Alejandro Becerra Zendejas, estudiante de Ingeniería en Biotecnología, ganó un concurso de robótica que lo llevó a consolidar uno de sus sueños: viajar a Japón y de paso Canadá, Estados Unidos y Australia.
En el 2017, a sus 16 años – aún estaba en la prepa -, tuvo que elegir entre un taller de música y uno de robótica. El primero era el único que le interesaba porque solía tocar el bajo, pero el segundo tenía un aliciente: Si les iba muy bien y llegaban a ganar un concurso nacional, podrían llegar a Japón.
“Yo siempre he querido ir a Japón, así que dije ‘bueno, hay que intentarlo, no pierdes nada’”, comenta a CRUCE Alejandro Becerra Zendejas, alumno de la Ingeniería en Biotecnología y quien a partir de esa decisión ha visitado Japón, Canadá Estados Unidos y Australia. Y apenas tiene 19 años.
Su primer contacto con la robótica fue desde la primaria, con la robótica de legos, y su primer torneo de robótica fue en León, Guanajuato, donde programó precisamente un robot de lego. Aquella vez llegó a octavos, pero tambin surgió la invitación para ir a clases a Nética, escuela de robótica de Guadalajara.
En Nética le enseñaron programación en Arduino – una plataforma de creación electrónica de código abierto – y llegó la siguiente oportunidad de ir a otro concurso, en el que participó en la categoría de simulación. Quedó en cuarto lugar, pero el equipo de uno de sus compañeros de preparatoria sí quedó en primer lugar, así que lo invitaron a participar con ellos… en Japón. Estuvo cerca de una semana en Nagoya, donde fue la competencia, y después una semana y media en Tokyo.
El siguiente concurso, en el que también resultó ganador en la misma categoría que el anterior, lo llevó a Canadá, y de ahí llegó la invitación a participar en Roborave, un torneo internacional y la primera vez que comenzó a hacer robots en físico.
En Roborave participó en una categoría que se llama Fire Fighter, que es “básicamente un robot alto con varios ventiladores, y lo que hace es buscar las velas que están en un mapa y las apaga, y el que las apague más rápido, gana”, comenta Alejandro.
Este concurso lo llevó a Nuevo México, Albuquerque. Y aún seguía en prepa.
El año pasado volvió a participar en Roborave – ya estudiando Biotecnología en el ITESO – en una categoría que se llama Alpine, que es un robot que escala una superficie de 80 grados y que al llegar a la cima tiene que poner una bandera en un determinado lugar. Su robot subió, pero ya estando arriba, se cayó. No obstante, llegaron más lejos que el equipo contrincante, ya que su robot ni siquiera alcanzó a prender, así que ganaron y Alejandro volverá a Japón el próximo año, en verano, a concursar en el formato internacional.
¿Por qué estudiar biotecnología cuando eres bueno en robótica?
Desde pequeño me interesó mucho la biología, mis padres son médicos, entonces ya tenía cierta experiencia con la biología y toda esa onda, pero también siempre me ha gustado la programación y los robots, hasta cierto punto… No tanto los robots sino la programación, entonces había leído por ahí que podía trabajar en ingeniería genética, y mi meta es esa, después de estudiar Biotecnología hacer una maestría en ingeniería genética y hacer como cierta programación de los genes, o una base de datos de los genes. Mi objetivo es combinar la programación y biotecnología.
Tú empezaste alrededor de los 16 años con la robótica y los concursos. ¿A partir de qué edad se puede comenzar?
Se puede empezar desde los 4 o 5 años. Lo que he visto de las categorías de niños más pequeños es que el robot ya está hecho, así que la competencia reside en su habilidad en la destreza. Con que un niño comience a ver la lógica de cómo funcionan los robots y cierta habilidad ya con eso pueden empezar.
¿Qué ventajas consideras que tienen los mexicanos con respecto a otros países, en el ámbito de los concursos y la robótica?
Dentro del torneo, los mexicanos somos muy amigables. En comparación de otros países, sí llegamos a platicar con los otros equipos, porque dentro de la categoría hay una que se llama super team, que tienes que hacer equipo con otros dos países, que no los conoces, ya están hechos los equipos, tú no los escoges. Me tocó con un coreano que sí hablaba inglés y con un italiano que no lo hablaba, pero nos comunicábamos en español y sí nos entendíamos. Nosotros tratábamos de coordinar a los demás, y éramos de los pocos que hablábamos con su equipo. Una vez me tocó hacer equipo con alemanes y no se comunicaban, eran muy cerrados.
¿Y cómo ves a México en esta área?
México tiene mucho potencial, pero no hay acciones reales en fomentar esa área, siento que falta apoyo, hasta económico. Me parece que sí hay interés en hacer cosas nuevas, mejorar cosas que ya están, pero igual, necesitas el impulso de hacerlo, comenzando por ti.
NO SOLO HAY ROBÓTICA EN SU VIDA
• De todos los lugares a donde lo han llevado los concursos, su comida favorita ha sido el ramen. • Las mejores hamburguesas que probado son de Australia. • También en Australia probó carne de canguro. “Sabía horrible y además estaba muy dura y olía horrible, como a zoológico.” • Aunque le gusta leer, no suele hacerlo mucho. Su libro favorito es El Principito.