“Lo chicano tiene su propio estilo; es un forma de vida”. Roberto Hernández estuvo en el ITESO para participar en la conferencia “Identidad y cultura de las personas deportadas en Guadalajara: Hommies y Lowriders”, el martes 17 de noviembre en el Auditorio M.

Jóvenes deportados que crecieron en Estados Unidos y hoy viven en México, como Roberto u Omar López, compartieron con la comunidad universitaria sus experiencias en torno a lo que implicó pasar por la frontera como indocumentados.

Hommies

“Nací en Culiacán, pero no lo conozco. Migré a Los Ángeles en 1973 y me crie en Compton, California. Fui deportado en octubre de 2004 por Matamoros”, recordó Roberto, quien ahora vive en Guadalajara, donde creó una organización de apoyo a jóvenes con adicciones y trabaja en la empresa Teletech.

“El Hommie que viene de la cultura chicana hasta camina diferente. Se lo copiamos a los negros junto con los pantalones caídos; depende de en qué parte del barrio te criaste”, explicó Hernández.

La primera vez que estuvo en una pandilla fue en 1982. Con el tiempo tuvo conflictos con su propia raza por robar y consumir drogas, razones que derivaron en su deportación a México.

El caso de Omar no es tan diferente. Nació en Guadalajara y se lo llevaron a Estados Unidos cuando tenía dos años, utilizando el acta de nacimiento de otra persona. Es rapero y creció en la cultura chicana de Los Ángeles.

“Fui deportado durante mis ‘visitas’ a la cárcel, porque mis delitos cada vez eran más graves: poseía armas y disparaba. En 2003 fui a la penal y en 2010 me deportaron”, rememoró Omar. “Ser parte de la cultura chicana es toda una aventura al principio; pero cuando uno muere ya ves que no es cualquier cosa”.

Los participantes expusieron que regresar a México como deportado chicano involucra varios problemas; quedarse en la frontera durante mucho tiempo es muy peligroso, ya que las pandillas arraigadas ahí no los aceptan y les roban todo.

Además, encontrar trabajo es complicado debido a su aspecto y a que les piden varios documentos que no tienen, pues muchos de ellos no fueron registrados en México.

La actividad fue organizada por los centros de Investigación y Formación Social y el de Formación Humana del ITESO. Texto Marcela Gutiérrez Foto Roberto Ornelas