El proyecto Reconstrucción de Vivienda y Tejido Social en San Mateo del Mar, Oaxaca, encabezado por el ITESO, obtuvo el Premio Nacional de Vivienda 2020 en la categoría de Producción Social de Vivienda Asistida

En 2017 la memoria de los mexicanos se sacudió, y no sólo ella: la tierra también hizo lo propio con un par de sismos los días 7 y 19 de septiembre, el segundo de ellos, además, coincidió en fecha con el de 1985. Las redes sociales y los medios de comunicación se llenaron, de nueva cuenta, de imágenes de las afectaciones en Ciudad de México. Sin embargo, el sismo también dejó una estela de destrucción que tocó poblaciones y comunidades de Chiapas, Guerrero, Morelos, Puebla y Oaxaca, cuyos habitantes vieron cómo sus casas y su patrimonio se vinieron abajo. Entre estas comunidades se encontraba San Mateo del Mar, en Oaxaca, una comunidad de habitantes ikoots donde el ITESO, junto con la Fundación Loyola, encabezó un proyecto para reconstruir viviendas, el cual fue reconocido con el Premio Nacional de Vivienda 2020, otorgado por la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano (Sedatu) del gobierno federal.

Carlos Estrada Casarín, académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU) del ITESO, recuerda que, luego de conocer las afectaciones por sismo del del 7 de septiembre, un grupo de egresados de la Maestría en Sustentabilidad buscó la manera de ayudar. Así conocieron la comunidad de San Mateo del Mar, una a la que describe como «históricamente sumida en la pobreza» y donde se vinieron abajo el 50 por ciento de las casas.

El primer paso, cuenta Estrada Casarín, consistió en que las autoridades locales solicitaran apoyo. Una vez que éste fue requerido, se comenzó a trabajar con los habitantes de la comunidad para elaborar un censo de daños y detectar quiénes eran los habitantes que no habían recibido apoyos federales. El último filtro fue para elegir a quiénes se apoyaría: se dio prioridad a jefas de familia, las familias con más problemas económicos, aquellos que tuvieran personas con enfermedades crónico-degenerativas o discapacidades y adultos de la tercera edad. En total se apoyó 30 beneficiarios en dos etapas: en la primera se construyeron 11 viviendas y en la segunda, 19.

La segunda etapa del proyecto de reconstrucción se realizó con un modelo de vivienda que recupera elementos tradicionales de los habitantes ikoots, tales como los techos de palma o los fogones dentro de la vivienda, con mejoras en elementos como la cimentación, el piso de concreto y la incorporación de chimeneas para mejorar la calidad del aire en el interior de la casa. El reto, explica Carlos Estrada, era respetar las costumbres constructivas de la comunidad y, al mismo tiempo, encontrar elementos que permitieran a los habitantes vivir mejor. «Las personas fueron muy receptivas a las propuestas del equipo y se logró un diseño que puede ser fácilmente replicable».

El académico del ITESO señala que el Premio Nacional de Vivienda es importante porque reconoce tanto los resultados como la metodología del proyecto. Además, se alinea con una forma de ver la vivienda como un bien de uso, no como un bien solamente comercial.

También destaca que todo el proyecto fue realizado por la vía del tequio, es decir, el trabajo comunitario. En este tenor cuenta cómo se conjuntaron los trabajos del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) Haciendo Barrio y de Jesuitas por la Paz, que realizaron proyectos para la reconstrucción del tejido social. En paralelo, la Universidad Iberoamericana Ciudad de México se encargó del mejoramiento urbano, mientras que exalumnos del Instituto Superior Intercultural Ayuuk fungieron como enlaces con la comunidad al hacer labores de traducción y fungir como vínculo entre la institución jesuita y la comunidad ikoot.

El Premio Nacional de Vivienda correspondiente al periodo 2019-2020 fue entregado el pasado 14 de diciembre en Ciudad de México. En representación del ITESO, que ganó en la categoría Producción Social de Vivienda Asistida, acudieron Óscar Castro, académico del ITESO que era titular del DHDU cuando arrancó el proyecto, y Sara Obregón, actual directora del departamento. Según su sitio web, el galardón «tiene por objeto reconocer las mejores prácticas en técnicas constructivas, arquitectónicas, tecnológicas y de gestión aplicados en los procesos de producción habitacional, que eleven los estándares de habitabilidad, adecuación cultural, sustentabilidad, asequibilidad, accesibilidad (por su diseño y costo), disponibilidad de servicios e infraestructura, seguridad jurídica ante riesgos, y que promuevan la cohesión social a fin de consolidar el acceso al derecho humano a una vivienda adecuada en México».

FOTO: Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu)