La actitud del mundo cristiano frente a la homosexualidad no siempre ha sido de rechazo, afirmó en el ITESO Carlos Domínguez, SJ.
Actualmente, es de sobra conocida la postura que tiene la Iglesia Católica respecto de la homosexualidad.
Sin embargo, no siempre fue así: en los inicios del cristianismo la postura de esta religión era diferente, al grado de que incluso había ritos para unir a parejas del mismo sexo en los que se invocaba a parejas del mismo sexo consideradas santas, como Cosme y Damián (foto).
“La actitud del mundo cristiano frente a la homosexualidad no siempre ha sido la misma, lo que nos lleva a tener la esperanza de que haya algunos cambios al respecto”, afirmó Carlos Domínguez Morano, SJ, durante la actividad titulada “Cristianismo y homosexualidad. Un debate abierto”, el jueves en el Auditorio D2 del ITESO.
El núcleo del problema para Domínguez es el siguiente: “El problema no es de la Iglesia con la homosexualidad, sino de la Iglesia con la sexualidad en su conjunto”.
El jesuita hizo hincapié en el hecho de que el discurso de la Iglesia respecto a la sexualidad “cada vez tiene menos incidencia e influencia entre la población. Está cada vez más alejado de lo que la mayoría de la gente piensa y siente, lo que es un problema grave”.
Señaló cómo la psicología, específicamente el psicoanálisis, ha contribuido a cambiar la concepción de la sexualidad y quiso también separar el sexo de la procreación, con la respectiva separación del placer y la labor reproductiva y el rol del placer, al analizar algunos apartados del Catecismo, donde se le asocia a términos como “control”, “dominio” o “tarea”.
“Pareciera que el placer es el gran enemigo, o por lo menos una gran amenaza”, dijo Domínguez, quien recordó que hace años que la homosexualidad salió de los listados de enfermedades mentales y recomendó la obra sobre cristianismo y sexualidad de John Boswell, por ejemplo el libro Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad.
El sacerdote terminó su ponencia con una hipótesis, en la que planteó la relación íntima y profunda entre sexualidad y poder.
“No hay tiranía, religiosa o política, de izquierda o de derecha, que no busque reprimir la sexualidad”, dijo, y puso como ejemplos al régimen castrista en Cuba, a la España franquista y el asesinato de más de 250 mil homosexuales en los campos de exterminio nazis. Foto Luis Ponciano