me quedé con una consolación por el cariño que transmitía Paco y que me contagió; y también consolación por ver la vitalidad presente en él incluso en la difícil situación [de salud]. Te agradezco, Paco. Que dios te bendiga, te reciba y te abrace”.
Después, el rector deja abierto el micrófono para que cualquier persona comparta sus recuerdos con Paco. “Tengo la sensación de que sin Paco la vida es menos, no más. Me hace falta… nos hace falta”. Las personas escuchan a Carlos Morfín, SJ, Patacho, su hermano, que está concelebrando la misa. “Que la memoria de Paco sea fuente de gratitud y de alegría para seguir teniéndolo tan cerca y tan nuestro”. Le sigue su también hermana, Guadalupe Morfín: “Mi papá nos hizo una promesa: que íbamos a tener una infancia feliz y que al morir no nos dejaría nada. Cumplió. Paco, recién egresado, asumió el negocio de pararrayero para sacar adelante a la familia. Siempre fue un cuidador. Gracias, Paco, porque soltabas la carcajada cuando empezábamos a pelar la cebolla, burlándote de nuestra tristeza”.
El aire en el auditorio Pedro Arrupe, SJ, se inunda de nostalgia. “Me vas a hacer falta… ya me haces falta desde hace rato”; “Me dijo: ‘Te voy a enseñar cómo sí’ y empezó a destrabar cosas”; “No sé si sabían, pero él que había padecido de la ciática, curaba la ciática”; “Era un recoge balones: estuvo trayéndonos el balón para recordarnos siempre la labor del ITESO”; “Era insoportablemente positivo y siempre impulsaba a soñar con una nueva universidad”; “Un grupo de secretarias tenía un top 10 de los más guapos del ITESO: Paco estaba en el top 10”; “Gracias por mostrarnos que otra educación es posible”; “Gracias por las noches de tlayudas y las anécdotas donde se evidenciaba cuánto amaba su trabajo”; “Paco fue mi abuelo y cuanto se murió sentí que una parte de mí se iba y recé”… la nostalgia desborda el auditorio y se mezcla con la alegría y el cariño. Y el agradecimiento.
Alexander Zatyrka da la bendición y después la voz de Paco resuena en el auditorio desde un archivo digital: “Hay tres cosas que no debe perder el ITESO: la apuesta por la libertad. Hay que atreverse a ser libres y aprender a ser libres; no es sencillo, pero es clave para que la Universidad tenga sentido. Hay que insistir en la innovación educativa, que el ITESO siga sorprendiendo con sus propuestas para educar. La tercera, el compromiso social. Nunca debemos ceder en la idea de transformar el mundo para construir otros mundos que sean mejores para todos”. Finalmente, un video proyecta fotos de Paco mientras las catorce voces del coro acompañan la proyección con su canto.
“¿Ya les di la bendición? Ah, sí, ya nomás falta que los despache”, dice Alexander Zatyrka y despacha: “Pueden ir en paz”. Vuelven los murmullos, los abrazos, las palmadas, los besos hasta que el auditorio se vacía de personas y queda lleno de agradecimiento, cariño y nostalgia.
FOTOS: Zyan André