Durante la Reunión Anual del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), en el ITESO, el Rector de la Universidad Católica de Córdoba, Rafael Velasco, SJ, compartió las características que considera deben animar el rol actual del docente en una universidad confiada a la Compañía de Jesús, como el compromiso con los más desfavorecidos y la autocrítica.

Como parte de las actividades de la Reunión Anual del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), el rector de la Universidad Católica de Córdoba, Rafael Velasco, SJ, charló con los representantes de las universidades a cargo de la Compañía de Jesús en el país acerca de su experiencia en el campo de la docencia. Al respecto, habló de “cuatro convicciones ignacianas” que en su opinión son  características que deben animar el rol del profesor en las instituciones jesuitas actuales.

La conferencia se tituló “El rol actual de los docentes en una universidad jesuita”, la cual se puede consultar en http://video.iteso.mx/link/PapelHistorico.htm. Desde su punto de vista, el objetivo último de una institución de educación superior debe ser, además de transformar personas y conciencias, lograr un cambio en las estructuras y sociedades para que haya más equidad y justicia.

“Como universitarios, directivos, docentes y estudiantes debemos responder ante los que buscan respuestas lúcidas, ante los millones de pobres que esperan de las universidades algo más que papers indexados. Ante la oscuridad de una sociedad inequitativa y excluyente, tenemos que responder por la luz recibida”.

Ser ejemplo de vida    

En su primera “convicción jesuita”, el rector argentino llamó a los docentes a compartir no solo actitudes de trabajo, sino una experiencia de vida con los estudiantes, un “modo particular de hacer las cosas”. Los convocó a ser “mistagogos” –más que solo pedagogos–, aquellos que sin palabras, pero con su vida, hacen desear una experiencia.

“Una primera característica del profesor en nuestras instituciones sería […] que su trabajo y su vida atraigan de tal manera que los estudiantes se sientan movidos a hacer experiencia de aquello que no está en los libros. Que sean de algún modo mistagogos por su experiencia de vida, no importa que no sean creyentes, que muevan y atraigan hacia aquello que da sentido a lo que hacen, que puedan transmitir pasión por el conocimiento y por el bien que ese conocimiento puede hacer, que ofrezcan sentido para comprometer la vida”.

En favor de los pobres

El conocimiento de las universidades jesuitas debe tomar partido en favor de los pobres: “ese es nuestro lugar científico” y la segunda “convicción ignaciana” a la que se refirió el Rector y también especialista en Teología Espiritual por la Universidad de Comillas, en España. Los docentes deben estar comprometidos con la realidad y transmitirlo a los estudiantes, agregó.

“Una segunda característica de nuestras instituciones universitarias, por cierto de los profesores, según mi parecer, es que deben ser amigos de los pobres, o al menos tener y suscitar alguna sensibilidad por los más desvalidos y oprimidos”.

El jesuita nacido en Córdoba, Argentina, compartió que si hay algo que lo hace sentir orgulloso es cuando se critica o se acusa a su institución por el compromiso con los pobres y por expresarse a favor de las grandes mayorías.

Énfasis en las obras más que en las palabras

Los docentes, comentó, son formados por el “currículum oculto” de las instituciones. Es decir, lo que es y lo que hace cada universidad es lo que forma a los profesores, pues ellos ven las acciones más allá de las palabras.

“El profesor tiene la misión de ser testigo […] poner las cosas más en las obras que en las palabras. ¿Testigo de qué? De que lo que enseña vale la pena, de que cree en lo que hace, de que en los hechos respalda los valores que proclama, por ejemplo el respeto por el estudiante y su opinión, la responsabilidad, el compromiso. Tal vez puede parecer una banalidad, pero en la realidad el testimonio que más convence a los estudiantes es si de verdad al profesor le interesan sus alumnos, si le interesa que aprendan, si le interesan como personas”.

Crítica y reflexión

La cuarta “convicción ignaciana”, compartió quien ha sido rector de la Universidad Católica de Córdoba desde 2005, es que los profesores sean críticos, capaces de razonar y ofrecer razones.

“El profesor debe saber evaluar y autoevaluarse, ser autocrítico, capaz de mejorar, de percibir por dónde viene la vida verdadera y por dónde los engaños del mal caudillo, en términos de Ignacio. La capacidad de reflexión, de tomar distancia y preguntar, preguntarse y hacer preguntas es fundamental. Solo así es posible hacer crecer el conocimiento, a los estudiantes, a uno mismo y a las instituciones”.

Para finalizar su charla, el académico habló sobre el que considera el reto fundamental de la universidad: “que el profesor crea de verdad en lo que hace y haga sus opciones, pero que la institución crea de verdad en lo que dice y haga las opciones pertinentes también”.

Antes de esta conferencia y también como parte de las actividades del encuentro anual del SUJ, Arturo Reynoso Bolaños, SJ, jefe del Departamento de Filosofía y Humanidades del ITESO, compartió su reflexión en torno al papel histórico del profesor en las instituciones educativas de la Compañía de Jesús, charla que también puede verse en http://video.iteso.mx/link/PapelHistorico.htm.