La ruta para conocer el legado jesuita en las ciudades de Guadalajara, Tepotzotlán y Ciudad de México ha sido una actividad que desde 2015 ha llevado a colaboradores de todas las áreas del ITESO a vivir una experiencia de encuentro con la historia y los retos actuales de la Compañía de Jesús, así como a la reflexión del sentido de lo que significa ser parte de una comunidad

Joseph Campbell, en su libro El héroe de las mil caras, sostiene que existe un “monomito”, es decir, una estructura y desarrollo básico que comparten los grandes relatos de regiones y tiempos tan diversos como culturas tiene la humanidad: un héroe que recibe una llamada hacia la aventura desde su mundo cotidiano, para vivir una travesía que lo llevará a vivir una transformación y a recibir dones que, a su regreso, utilizará para mejorar su mundo y ayudar a sus semejantes [1]. 

Todo viaje nos abre las puertas del conocimiento a través de las y los demás, como menciona el escritor Luis Pulido Ritter: “en la filosofía occidental, con Descartes, se habla del viaje como una lectura del mundo. Y, en efecto, viajar es hacer una lectura del mundo que permite conocernos en el otro y reconocer al otro en nosotros mismos”. [2] Y, sin duda, también los espacios juegan un papel importante en toda experiencia de viaje, como testigos materiales del paso del ser humano y su historia. 

Ignacio de Loyola emprendió un largo camino, un viaje físico y espiritual que tuvo como punto de inicio la herida en la batalla de Pamplona en el año 1521, acontecimiento que conmemoramos en este Año Jubilar Ignaciano. 51 años más tarde, específicamente el 9 de septiembre de 1572, por órdenes de san Francisco de Borja —tercer superior general de la Compañía de Jesús— los jesuitas llegan a tierras mexicanas, explica Arturo Reynoso, SJ. “Para finales del silgo XVI, los jesuitas ya están establecidos en Ciudad de México, Pátzcuaro, Oaxaca, Puebla, Valladolid (actual Morelia), Zacatecas y Guadalajara, en donde han fundado colegios e iniciado ministerios pastorales”, añade el padre Reynoso.  [3]

Conocer una parte de este legado de los primeros jesuitas en México es uno de los principales objetivos del viaje que, desde el año de 2015, realizamos con colaboradores de todas las áreas del ITESO. El itinerario incluye una visita a lugares del centro de Guadalajara, como la biblioteca Iberoamericana, la Preparatoria 1, los templos de San Felipe Neri y Jesús María, entre otros. Después nos trasladamos a Tepotzotlán, Estado de México, para recorrer el Museo Nacional del Virreinato, la hacienda La Concepción y el acueducto del Sitio, obra que quedó inconclusa debido a la expulsión de la orden en 1767 por decreto del monarca español Carlos III; y en Ciudad de México visitamos lugares como el Antiguo Colegio de San Ildefonso, el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, el Palacio de Iturbide, Catedral, la Profesa, Nuestra Señora de Loreto y otros más. 

Como cierre de la experiencia, el Conjunto San Ignacio en Coyoacán nos abre sus puertas para conocer la curia de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús y convivir con el padre Provincial y el padre Socio. Ellos nos brindan un panorama de las obras actuales de los jesuitas en México y los retos a los que se enfrentan, y también nos hacen un breve recorrido hacia el pasado a través del museo y biblioteca P. Eusebio Kino, SJ, —ubicados dentro del mismo conjunto— que resguardan, entre otras cosas, libros incunables con más de 500 años de edad. La jornada de ese día finaliza con una eucaristía y una rica comida preparada por personal de la curia. Cabe mencionar que expertos en la historia de la Compañía como Arturo Reynoso, SJ, Alfonso Alfaro y Emilio Quesada, han sido nuestros guías y acompañantes a lo largo de las cinco ediciones que hemos realizado. 

¿Qué deja esta experiencia en aquellos que la hemos vivido? Ciertamente la información recibida durante cuatro días que dura el recorrido en Ciudad de México y Tepotzotlán, más un día de la ruta en Guadalajara y las charlas introductorias, puede parecer algo abrumador; no obstante, la invitación a “sentir y gustar de las cosas internamente” siempre está presente, y hay algo que ocurre y que cada uno lo vive de forma diferente. Es decir, no es sólo una lección de historia, es una experiencia que envuelve los cinco sentidos y que el factor humano, el encuentro con compañeros y compañeras de áreas tan diversas de la universidad —sin importar cargo ni función— la convierte también en una vivencia de conocimiento recíproco de uno mismo con el otro y, en el proceso, generamos vínculos. 

Es un viaje en toda la extensión de la palabra, con todas las implicaciones internas y externas. Un viaje que, si bien, cuenta con un itinerario específico, también está sujeto a las circunstancias que puedan ocurrir. Pero incluso esos detalles inesperados, como el resguardarse un momento de la lluvia, una falla mecánica o que se atreviese una manifestación en el camino, entre otros, abonan a la experiencia y hace que se manifieste un fenómeno que en todos los grupos ha ocurrido: el sentido del cuidado por el otro. 

Este viaje es una oportunidad para reconocernos los unos a otros como parte de una comunidad y proyecto universitario que está enmarcado en una misión más grande. Una experiencia en la que pueden surgir más preguntas que respuestas, pero que, al vivirla en carne propia, al caminar por aquellos espacios y objetos del siglo XVI de la mano del guía y con quienes compartimos más que un proyecto de trabajo, tiene algo de transformador. 

BIBLIOGRAFÍA

[1] Campbell, J. (1959). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. México: Fondo de Cultura Económica. 

[2] https://www.pressreader.com/panama/la-estrella-de-panama/20210108/281852941202148 

[3] https://jesuitasmexico.org/blog/2019/05/21/los-jesuitas-en-mexico/