En el marco del Día del Arquitecto, Sandra Valdés, coordinadora de la carrera de Arquitectura del ITESO, señala la necesidad de que los profesionales de esta disciplina respeten los entornos naturales, históricos y culturales, así como que diseñen y construyan pensando ante todo en las personas
La visión tradicional de la arquitectura se centra en la adición de elementos a un entorno, en construir algo nuevo. Hoy, la tendencia de esta disciplina tiene que encaminarse a la transformación de los espacios ya existentes. Más que diseñar con tinta, hay que diseñar con el borrador. Esto está relacionado con el cuidado del medio ambiente.
Sandra Valdés Valdés, coordinadora de la carrera de Arquitectura del ITESO, destaca la importancia de que las nuevas generaciones vayan a la búsqueda de comunidades que trabajen para proteger los entornos. En el caso de esta disciplina, ello se refiere a frenar el levantamiento de fincas y aprender a detectar y reutilizar tanto los recursos materiales como los conocimientos que hay en cada lugar.
En el marco del Día del Arquitecto, que se celebra en México cada 1 de octubre, la académica explica que en el presente las transformaciones tienen que ver con recuperar espacios perdidos: “Es decir, borramos cosas para recuperar algo que se perdió. Está relacionado con la recuperación de patrimonio histórico cultural en poblaciones o en centros históricos urbanos, pero también se trata de la recuperación de sitios naturales”.
Un buen ejemplo de cómo se proyecta con borrador sucedió en la ciudad coreana de Seúl. En 2003, el arroyo Cheonggyecheon, que por más de 50 años había permanecido cubierto por una autopista, fue “desenterrado”. Esto propició un cambio muy positivo en la población, ya que se convirtió en una zona recreativa y turística que, además, ayudó a regular la temperatura de la región y regresó la fauna al centro de la urbe, entre otras: “En vez de agregar elementos, quitaron el concreto para devolver un componente natural. Esta es la visión de recuperación de ecosistemas terrestres que hay que privilegiar”.
La reutilización de material es fundamental. Cuando se construye un edificio desde cero, los insumos para fabricarlo salen de la explotación de la naturaleza. No se trata nada más de pedir y pedir suministros, pues todo esto, dijo, impacta al medio ambiente.
Antes de desarrollar planos, los arquitectos tienen que considerar los materiales que hay en cada lugar, el clima, el emplazamiento de los proyectos y el contexto natural o histórico en donde se encuentran: “Lo primero, es tomar en cuenta a las personas, sus costumbres, su cultura y su historia, para que entonces los planes obedezcan realmente al entorno y al lugar de forma integral”.
Uno de los objetivos relevantes planteados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en términos de construcción sostenible, tiene que ver con la calidad de vida y la vivienda asequible para las personas.
En este sentido, para el nuevo desarrollo de vivienda social (que no tiene que ver con bloques de concreto y techos de lámina), se recomienda retomar la forma de construcción tradicional de las comunidades, la forma de vivir de las habitantes, sus costumbres, su historia y su identidad: “Este nuevo concepto de vivienda adecuada es muy bonito y vale la pena también recuperarlo e irlo trabajando, que es de los grandes retos para la arquitectura en el país”.
En México existe un déficit de 8 millones de viviendas y se calcula que más de 60 por ciento de las casas habitación que hay son producto de la autoconstrucción. Esto significa que, a lo largo de muchos años, que pueden convertirse en toda una vida, las familias construyen sus viviendas poco a poco, comprando materiales que tienen a la mano y con escasos o nulos conocimientos sobre levantamiento de fincas: “Uno de los grandes retos que tenemos los arquitectos es ver cómo podemos trabajar y apoyarlos, desde la autoconstrucción. Con asesorías, con manuales. Hay que ver cómo apoyamos a quienes no tienen acceso a créditos bancarios para comprarse una casa, y así poder solventar este déficit de vivienda a través de formas creativas de ejercer la arquitectura”.
En Guadalajara existe un desafío importante en la gestión de los territorios urbano y natural: “Esta ciudad duplicó su tamaño en los últimos quince años, pero no se duplicó su población. Esto quiere decir que Guadalajara está creciendo hacia la periferia y que se está desocupando el resto de la ciudad, lo cual nos da un dato importante acerca de la necesidad de repoblar nuestro centro”.
“En el centro ya hay edificios, calles, infraestructura, equipamiento. Sale muy caro construir ciudad hacia afuera porque tenemos que hacer calles nuevas, edificios nuevos, alumbrados nuevos y todo nuevo. Un gran reto que tenemos como ciudad es la repoblación del centro. Al mismo tiempo tenemos el reto de conservación de las áreas naturales vinculadas a la ciudad, porque al ir consumiendo territorio vamos consumiendo áreas naturales”, agregó.
En el ITESO existen varios Proyectos de Aplicación Profesional (PAP) con los que profesores y alumnos buscan y generan soluciones a algunas de las problemáticas actuales. Estos son: Vivienda Adecuada, Haciendo Barrio y Anillo Primavera.
A escala mundial, la industria de la construcción produce importantes efectos negativos en el medioambiente, lo que la convierte en la segunda fuente de contaminación en el planeta.
La Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) asegura que este sector es responsable de más de 50 por ciento de las emisiones contaminantes en el mundo, desde la fabricación de materiales, transporte, procesos constructivos del inmueble y el uso.
En México se espera que para 2050 se construyan 7 millones de viviendas, que expulsarán cerca de 25 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, esto porque los procesos tradicionales de edificación requieren del uso de combustibles fósiles y demanda energética, que generan un impacto ambiental.