En el marco del Día de la Comunidad Solidaria en el ITESO se abordó la deuda que tiene la sociedad con las trabajadoras y trabajadores del hogar cuya labor no se piensa como una actividad productiva
El trabajo doméstico sí es trabajo, a veces no se le ve así y se puede creer que quienes van a las casas a hacerlo van a ayudar, afirmó Alejandra Hidalgo de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) durante la Mesa de diálogo y discusión “Las trabajadoras del hogar: sus derechos, mis compromisos, nuestra unidad” que se realizó en el ITESO durante el Día de la Comunidad Solidaria el pasado miércoles 11 de marzo.
Incluso, detalló, se le ha llegado a llamar trabajo no productivo puesto que no genera una ganancia monetaria, aunque “en realidad ese trabajo es el que está sosteniendo al que sí es remunerado”.
Alejandra Hidalgo afirmó que esto se debe a que al trabajo productivo se le ha otorgado una carga de prestigio, se le ve como una cuestión de autonomía, poder de decisión, del otro lado está la desvalorización del trabajo doméstico que tiene connotaciones de lo ordinario, rutinario, además de no ser calificado.
“Necesitamos devolverles el valor a las actividades y al trabajo doméstico” que comenzó a perder prestigio después de la Revolución Industrial.
En México, el año pasado se aprobaron reformas en materia laboral y de seguridad social para las personas que se dedican a trabajar en los hogares, sin embargo, hay un tema pendiente: fijarles un salario mínimo.
Andrés Peñalosa, de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), apuntó que desde 1970 el organismo que ahora él preside debió haber fijado dicho salario como se estableció en la Ley Federal del Trabajo. En mayo de 2019 el funcionario entregó un estudio donde se proponía un salario mínimo de 248 pesos diarios.
Monto que todavía no se ha aprobado. “No pueden estar socavando propuestas que estamos seguros que van a ayudar a resolver grandes problemas del país” afirmó al señalar que en el país hay 2 millones 416 mil personas que se dedican a esta labor.
Es en este sector en el que Mónica Maccise, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), ve una oportunidad de transformación del país con miras a acabar la desigualdad y destacó que lo propuesto por Conasami es una idea muy concreta: aumentarles su salario a 250 pesos (al menos).
“Es decir, es un sector al que se puede impactar de forma inmediata para que haya bienestar, para cambiar sus condiciones, y eso no está lejos de nuestras competencias”.
Apuntó que una muestra de la discriminación estructural hacia este sector es que desde hace casi 50 años estaba en la ley que se aprobara un salario mínimo.
Mónica Maccise agregó que las personas que se dedican al trabajo doméstico tienen poca movilidad social “no es un trabajo que diga después de unos años puedo invertir en otra cosa o tener un negocio que me saque de este círculo estructural de dominación-represión”.
Y señaló que generalmente las trabajadoras del hogar no participan en las decisiones de la casa ni aunque tengan que ver con ellas mismas o con los espacios donde trabajan lo que calificó como una situación racista, sexista y misógina.
“Una forma de prevenir lo que ha estado ocurriendo en el país que tiene que ver con cómo democratizamos la familia, cómo le damos voz a los niños y a las niñas, a las personas adultas mayores y ahí mismo cómo también las trabajadoras del hogar entran en este círculo de diálogo, de participación, donde vayamos generando en el espacio más privado y más accesible un mundo más democrático y que eso después pueda permearse al mundo público”.
En este sentido, Luis Arriaga, SJ, Rector del ITESO, señaló al inicio de la mesa de diálogo que esperaba que “con las reflexiones de esta tarde podamos avanzar en generar las condiciones para incidir, desde nuestros lugares, en mejorar condiciones laborales de estas personas para que tengan un trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”.