Ana Georgina López y Rosana Torres, profesoras del Centro de Acompañamiento y Estudios Juveniles del ITESO, diseñaron dos espacios en los que la comunidad puede exponer sus dudas sobre temas de género y tener herramientas para identificar situaciones de violencia.
Desde diciembre del 2018 Ana Georgina López y Rosana Torres, ambas profesoras e integrantes del Centro de Acompañamiento y Estudios Juveniles (C-Juven), comenzaron a preguntarse qué podían hacer, desde su trinchera, para ofrecer a profesoras y profesores del ITESO herramientas para entender mejor las inquietudes que sobre el tema del género tienen estudiantes. La coyuntura de los movimientos en redes iniciada a mediados de marzo incrementó el interés por los talleres, que desde febrero de este año se llevan a cabo.
Uno, diseñado en doce sesiones de dos horas – que terminará este 14 de mayo – y que se lleva a cabo con diferentes profesores, coordinadores y empleados de la comunidad universitaria, que ahonda sobre la temática de género bajo teorías feministas y en el cual se abordan temas de poder, desigualdad, violencia, masculinidades y formas alternativas de relacionarnos para construir una sociedad más justa.
El taller se llama “Resignificando narrativas”, porque implica revisar las narrativas propias y preguntarnos cómo he violentado a otro, cómo he sido violentado, cómo he ido implicándome en estos temas, cómo hay relaciones de poder, de subordinación en todos lados, ya que en todas las jerarquías una misma persona puede tener estas posiciones con diferentes personas.
“Es un taller que permite clavarse más al fondo de lo que está pasando con el tema y de qué es lo que hemos interiorizado como género, cuáles son nuestros mandatos de género, cuál es el sistema en un contexto estructural, con toda la violencia simbólica, con todo lo que vivimos, no nada más considerarlo como violencia de género, sino como también todo lo que estamos sujetos a todo este contexto de violencia estructural”, indica Ana Georgina López.
Dos, un curso corto, de cuatro horas, es el “Taller de sensibilización en la temática de género”, y está más enfocado al buen uso del lenguaje incluyente, a brindar herramientas muy puntuales para identificar situaciones de violencia, acoso y hostigamiento en la universidad, así como una invitación a construir buenas prácticas en la manera en la que nos relacionamos. Es recordarles a profesores, a coordinadores, que existe una relación de poder con el estudiantado y que no pueden pasarse de este límite.
Ambos se comenzaron a impartir desde abril y programaron en diálogo con los departamentos, centros y oficinas del ITESO que los han solicitado, teniéndolos calendarizados cada jueves hasta el 30 de mayo.
“Una parte muy rica de los talleres es ayudar a las personas a reconocer la violencia en sus diferentes niveles, que es algo que en algunas prácticas no lo vemos como violencia, pues responde a una dinámica normalizada como puede ser la descalificación, la burla o la crítica; pero también cómo reconocer prácticas positivas. No solamente cómo no, sino cómo sí toca dar el cambio, cómo mi relación con el otro implica ponerme en sus zapatos y poder reconocer que en lugar de la burla o la minimización, toca hacer un ejercicio de reconocimiento en lo positivo de elementos que ayuden a ser más sensibles a lo que implica mi ejercicio de relación, sabiendo que se está en una relación de poder”, explica Rosana Torres.
Los grupos que se integraron en los talleres son muy diversos, y ambas destacan que ha habido una muy buena respuesta tanto de hombres como de mujeres, con muy buenas preguntas, dudas y una necesidad de hablar del tema que parte desde cuestionarse cómo hacer para cambiar las formas de relacionarme que hasta hace tiempo estaban en un contexto que las validaba.
Asimismo, el taller corto está enfocado a orientar a profesores, coordinadores o personal universitario acerca de qué hacer ante un caso de violencia de género, qué herramientas pueden ofrecer y cómo generar condiciones en la relación que faciliten una dinámica mucho más respetuosa, cuidadosa e incluyente; abordándose desde la empatía, el diálogo y el respeto a las creencias de cada participante.
Parte importante del taller y del curso es la revisión de las masculinidades y el rol de los aliados. Para Ana Georgina López, es más aliado “alguien que puede ir a terapia, por ejemplo, que no confía tanto en sí mismo y que puede revisarse internamente y que no pone tantos pretextos, sino que hace las cosas. Yo a esa persona la considero aliada, independientemente si es hombre o mujer.”
“Este tema ha llevado al reconocimiento de miedos, de situaciones que vulneran tanto al hombre como a la mujer”, apunta Rosana Torres. Según la especialista, reconocer que la dinámica de la masculinidad hegemónica, donde se mantienen prácticas en las que la violencia es parte de la autoafirmación como género masculino, al final desempoderan a quien decide ya no ejercerlas.
¿Pero qué otro recurso hay que de verdad permita que la persona se empodere y pueda tener una relación más justa frente a una relación con el otro que verdaderamente permita la construcción de relaciones humanas mucho más incluyentes y mucho más humanizantes? López y Torres coinciden en que uno de los puntos clave que promueven en los talleres es la construcción de un proceso de humanización en el que exista un proceso de diálogo mutuo en donde todos tengan el mismo espacio de validación, porque es en el espejo con el otro es donde ocurren los cambios con miras a integrar una sociedad más respetuosa e incluyente.