El Informe PISA, elaborado por la OCDE y recientemente publicado, otorga a los adolescentes mexicanos un nivel que va de mínimo a insuficiente, 100 puntos por debajo de la media global. Asia domina con amplitud el panorama educativo que traza este examen, muy por encima de Europa o América del Norte.
El Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes, PISA (por sus siglas en inglés), mide el nivel educativo de casi medio millón de adolescentes de 15 años en 65 naciones en tres rubros: matemáticas, lectura y ciencia. La media oscila entre los 494 y 501 puntos y el puntaje de México está entre 413 y 425.
Según las pruebas realizadas en 2012 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los resultados para los estudiantes mexicanos no son nada alentadores. La mayoría se encuentra en los niveles 1, 2 y 3 (los más bajos) de un total de 6, mientras los niveles 4, 5 y 6 apenas son alcanzados por el 25% de los adolescentes evaluados en “Comprensión lectora”, 17% en “Competencia matemática”, y 16% en “Competencia científica”.
En la tabla de resultados de PISA, en “Competencia matemática” México se posicionó en el lugar 53, de un total de 65 países, con 413 puntos de un máximo de 613 que obtuvo Shanghái (China); en “Comprensión lectora” se ubicó en el lugar 52 con 424 puntos de un máximo de 570 que también logró Shanghái; y en competencia científica se encuentra en el lugar 55 con 415 puntos, mientras que otra vez la municipalidad de Shanghái se colocó en el tope de los resultados con 580 puntos.
En “Comprensión matemática”, el 55% de los estudiantes mexicanos se ubicó por debajo del nivel 1 o en los niveles 1 y 2. La OCDE describe a los estudiantes del nivel 2 con “el mínimo adecuado para desempeñarse en la sociedad contemporánea”.
En comprensión lectora, el 41% se encuentra en los niveles por debajo del nivel 1b y nivel 1, lo que significa que su desempeño en este rubro es “insuficiente o bajo para acceder a estudios superiores y desarrollar las actividades que exige la vida en la sociedad del conocimiento”.
En “Competencia científica”, solamente el 14% de los adolescentes en México obtuvo el nivel 3. PISA describe que su desempeño está por encima del mínimo necesario y, por ello, es bastante bueno, aunque no el deseable para realizar actividades cognitivas más complejas.
El académico e investigador del Departamento de Educación y Valores del ITESO (DEVA), Juan Carlos Silas, reflexiona que con esta evaluación uno de los objetivos de la OCDE es “producir personas capaces de insertarse en el mercado global”.
“Ellos determinan qué es lo que una persona debe saber para insertarse en el mercado global; me parece correcto, pero si el sistema educativo de un país no va hacia producir personas vinculables con el mercado global, pues no le va ir bien en PISA”.
Silas añade que con base en los resultados puede interpretarse que en México el sistema educativo no está bien y entonces tendría que preguntarse si el sistema educativo debe tener como su principal preocupación insertar a sus estudiantes en el mercado global.
“Habría que balancear el mercado con lo cultural, el desarrollo personal y en la comunidad. Las políticas educativas del gobierno deben incrementar la cobertura, que haya más gente estudiando, y al mismo tiempo incrementar el rendimiento escolar”.
Explica que los resultados para México en la prueba PISA reflejan la desigualdad que existe en el país entre escuelas públicas y privadas o entre escuelas en comunidades marginadas y pudientes.
En palabras del investigador, la prueba PISA les sirve a las grandes empresas y organismos financieros como insumo para tomar decisiones que tienen que ver con sus finanzas, inversiones y economía en general.
“Si una empresa global quiere invertir en un laboratorio para desarrollar nuevos productos no se viene a México, se va Shangái, Hong Kong o Singapore, adonde se tiene mayor pensamiento científico, raciocinio matemático y comprensión lectora”.
Agrega que para los académicos es un reto desarrollar otros índices que “no sean escuderos del mercado” y que midan otros aspectos sociales y culturales. En ese sentido, considera, el gobierno mexicano no debe preocuparse únicamente porque los adolescentes obtengan buenos resultados en este tipo de pruebas internacionales, sino que también debe atender las exigencias de estos por vivir y estudiar en un entorno libre de violencia. Texto Fabián Ramírez Foto Archivo Gráfica OCDE