El estudiante de Ingeniería Ambiental fue nombrado el jugador más valioso del torneo de la Comisión Nacional Deportiva Estudiantil de Instituciones Privadas que tuvo lugar en la universidad.
Aunque David Lamarque era el de mayor edad en el equipo de béisbol cuando era niño, en estatura era el más bajo, así que le apodaron “Chapo”, un sobrenombre común en Sinaloa, de donde son sus padres.
Ahora forma parte de equipo representativo de básquetbol del ITESO, que en la edición más reciente del torneo de la Comisión Nacional Deportiva Estudiantil de Instituciones Privadas (Conadeip) se llevó el campeonato nacional y David fue nombrado el Jugador más valioso.
Este reconocimiento se puede otorgar ya sea por el desempeño del jugador en la cancha o por su actitud con sus compañeros de equipo y sus contrincantes. Además, fue seleccionado para el cuadro ideal del torneo como botador (el que ordena las jugadas y requiere rapidez y buen manejo del balón), misma posición que ocupó, por ejemplo, Earvin “Magic” Johnson, el mítico jugador de los Lakers de Los Ángeles.
“El Chapo” no concibe su vida alejada del deporte, actividad a la que ha estado vinculado desde los cinco años, cuando jugaba futbol y básquetbol en el Instituto de Ciencias; sin poder quedarse quieto, fuera de la escuela practicaba béisbol. Era una especie de Bo Jackson: jugaba bien todos los deportes.
Cuando recibió la llamada para formar parte de la Selección Jalisco de Baloncesto decidió concentrarse en esta disciplina, obteniendo un título nacional en 2008 y siendo el líder en asistencias un año después.
Desde que inició en el ITESO Ingeniería Ambiental, ha formado parte del equipo; en su lista están cuatro ediciones de los InterSUJ y cuatro más de los nacionales de la Conadeip.
Hoy cursa el Proyecto de Aplicación Profesional “Alternativas y conflictos ambientales de la agricultura y el agua”, en el que realiza una investigación en la Laguna de Cajititlán.
¿Cómo equilibras la parte deportiva con la parte académica?
En mi carrera ha sido difícil combinar horarios, pero también se tiene que hacer un esfuerzo extra o fuera de la cancha para ponerte en forma. Estamos en los equipos representativos porque queremos y lo hacemos con mucho gusto, nadie nos obliga, lo hacemos con gusto y porque queremos apoyar a la universidad.
¿Qué aspectos del deporte llevas a tu vida diaria?
La responsabilidad, el combinar distintas situaciones y la disciplina. Todo va de la mano. El respeto hacia ti mismo y hacia los demás y poder llegar a acuerdos con profesores o con el entrenador o contigo mismo.
¿Qué sacrificas por el deporte?
A mis amigos y un poco a mi familia, pero puedes unirlos de diferentes formas. Tengo a mis amigos desde el kínder del Ciencias y que están también aquí en el ITESO y me acompañan en diferentes situaciones deportivas. Hay una frase media famosa entre los jugadores de alto rendimiento: “no puedo, tengo entrenamiento”.
¿Vale la pena?
Nunca he intentado dejar el deporte y creo que me sentiría muy incómodo conmigo mismo.
¿Hay algo ignaciano en los equipos representativos?
Sí, en la cuestión del respeto, la libertad y la responsabilidad al decidir ir a entrenar o no. Si hay respeto, se refleja en la cancha. Foto Roberto Ornelas