Tricia Rivero, egresada del Doctorado Interinstitucional en Investigación Psicológica, cuenta cómo llegó a ser parte de la primera generación de este posgrado en la Universidad

«Soy psicoanalista, así que el tema de la psicología clínica me llama la atención, es lo mío”, afirma Tricia Rivero al comienzo de la entrevista. Ella tenía muy claro que quería dedicarse a la investigación, específicamente en el área de la supervisión dentro de la psicoterapia, ya que es un tema relativamente poco estudiado.  

Cuando se abrió en el ITESO el Doctorado Interinstitucional en Investigación Psicológica, Tricia vio su oportunidad de dedicarse a la investigación del tema que la apasiona, así que inició el proceso “muy estricto, de muchos pasos”, hasta formar parte, junto con otras nueve personas, de la primera generación de este doctorado. 

“Te tienes que dedicar de tiempo completo, cada seis meses vas a presentar en un coloquio tus avances, tienes desde un principio asignado tu director de tesis de la línea de investigación a la que te adscribes, dos lectores, un lector adjunto que es de la Ibero y otro que está fuera del Sistema Universitario Jesuita”, cuenta Tricia, quien afirma que no ‘bajar los brazos’ durante los cuatro años que dura el doctorado significa, por un lado, que te apasione tu tema de investigación y, por otro, lo que aporta el ITESO, que es el apoyo emocional, el acompañamiento por parte del director de tesis y los compañeros. “El sentido de lo humano que ofrecen el ITESO y las universidades jesuitas creo que no hubiera sido posible en otro lado”. 

Una investigación pertinente

Acerca de la pertinencia de su tema de investigación para el campo de la psicoterapia, Tricia comenta que estriba en descubrir qué es lo que en realidad hacen o dicen los psicoterapeutas dentro de la supervisión y cómo transmiten un saber hacer con respecto al consultante. La propuesta, al final de su investigación, “va en función de tomar en cuenta ciertos aspectos del lenguaje que es importante considerar a la hora de hacer supervisión, al menos en el contexto de la formación del psicoterapeuta, donde no nada más es una pedagogía, sino también es un arte, un aprender a hacer, aprender a decir cosas relevantes”. 

Leyendo a Michel Foucault encontró un término, psicagogia. Según explica el filósofo, a diferencia de la pedagogía, que es el dar instrumentos, habilidades y competencias a otro para que las ponga en práctica, la psicagogia implica cierta transformación del ser, del alma. “Me pareció que la supervisión, en el contexto de la formación, debería estar enfocada a ese objetivo general que sería la transformación, la psicagogia, para que los psicoterapeutas pudieran aprender a decir y aprender a hacer”.  

Y después del doctorado, ¿qué sigue?

Tricia comenta que el siguiente paso es reunir a un grupo de supervisores para mostrarles la investigación y pedir su opinión, socializarla, comentar con ellos qué aportaciones pueden dar, qué puntos ciegos encuentran y cómo armar algo para después. Pero, antes de eso, no descarta tomarse un pequeño descanso, ya que terminar su tesis y presentar la defensa demandó mucho de ella, tanto física como emocionalmente.  

“Lo bueno es que el ITESO no te deja sola, y ese espíritu ignaciano del cuidado del otro está bien padre, porque si no, truenas”, finaliza.  

FOTO: Luis Ponciano